Situado en la comarca de Ribagorza, perteneció al ayuntamiento de Cornudella de Baliera, municipio que englobaba a varias aldeas.
Contaron con luz eléctrica desde el año 52 por medio de una línea que venía desde el molino de La Puebla de Roda.
Doce fuentes de agua había dentro de su término aunque todas ellas a cierta distancia de las casas.
Leña de roble y carrasca era la que utilizaban para combatir los inviernos calentando la lumbre de las cocinas.
"Debido a que había muchos trabajadores en la construcción de los túneles de Sopeira mi hermano y yo hacíamos carbón con la leña de roble y de carrasca y la bajábamos a vender a Arén con caballerías dos o tres veces a la semana".
HERMENEGILDO MENAL.
Sus tierras estaban sembradas de trigo, cebada, viñas y olivos. Aunque no se hacia vino ni aceite. Solamente los de Perarroy bajaban a moler la aceituna al Mas de la Ribera.
El grano del cereal se llevaba a moler a Arén. Años más tarde se llevaba el trigo al panadero de Arén y este les daba el equivalente en pan.
"En la posguerra se iba de noche a moler para no declarar todo, los guardias de Arén hacían un poco la vista gorda pues cuando iban de ronda por Treserra se les daba alojamiento y comida". HERMENEGILDO MENAL.
En cada casa se solía matar un par de cerdos al año.
La ganadería se basaba en pequeños rebaños de ovejas en cada casa. Tratantes de Arén y Ribera acudían a comprar los corderos para ser llevados posteriormente a Barcelona.
"Cuando me tocaba a mi ir de pastor me llevaba un libro y me sentaba en una piedra a leer. En una ocasión tan entretenido estaba que se me perdió el rebaño. Me asusté y fui corriendo a avisar a mi padre, el cual lo encontró unas horas después". HERMENEGILDO MENAL.
El 15 de mayo era la fiesta grande de Treserra festejando a su patrón: San Isidro.
Duraba uno o dos días según el año.
Se hacía la misa mayor y después la procesión.
Para la comida no faltaba a la mesa el cordero y de postre los brazos de gitano.
El baile se hacía en la era de L´Hereu, Bové o Toralla, si venía mal tiempo se hacia en el zaguán de L´Hereu.
Músicos de variada procedencia eran los encargados de amenizar el baile. Así acudían de Castigaleu con violín y guitarra. de Roda de Isabena (bandurria y guitarra), de Lascuarre (violín y saxo) o de Sopeira (acordeón).
De Claravalls, Soliva, Monesma y Cajigar era de los pueblos de donde acudía mayormente la juventud a participar de las fiestas de San Isidro de Treserra.
Para el 30 de junio se hacía una procesión hasta el pilaret de San Marcial.
No había escuela en Treserra y tenían que acudir a la de Claravalls. También acudían a ella los de Soliva.
"De Treserra según el año íbamos seis o siete niños. Nos llevábamos la comida en un capazo pequeño y allí comíamos, si teníamos parientes en alguna casa y los que no en la escuela. Los de Soliva si iban a comer a su pueblo. Seríamos en total alrededor de treinta niños.
Me acuerdo de dos maestras, una era de Zaragoza, doña Ángeles, aprendimos poco con ella, gritaba y pegaba con frecuencia. Mejor recuerdo tengo de doña Ignacia, era de Valladolid y aprendimos bastante con su enseñanza, nos estimulaba mucho con premios: un caramelo, un lápiz o cosas así". HERMENEGILDO MENAL.
Se oficiaba misa una vez al mes. El cura venía desde Cajigar, había que ir a buscarle con una caballería. Era costumbre que almorzaran en casa Bové. Mosén Francisco, mosén Samuel o mosén Ramón son algunos de los que se recuerda.
El médico subía en caballería desde Arén cuando la ocasión lo requería (don Antonio Rousera, don Ángel Borrell, don Julián Sequeros).
El cartero, José Dalmau (Pepito) era de casa Riba de Arén. Subía todos los días la correspondencia a Puigfell, Soliva, Calachoa, Treserra, Claravalls y bajada de nuevo hacía Arén.
Pocos vendedores subían por Treserra. En el recuerdo queda un señor de Graus que con un fardo a la espalda iba vendiendo hilos, agujas, paños y telas.
Venía gente de Arén a comprar huevos, pollos o conejos.
Bajaba la gente a comprar a Arén donde había cuatro o cinco comercios. Allí se abastecían de vino, arroz, azúcar, cafe, sardinas, bacalao o calzado entre otras cosas.
En contadas ocasiones lo hacían hasta Graus o Puente de Montañana.
Muy buena relación tenían con los pueblos de Claravalls y Soliva, lo que se traducía en compartir fiestas, en parentescos, en los bailes dominicales o de participar de diversiones comunes como eran los carnavales.
