Diez casas llegaron a componer la población en sus buenos tiempos.
Contaron con luz eléctrica desde los años 50. Treinta y dos mil pesetas de la época costó la instalación para todo el pueblo.
La fuente de agua para consumo la tenían a quince minutos del pueblo.
Algunas casas tenían aljibes y recogían agua de lluvia a través de canalones.
Sus tierras estaban cultivadas mayormente de trigo y cebada.
Iban a moler el grano al molino de El Pont de Orrit.
Tenían viñas con las cuales elaboraban vino que servía para consumo en la casa y para vender a almacenistas de El Pont de Suert.
Había un horno comunal para todo el pueblo, posteriormente se dejó de hacer el pan en él y se iba a Arén a comprarlo.
Con la leña de roble calentaban la lumbre de los hogares.
La ganadería se basaba fundamentalmente en la oveja. Alrededor de ochenta o noventa cabezas de ovino tenían en cada casa.
Los corderos se vendían a carniceros de Tremp o de Arén.
Perdices y conejos eran los animales que se cazaban en su término por los aficionados a la caza.
Pescaban truchas y barbos del Noguera Ribagorzana.
El cura venía desde el pueblo de Sapeira. Mosén Marcelino estuvo acudiendo durante unos años a realizar todos los oficios religiosos. Había que ir a buscarle con una caballería para que se desplazara hasta Escarlà. Se daba misa una vez al mes.
El médico venía desde Arén (Huesca), primeramente hacía el recorrido andando y años más tarde en moto.
De Arén también venía el cartero, unas veces andando y otras a caballo.
La festa major se celebraba el cuarto domingo de octubre con una duración de dos días.
El baile se hacía en el salón de casa Subirada la cual llevaba bastantes años deshabitada.
La música estaba amenizada por Josep, acordeonista del pueblo de Eroles.
Se acostumbraba a matar un cordero en cada casa en estas fechas festivas.
Venía la juventud de Espills, Tercui, Arén y Orrit a participar de las fiestas.
El día 6 de mayo iban en romería hasta la ermita de La Mare de Déu de la Mir.
Se desplazaban hasta Arén, al otro lado del Noguera Ribagorzana para realizar compras.
En los años 50 se incrementó su población puesto que varios trabajadores de la E.N.H.E.R (Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana dedicada a aprovechar los recursos hidráulicos de la cuenca del Noguera Ribagorzana) estuvieron viviendo de patrona en alguna de las casas del pueblo.
En los años 60 llegó el éxodo de sus vecinos buscando una mejor calidad de vida y dejar atrás las precarias condiciones de subsistencia que tenían.
Así para el año 64/65 Escarlà se quedó completamente vacío.
Lleida fue el lugar elegido mayoritariamente para iniciar una nueva vida (cinco familias emigraron a la capital provincial).
Casas de Escarlà: Espies, Casolá, Paneto, Mateu, Castellá, Buira, Guardiola, Sabaté, Lloret, Subirada.
Informante: Ricard Castell, antiguo vecino de Escarlà.
Visita realizada en mayo de 2019 en compañía de Josep Puy natural del pueblo de Colls (Huesca).
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Otro pueblo al que he llegado tarde para conocer en debidas condiciones. Escarlà es ya un lugar irrecuperable, irreconocible y harto difícil de hacer una visita en aceptables condiciones.
En una mañana primaveral soleada pero fresca voy a conocer este despoblado en compañía de mi buen amigo Josep, residente en Balaguer pero nacido en Colls en la Ribagorza de Huesca.
Cruzamos el Noguera Ribagorzana por el Pont de Orrit y enfilamos la pista que paralela al subterráneo río nos va acercando a esta población del Pallars Jussà. En los últimos kilómetros el camino comienza a ascender y dejamos el acompañamiento del río. El pueblo ya se divisa en algunos tramos encaramado en un altozano.
Llegamos hasta unos cientos de metros del pueblo. La vista panorámica desde aquí del pueblo es muy bonita, pero uno imagina ver esta misma visión cuando el pueblo estuviera en su apogeo.
Escarlà es un pueblo que agoniza, que se muere. Las ruinas de sus edificaciones y la abundante vegetación así lo atestiguan.
El pueblo está en muy mal estado y enseguida vemos que va a ser complicado hacer una visita a su entramado urbano.
Por un sendero nos vamos acercando a las edificaciones y pronto llegamos a los pies de la iglesia.
Vemos que la pared del ábside se ha desprendido debido a la erosión del terreno donde se asienta.
Trepando, saltando y apartando vegetación podemos llegar hasta la puerta del templo.
1778 es la fecha que hay grabada en la dovela central del arco de acceso.
Entramos a su interior. Ahí mismo vemos el efecto de la caída de la pared del ábside que habíamos visto al exterior. Se ha llevado por delante al altar mayor.
El resto va camino de la nada también. La pila bautismal yace olvidada en un rincón, ni rastro de la pila bautismal. El confesionario aguanta con dignidad (al estar bajo techo y lejos de la acción depredadora de los vándalos). Un par de capillas con desigual suerte de conservación, la sacristía desnuda de mobiliario. Por la escalera accedemos al coro, todavía en aceptable estado y desde aquí con precaución subimos al campanario. Desde aquí vamos a tener la mejor visión del pueblo, dado que luego ya no va a ser posible adentrarse en su interior.
Mucha edificación en ruina se divisa y sobre todo una vegetación apabullante que se ha tragado al pueblo. Por otro de los vanos vemos a lo lejos en una colina el también despoblado de Espills.
Dedicamos unos minutos a contemplar lo que queda del pueblo. Alguna vivienda con balcones todavía visible y otras muchas edificaciones que ya no se sabe que uso tuvieron.
Salimos al exterior y por el portal que daba acceso al recinto parroquial vemos la calle que se adentraba en las entrañas del pueblo. No podemos avanzar más de cinco metros, la vegetación tapona cualquier intento de avanzar.
Bajamos para abajo, voy a contornear un poco el pueblo para ver si hubiera algún resquicio por donde colarse pero nada. Nos tenemos que conformar con lo poco que hemos visto.
Escarlà más allá de la visita a su iglesia y ver un poco su panorámica desde el exterior no da más de si.
Toca ya marchar de este despoblado que tuvo que ser bien bonito.
A unos cientos de metros y de espaldas al pueblo decidimos dar cuenta de los bocadillos y las bebidas que previamente habíamos comprado en Puente de Montañana.
Escarlà visto desde el cauce del Noguera Ribagorzana.
Peiró en una de las entradas del pueblo.
Escarlà visto desde las eras.
La iglesia románica de Sant Joan de Escarlà. Se observa el boquete generado por el desprendimiento de la pared del ábside.
Otra visión del templo parroquial. La campana que tenía fue llevada a la ermita del campamento de la E.N.H.E.R en Arén (poblado creado junto al Noguera Ribagorzana para albergar a los trabajadores y como base de los trabajos a realizar en la zona).
Interior del templo. Capillas laterales. De frente el derrumbamiento de la pared del ábside se llevó por delante el altar mayor.
Confesionario y altar lateral.
Puerta de acceso al templo y coro de madera.
Pila bautismal.
Vista desde el campanario del entramado urbano de Escarlà. Ruina generalizada y abundante vegetación
Vista desde el campanario. Eras, corrales y pajares. Al fondo a la derecha sobre la cresta de la montaña se divisa la silueta del despoblado de Espills.
Desde el portal de acceso al recinto parroquial se ve así la calle que se adentraba en el corazón del pueblo. Imposible avanzar.
En algunas casas se observan reformas posteriores con el uso del ladrillo, las bajantes que canalizaban el agua de lluvia o los anclajes de la luz.
Edificación en aceptable estado en su fachada exterior con el uso del ladrillo en el dintel y en los arcos de descarga.