Un pueblo que nunca se habría quedado vacío si no es porque así lo decidieron los que tenían el poder.
Alrededor de unas cuarenta viviendas estructuradas en torno a cinco calles y dos plazas daban forma a Jánovas.
Había molino junto al río Ara que a la vez que servía para moler el grano proporcionaba también electricidad a Jánovas y a todos los pueblos de la Ribera.
Había seis hornos en el pueblo y alguna casa tenía horno particular. En los últimos tiempos era el panadero de Lacort el que lo llevaba hasta el pueblo.
Leña de pino para los hornos y de carrasca para las casas era lo que utilizaban.
Trigo, cebada, judias, alfalfa y maíz entre otras producciones era lo que cultivaban en sus tierras.
Ovejas y cabras se repartían el volumen ganadero.
De Boltaña y Sabiñanigo venían tratantes a comprar los corderos.
De Fiscal venía un comerciante a comprar las pieles de los animales.
Codornices, perdices y conejos era lo que cazaban los aficionados a la caza por los montes de Jánovas.
Del río cogían truchas que servían para variar un poco la dieta alimenticia en las cocinas.
El cura venía desde Lacort. Don Antonio o don José María son algunos de los que realizaron tal cometido. Alguno se desplazaba en caballería mientras que los últimos ya utilizaban algún tipo de vehículo como era un seiscientos.
El médico venía desde Fiscal en la persona de don Antonio Brunell. Solía acudir los domingos a pasar consulta a Jánovas y hacía el desplazamiento en moto.
Había cartero en Jánovas en la persona de Antonio Buisán de casa El Correo. A las doce esperaba en el Mesón de Frechin junto a la carretera la correspondencia que venía desde Boltaña. A las tres y medía subía otra vez al mesón para recoger la correspondencia que venía desde Sabiñanigo en el coche de línea. Miguel Larrosa de casa Joaquina montado en un burro se encargaba de repartir la correspondencia a Albella, San Felices y Planillo.
José Picardo era el herrero, el cual venía desde Javierre.
Iban a comprar a los comercios de Lacort o a Boltaña.
Se desplazaban a pueblos del Somontano como era Buera o Colungo para abastecerse de vino.
El 29 de septiembre tenían la fiesta grande en honor a San Miguel.
Se hacía una ronda mañanera con dos joteros; Bareche y Campodarve por todas las casas del pueblo.
Cuatro horas duraba la ronda. En cada casa se ofrecía a la comitiva el porrón de vino rancio o moscatel acompañado de tortas y rosquillas.
Se hacía un pasacalle con los músicos para anunciar el baile.
Se celebraba misa mayor y procesión por las calles del pueblo.
En la comida en las casas no faltaba esos días el pollo, el cordero o el cabrito.
Se hacían carreras de burros sin aparejos y con los jinetes montados del revés.
No faltaban tampoco las carreras de sacos.
Se ponía un poste en la plaza el cual se había enjabonado previamente para hacerlo escurridizo y el que consiguiera trepar a lo alto se llevaba el premio (dos pollos).
Se lanzaban fuegos artificiales.
Un canario casado con una chica de casa Catalina acostumbraba a traer regalos para los niños.
No faltaba la juventud de Lacort, de Lavelilla, de San Felices, de Planillo....
Nadie por muy forastero que fuese se quedaba sin probar bocado, a todos se les buscaba acomodo en alguna casa.
El baile se hacía en la plaza o en el salón de baile situado debajo de la escuela.
La Orquesta Rios de Belver de Cinca, la orquesta Estrellas Negras de Binaced o la Orquesta Columbia de Estadilla fueron alguno de los grupos musicales que amenizaron los bailes de la fiesta de Jánovas.
El 20 de enero, para San Fabián se hacía la fiesta pequeña. Se hacía una hoguera en la plaza y se comían patatas asadas y arenques.
Los domingos y días festivos se hacía baile a nivel local en el salón de baile.
El marido de la maestra (doña Antonia) que tocaba el violín y Benito de casa Antonia al acordeón amenizaban el baile.
En otras ocasiones los músicos eran Luciano de casa Maza con guitarra acompañado de Rufino, el marido de la maestra de San Felices que tocaba el saxofón.
En 1927 ya hay noticias de la idea de hacer un pantano en el río Ara pero todavía sin especificar muchos detalles.
Es a comienzos de los años 50 cuando el proyecto empieza a tomar forma. Iberduero estudia la viabilidad de la obra al concederle el Estado la ejecución del embalse.
Janovas, Lacort y Lavelilla quedarían anegados por las aguas del pantano.
Aún tendrían que pasar unos años más hasta el 63 cuando Iberduero solicitó la expropiación forzosa del pueblo.
Dinero obtenido por la venta de las fincas y casas del pueblo que a unos les vendría bien para comprar un piso en el lugar de destino elegido (los que ya tenían pensado emigrar) pero que sin embargo a otros les supuso un autentico mazazo para sus intereses.
La gente que menos propiedades tenía no iba a obtener mucho a cambio y así fueron reacios a marchar de Jánovas.
Tres casas quedaron abiertas a últimos de los 60, quedando reducidas a dos: casa El Correo y casa Garcés.
Extorsiones y coacciones de todo tipo recibieron las dos familias que quedaban en el pueblo. Desde dinamitar alguna de las viviendas ya expropiadas sin ningún tipo de seguridad para los que allí vivían todavía hasta clausurar de manera mafiosa y abrupta la escuela dando una patada a la puerta por medio de un empleado de Iberduero, sacando a la maestra de los pelos y a los niños a empujones.
No quedaba ahí la cosa, se les cortó el agua y la luz, se les multaba por pastar el ganado en terrenos ya expropiados y de propiedad de la empresa, se les multaba por sembrar en terrenos ya expropiados y se les intentaba cortar el acceso con la carretera por el puente colgante. Así hasta un sinfín de tropelías de contar y no acabar.
Con el fallecimiento de Antonio Buisán de casa El Correo en el año 69 su viuda María Pueyo a pesar de la negativa inicial a marchar acabó por claudicar y marcharse con los hijos a Barcelona.
A partir de entonces solo casa Garcés (conocida antaño como casa Secretario) quedaba abierta de manera permanente en Jánovas.
Emilio Garcés y Francisca Castillo fueron los numantinos resistentes a marchar del pueblo. Solo ellos pudieron saber las insistentes presiones y situaciones desagradables que vivieron durante esos años. Visitas de la guardia civil, de los empleados de Iberduero, de vivir entre ruinas, de amenazas, de trabajos de demolición, donde no contaban con el apoyo de nadie puesto que hasta las gentes de otros pueblos eran contrarias a manifestar su apoyo al matrimonio haciéndoles ver que estaban retrasando la obra, que no iban a poder contra la empresa, que con su obstinación a marchar paralizaban la dinamización de la comarca y que con su negativa estaban impidiendo que gentes de la zona pudieran encontrar trabajo en las obras del citado embalse.
Fue una lucha desigual, de David contra Goliat. Aunque en el caso de Jánovas y a diferencia de la narración biblica, el vencedor fue Goliat (Iberduero y las administraciones).
No fue hasta el año 1984 cuando Emilio y Francisca abandonaron Jánovas de manera definitiva. El cercano pueblo de Campodarbe fue el lugar elegido para "el exilio cruel y amargo" por parte del matrimonio.
Previamente a todo este desaguisado la primera emigración se había producido después de la guerra, el destino fue Francia.
Carpintero, Culler o Tejedor fueron alguna de las casas que tomaron rumbo al país vecino.
En los años 50 y 60 fue cuando la emigración golpeó de manera contundente a Jánovas. Barcelona fue el lugar elegido por la mayoría para iniciar una nueva vida. En la Ciudad Condal se colocaron varios janovenses en el gremio del taxi.
Zaragoza, Boltaña o Barbastro también acogieron a varias familias que decidieron iniciar una nueva vida en estos lugares.
Jánovas se quedó vacío para dar forma a un embalse que iba a servir para que otros se beneficiaran. Pero las obras nunca llegaron, el proyecto se quedó obsoleto, arcaico. Un informe de Medio Ambiente en 2001 desestimaba la viabilidad de las obras. En 2005 se descartaba definitivamente la realización del pantano. En 2008 la Confederación Hidrográfica del Ebro se puso en contacto con los afectados para agilizar la reversión de las casas a sus propietarios. Después de unos años de tira y afloja y de desacuerdos parece que la cosa va bien encaminada y la gran mayoría de viviendas de Jánovas pueden volver a ponerse en pie en un futuro no muy lejano.
Fuentes de información:
- Jesús Garcés de casa Garcés.
- Libro: "Jánovas, víctimas de un pantano de papel" de Marisancho Menjón.
- Documentación: "Plan de ordenación urbana" hecho público por el ayuntamiento de Fiscal.
Visitas realizadas en abril de 1994, noviembre de 2016 y noviembre de 2017.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. He dudado mucho en publicar este reportaje, de hecho mi primera intención era no hacerlo, pero luego pensándolo mejor creo que la memoria de Jánovas está por encima de todo.
El motivo de mis dudas está en que la fisonomía y la habitabilidad del pueblo está cambiando de manera acelerada y en poco tiempo Jánovas ya no será un pueblo deshabitado de pleno y la gran mayoría de imágenes que podemos ver ahora a través de las fotografías dentro de muy poco tiempo ya no será lo mismo. Con la reversión de las casas, las infraestructuras y las rehabilitaciones de viviendas y edificios comunales están llegando de manera progresiva y dentro de poco Jánovas ya no será un pueblo en estado de ruina, pasear por sus calles tendrá otro color, otras sensaciones. Tendrá una segunda oportunidad de volver a la vida. Será tiempo de restaurar el agravio producido con el pueblo (aunque hay heridas que no se podrán restañar).
Después de más de veinte años de mi primera visita llego a Jánovas en una mañana otoñal del mes de noviembre. Día gris, lluvioso. La experiencia de pasar el puente colgante con el río crecido inenarrable. Maravillosa. Uno piensa en la cantidad de veces que lo pasarían los janovenses para subir hasta la carretera en días desapacibles, de lluvia, nieve o viento.
No para de caer agua. La fuente lo primero que aparece tras pasar un puente nuevo de hierro que salva el cauce del barranco Tenallas. El mítico y oxidado letrero con el nombre del pueblo da la bienvenida al visitante. Con la protección del paraguas vamos transitando por las calles del pueblo. Calles rectilíneas y perpendiculares unas con otras. Casas en estado de ruina pero con la fachada visible van saliendo al paso. Portadas (sin puerta), vanos vacíos de ventanas y balcones, tizoneras, chimeneas, son alguno de los detalles arquitectónicos que aparecen ante nuestros ojos. El suelo en algunos tramos está embarrado, con charcos. El olor a tierra mojada se adueña del ambiente. No es posible acceder al interior de ninguna vivienda, las cuales ya carecen de tejados. Materiales de construcción colocados en algunos rincones indican que en algunas casas las obras van a empezar muy rápido (en alguna ya lo han hecho). Nos acercamos hasta la iglesia. Nos sirve también para tomarnos un respiro de la lluvia torrencial que cae en ese momento. En su interior me llama la atención las pinturas murales del altar mayor (fueron hechas para ambientar escenas de la película "Guerreros" de Daniel Carlpasoro).
Les podrá causar extrañeza a alguien que no se haya documentado previamente.
Nos sentamos un rato en el poyo del pórtico. Desde ahí vemos llover. En vista de que no va a parar retomamos el camino hacia el pueblo. Al pasar por la plaza de la escuela vemos que sale humo de la chimenea del edificio rehabilitado de la escuela, dedicado a centro social y lugar de reunión de los antiguos vecinos del pueblo. Subimos la escalera que conduce al primer piso y entramos al interior. Tras los saludos de rigor y una charla sobre el pasado, presente y futuro del pueblo nos marchamos. Es la hora de comer.
Uno de los descendientes de casa Garcés se ofrece a llevarnos en su todo terreno hasta la carretera donde hemos dejado el coche. Con gran pericia enfila la bajada hasta el puente colgante y lo atravesamos con precaución. El río viene crecido y sobrecoge con la fragosidad con que las aguas buscan la entrada del congosto.
Volvemos al día siguiente, ya con el día más abierto y despejado. Hemos quedado con Jesús, otro de los hermanos Garcés y su pareja Mari Mar. Después de un suculento almuerzo en el comedor del edificio social salimos a pasear por las calles de Jánovas. Jesús me va explicando detalles de las calles, de las casas y de los proyectos de futuro que se van a ir realizando.
Nos acercamos hasta el lavadero junto al río ya colmatado por tierra y fango, apenas visible y localizable si no es con alguien conocedor de la zona. La vegetación no hace fácil acercarse a él.
Tengo la sensación de que en mi próxima visita ya no veré algunos aspectos urbanos tal y como los estoy viendo ahora. Es cuestión de tiempo (de poco tiempo diría yo). Jánovas va a dejar de ser un pueblo mustio, apagado y demacrado como lo era ahora. Las obras de rehabilitación y dotación de infraestructuras van bastante adelantadas (incluso cuando escribo estas líneas voy leyendo en internet diversas noticias relacionadas con las mejoras para el pueblo, las últimas la consolidación del tejado de la iglesia o la vuelta de la campana a su lugar de origen).
Los amantes de los despoblados vamos "a perder" uno de los pueblos más bonitos que ha dado la despoblación en la provincia de Huesca pero a cambio las gentes de Jánovas y sus descendientes van a ganar el pueblo que nunca debieron perder.
El daño producido a los janovenses quedará para siempre flotando sobre el nuevo Jánovas.
Se seguirá hablando durante años del embalse que nunca se hizo y que acabó con la vida de tres pueblos; Jánovas, Lavelilla y Lacort. Tres pueblos que dada su ubicación nunca habrían pasado a engrosar la larga, larguísima lista de pueblos deshabitados.
Jánovas visto desde la carretera en 1994.
Jánovas visto desde la carretera en 2016.
Jánovas visto desde la Peña Manuel con los colores del otoño.
El río Ara a su paso por Jánovas. El puente colgante salvaba el cauce del río y permitía a los janovenses llegar a la carretera.
El puente colgante de Jánovas. Construido en 1881, conserva su cableado original. Tiene una longitud de 59 metros y una anchura de dos metros y medio.
Puente para salvar el cauce del arroyo Tenallas. El actual es de hierro y sustituyó al original que era de madera, el cual se lo llevó varías veces la riada.
La fuente de Jánovas (con dos caños), con el abrevadero anexo.
Entrada al núcleo urbano de Jánovas. Casa El Maestro a la izquierda y casa Agustín de frente. A la derecha edificación donde los de casa El Maestro tenían una tienda.
Casa El Maestro la habitaba el matrimonio formado por Valeriano y Josefa. Tuvieron cuatro hijos. La familia se repartió entre Barbastro y Barcelona.
En la de Agustín vivieron el matrimonio formado por Santiago y María. Tuvieron tres hijos. La emigración los llevó a Barcelona.
Calle San Roque.
Calle San Roque. Casa Frechin y Casa El Maestro a continuación. En la de Frechín vivió el matrimonio formado por José y María. Se fueron a Boltaña
Calle San Roque.
Confluencia de calle San Roque con calle San Sebastián. Casa Garcés (también conocida como Casa Secretario). Fue la última casa que se cerró en Jánovas. La habitó el matrimonio formado por Emilio Garcés y Francisca Castillo. Tuvieron seis hijos. A continuación y de fisonomía muy parecida se encontraba Casa Piquero. Vivía en ella Josefa con sus dos hijos: Pepe y Carmen. Se fueron para Barcelona.
Plaza de la escuela.
Edificio de la escuela (actualmente rehabilitado como centro social). Se accedía al aula situada en el primer piso por una escalera exterior. En la planta de arriba quedaba la vivienda de la maestra, quedando la planta baja para salón de baile.
Alumnos de la escuela de Jánovas y maestra (María Pilar Durán). Curso 60/61.
Calle San Roque. Casas Felipe, Francho y Castillo (en proceso avanzado de rehabilitación).
En la de Felipe vivía el matrimonio formado por Bienvenido y Ascensión. Se fueron para Barcelona.
La de Francho estaba habitada por el matrimonio formado por José y Consuelo. Tuvieron tres hijos: Pili, Consuelo y José María. Se marcharon para Barbastro.
Casa Castillo la habitaba el matrimonio formado por Ramón y Asunción. Tuvieron un hijo: Ramón. Emigraron a Barcelona.
Plaza Mayor de Jánovas (llamada Plaza de la Concepción). Casa Jalle a la izquierda y casa Rufas a continuación.
A la izquierda de Jalle y haciendo ángulo había un frontón ya caído.
Casa Jalle la habitaba el matrimonio formado por Andrés y Ángeles. Tuvieron tres hijos: Antonio, Angelines y José María. Se marcharon a Barcelona.
En casa Rufas (una de las más pudientes de Jánovas) vivía el matrimonio formado por José y ???
Tuvieron dos hijos: Antolino y Milagros. Emigraron a Barcelona.
Calle San Fabián. Casa Arsegot y a continuación Casa Carpintero.
En la de Arsegot vivía Asunción que estaba viuda con sus hijos. Se marcharon a Huesca.
Calle San Fabían. Entrada de Casa Pablo.
Calle San Fabián. Casa Pablo. Aquí estaba la barbería. Vivía en ella el matrimonio formado por Pablo y Natividad. Tuvieron una hija: Lourdes. Se marcharon a Boltaña.
Casa Puyuelo. Ramón y Máxima era el matrimonio que vivía en ella. Tuvieron cuatro hijos: Ramón, Rafael, María y Dorita. Se marcharon a Barbastro.
Iglesia parroquial de San Miguel. Cementerio anexo.
Iglesia y crucero. Ruinas de la abadía a la derecha.
Atrio de la iglesia.
Portada de la iglesia de Jánovas. Fue desmontada para evitar su deterioro y su expolio y levantada en una plaza de Fiscal.
interior de la iglesia. Nave central. Capillas laterales. Altar mayor al fondo. Pinturas murales de corte ortodoxo en la pared. Fueron pintadas en 2002 para la película "Guerreros" de Daniel Carlpasoro para que ambientara escenas de un pueblo kosovar.
Calle San Sebastián. Casas Garcés y Piquero a la izquierda. Casa Soldadé a la derecha.
En la de Martín vivía el matrimonio formado por Julián y María. Tuvieron tres hijos. Emigraron a Monzón.
La de Giral estaba habitada por el matrimonio formado por Ramón y Carmen. Tuvieron cuatro hijos: Alberto, Isabel, Domingo y Santiago. Se marcharon a Labuerda.
Calle San Sebastián.
Calle San Sebastián. Casa Vicente a la izquierda. La habitaba el matrimonio formado por Aquilino y Bella. Tuvieron dos hijos. Emigraron a Zaragoza.
Calle San Miguel.
Calle del Pilar.
Calle del Pilar. Rampa de acceso al yerbero de Casa Maza.
Casa Carpintero a la izquierda y Casa Puyolé a la derecha.
Casa Dolores, junto al arroyo Tenallas. La habitó el matrimonio formado por José y Rosario. Se marcharon a Barcelona.
Apenas visible el lavadero.
Junto a la carretera a quinientos metros del pueblo estaba el Mesón de Frechin. Nada queda del edificio, solo esta edificación destinada a borda. En el mesón se recogían los paquetes, el correo, se esperaba al coche de línea, se podían alojar los viajeros y se podía tomar un café.