"Para carnavales nos disfrazábamos con lo que se podía, ropa vieja, sacos, nos poníamos adornos estrafalarios. Íbamos pidiendo por las casas de los tres pueblos, en ellas nos daban huevos, longaniza, morcilla, etc. Nos juntábamos todos en una casa deshabitada de Soliva y allí hacíamos una merienda, además contratábamos a un acordeonista de Arén para hacer baile". HERMENEGILDO MENAL.
A pesar de la armoniosa y apacible vida en Treserra el futuro no era muy halagüeño. Las tierras no daban más de si, todo quedaba lejos, faltaban servicios básicos y los cantos de sirena de las grandes ciudades se hacían oír por toda la Ribagorza.
En los últimos años de los 50 y primeros de los 60 se produjo la gran desbandada migratoria aunque hay que decir que en Treserra no fue total puesto que una vivienda no se cerró: casa Rels.
En los años posteriores dos de los descendientes de esta casa compraron las de Perarroy y Espuña, siendo las que se mantienen abiertas en la actualidad.
Lleida, Terrassa o Altorricón fueron alguno de los destinos elegidos por la gente de Treserra para iniciar una nueva vida.
Agradecimiento a mi buen amigo Hermenegildo Menal de casa
L´Hereu. A sus 88 años es portador de una memoria prodigiosa. Nostálgico amante de su pueblo al cual ha estado subiendo hasta fechas recientes. Agradable tarde pasada en Lleida escuchando sus recuerdos y anécdotas vividos en Treserra.
Visita realizada en septiembre de 2018.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. En los años 90 estuve cerca de Treserra pero no llegué a entrar a él. Pasé por un camino cercano desde donde divisé la iglesia y alguna casa cercana. Venía desde Noguero y me dirigía a Claravalls y Soliva. El tiempo no me daba para todo así que decidí visitar estos dos pueblos, a la vuelta quizá, pero no pudo ser, ya anochecía y tenía todavía una hora de caminar por delante.
Son las tres de la tarde de un día caluroso de finales de verano cuando llego hasta Treserra por el camino de Cajigar. Allí encuentro a uno de los dos habitantes que tiene el pueblo en la actualidad. Está terminando las faenas del día y se va a marchar a comer que ya toca. Charla trivial sobre Treserra y su situación actual. Tres casas separadas entre sí se encuentran en esta parte del pueblo: Rels, Perarroy y Espuña (estás dos últimas las que están habitadas a día de hoy). El resto de la aldea se encuentra a quinientos metros. Hacía allá que me voy por el camino de Claravalls, por un sendero me dirijo a casa L´Hereu, solitaria a modo de masía. Un coche destartalado y en ruinas dormita para siempre bajo la sombra de una carrasca. Llego hasta la vivienda, poderosa y amplia. Adyacente a ella las diferentes construcciones auxiliares. Abruma el silencio y la soledad que aquí se manifiesta. Desde aquí se divisa el otro núcleo disperso, el de la iglesia, enmarañado entre una masa forestal de pinos. Por medio un barranquillo, bajo hacía él para ver si puedo llegar hasta las otras casas pero es imposible, no hay camino, ya desapareció. Pero si veo una edificación sencilla y la boca de un horno colmatado por la vegetación. Es una tejería según me cuenta mi amigo Menal.
Salgo otra vez al camino de Claravalls para buscar el sendero que me lleve a la iglesia. No lo encuentro, la vegetación lo ha borrado, así que me toca serpentear por entre los pinos para cubrir los doscientos metros que hay hasta llegar allí. Diviso el templo por su espalda, tiene una casa adosada, la abadía. Por delante forma un encuadre muy vistoso. Bonita es la iglesia y bonita tuvo que ser la abadía. El cementerio con buena parte de sus muros caídos deja ver todavía algunas cruces de hierro y el nombre de los que allí recibieron sepultura.
El interior del templo sobrecoge (como casi todos). La imaginación trabaja sobre los actos religiosos que allí se dieron en tiempos pasados. Se nota el desgaste que produce el paso del tiempo pero todavía visible los altares, el coro o un mueble sacerdotal y el confesionario apilados en la sacristía.
Subo al coro, mucho riesgo de venirse abajo con el peso, extremo las precauciones, hago una foto y me bajo. Salgo al exterior y por un corto sendero cubro los cincuenta metros escasos donde se encuentran las dos viviendas que me faltan por ver. En relativo buen estado de conservación la de Toralla, no así la de Bové, la cual está en estado ruinoso y acercarse hasta ella es toda una odisea. Una invitación más al riesgo, saltando entre escombros y sorteando la frondosa vegetación.
La visita a Treserra toca a su fin. Lo que no vi hace más de veinte años lo he podido ver ahora.
Un destartalado letrero nos indica que estamos en Treserra.
Casa Perarroy, una de las dos habitadas en la actualidad. