El poble vell de Corbera d´Ebre ha llevado un camino parecido al de Belchite en tierras aragonesas.
Situado en pleno centro de batalla fue totalmente destruido durante la pasada guerra civil y ya no volvió a recuperar la vida, aun cuando al igual que en Belchite aquí se estuvo viviendo (o sobreviviendo) durante bastantes años al terminar la contienda.
Mientras que el pueblo aragonés fue el ejercito republicano el que lo destruyó en el caso de Corbera fue la aviación franquista la que convirtió en escombros este pueblo.
Estaba situado sobre una loma (la Montera) y contaba con unos 1.900 habitantes antes del comienzo de la guerra.
Era un pueblo principalmente agrícola donde el olivo era su producto estrella. La ganadería quedaba en un segundo plano. Tenía varios molinos harineros y de aceite y contaba con buenas infraestructuras.
Celebraba su festa major en agosto en honor a la Mare de Déu.
Todo cambió para este prospero pueblo con la guerra civil y la famosa batalla del Ebro.
Conquistada la población por el ejercito republicano el 25 de julio de 1938, las consiguientes ofensivas del ejercito franquista por recuperar el terreno perdido se cebaron con esta población que durante casi mes y medio fue objeto de constantes ataques de aviación y artillería. Tal es así que en Gandesa y otros pueblos del contorno se conocía a Corbera durante esos días como ¨la llama eterna¨ por los sucesivos incendios que se producían ante tamaño y cruel castigo de las bombas.
La población civil tuvo que ir evacuando el pueblo ante el comienzo de la batalla por el inminente peligro que corrían y así muchos optaron por quedarse en los masos (pequeñas casetas de campo junto a los huertos) otros en cuevas naturales del monte y otros optaron por alejarse hacía pueblos fuera de la zona de combate.
En el pueblo solo quedaron los que no podían ir a ningún sitio. Ancianos, mujeres y niños en su gran mayoría. Vivían muy en precario y con el consiguiente peligro de estar en primera linea de fuego.
Por debajo de las casas se situaba ¨el corraló¨ una especie de pasillo subterráneo de unos 200 metros de longitud que anteriormente lo usaban los lugareños para guardar los carros y las mulas y era donde se refugiaba la población que no se había marchado de Corbera.
Terminada la guerra las gentes fueron volviendo a Corbera pero el panorama era desolador. Todo el núcleo estaba prácticamente reducido a escombros. La gente fue acomodándose donde pudo, en los restos de las casas, en las bodegas, en algún cobertizo. En unas condiciones muy deficientes porque no había luz ni agua ni condiciones habitables. Para colmo se habían perdido todas las cosechas, las tierras de cultivo era un campo desolado por restos de material bélico y cubiertos de ceniza y para rematar no tenían mulas, imprescindibles para el trabajo en el campo pues habían sido requisadas por los soldados.
Fueron años muy duros los de la posguerra en los que la gente sobrevivía como podía y un gran recurso fue precisamente aprovechar todo los restos de material bélico desperdigados por el monte como chatarra para su venta y posterior traslado a fabricas siderúrgicas. Así como también se recuperaba todo tipo de ropa y de correajes de cuero para uso propio o venta.
Hasta que pudieron volver a trabajar las tierras así fue saliendo la gente adelante.
Pero en el poble vell no se solucionaba el problema de la vivienda. Estaba todo tan devastado que las administraciones de la época no estaban por la labor de levantar el pueblo de nuevo. Preferían que la gente se fuera bajando abajo al llano, al pie de la carretera donde era más factible levantar una vivienda y acondicionar las infraestructuras. Por lo que la gente fue bajándose hacía la parte baja pero primero aprovecharon todo lo que pudieron de las casas antiguas para emplearlo en la casa nueva. Así balcones, rejas, piedras, tejas, vigas y todo aquello que fuera aprovechable se extraía de las ruinas para utilizarlo en una nueva construcción.
El gobierno de Franco quiso aplanar todo el pueblo viejo y replantar la zona de pinos para borrar las huellas del horror que ellos mismos habían ejecutado. Pero este proyecto no se llevó a la practica.
El poble vell quedó sumido durante muchos años en un olvido profundo hasta que en 1992 fue declarado Bien de Interés Cultural por la Generalitat y se promovió una serie de actividades para mantener el Poble Vell de Corbera d´Ebre tal y como estaba. Declararlo Lugar Histórico y mantenerlo como un museo al aire libre sobre los horrores de la guerra.
Se ha rehabilitado la iglesia de Sant Peré, no para culto pero si como espacio cultural, con sala de exposiciones y escenario de diversas actividades.
Por los diferentes espacios de las ruinas del pueblo está repartido el abecedario de la libertad, donde varios artistas han plasmado una letra con diversas técnicas y diferente estética que simboliza el compromiso del arte en su rechazo a los conflictos bélicos y en favor de la paz.
Visita realizada en solitario en octubre de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Es una situación atípica la que se da visitando este lugar porque visitas un lugar en ruinas pero no acabas teniendo la sensación de que estés visitando un lugar sin vida. El hecho de que el poble vell esté justo encima del pueblo nuevo hace que las sensaciones de soledad y silencio disminuyan mucho. Se oye prácticamente hasta alguna conversación de tono elevado entre gentes que están hablando en la parte baja (bueno quizá es un poco exagerado pero casi casi) por no decir de los ruidos de vehículos que pasan constantemente por la carretera por medio del pueblo, así como la algarabía de los niños en el recreo en un colegio cercano.
Cambiaría mucho su percepción si este lugar estuviera aislado en medio del monte y alejado de todo tipo de ruidos y presencia humana.
Por lo menos lo que pude evitar es la aglomeración de gentes que acuden a visitar estos lugares que se les ha etiquetado como reclamo en los diversos folletos y guías de turismo. Esto fue posible a que la visita fue un día laborable (solo era fiesta en Madrid) por lo que la afluencia de visitantes al lugar era nula, solo un grupo de jubilados andaluces que residían en Francia fueron las únicas personas que me crucé durante mi estancia en el poble vell. Si hubiera ido un fin de semana me habría encontrado con mucha gente visitando el lugar y me habría ido un poco decepcionado porque la sensación de soledad y silencio que voy buscando en estos lugares no estaría presente.
Por lo demás si puedo decir que el sitio me ha gustado bastante, hay que verlo como un despoblado más y admirando sus ruinas.
Hay que agradecer que quitando la iglesia y su entorno el resto del lugar esta inalterado y no se han producido arreglos ni en pavimento ni en edificios que habrían desvirtuado mucho el sitio. Se camina por senderos, por calles de tierra y entre escombros.
Carrer de l´Hospital. Es una de las entradas al poble vell. Estos primeros edificios están en buen estado pero es un espejismo de como esta el resto.
La iglesia parroquial de Sant Pere. De estilo barroco comenzó a construirse en el siglo XVIII. Durante la guerra civil quedó muy dañada y apenas se podía utilizar un lateral para oficiar actos religiosos. Ante el estado en que se encontraba en 1948 se reconstruyó casi por completo. Actualmente se ha consolidado su interior, se ha reforzado el techo y se ha pavimentado su exterior.
Carrer Sant Pere. Frágil equilibrio el de estas fachadas para mantenerse en pie al estar apoyadas en el vacío.
Carrer Sant Pere.
Carrer de la Bassa
Carrer de la Bassa en sentido inverso.
Viviendas en el carrer de la Bassa.
Carrer de Pinyeres.
Carrer Ample.
Cal Sec. Preciosa edificación. Está en proyecto de rehabilitación para que pueda ser visitada.
Ruinas del poble vell. El pueblo nuevo de Corbera d´Ebre por debajo y al fondo la sierra de Cavalls, escenario de sangrientos combates durante la guerra civil.
Puertas en el Carrer Major.
Amplios volúmenes de Cal Metget. En proceso de rehabilitación.
Cima de la Montera. Parte más alta del poble vell. Antaño todo eran viviendas.
Puerta al vacío. Con vistas al pueblo nuevo.
Huellas de la barbarie.
Deposito de agua y al fondo la omnipresente torre de la iglesia.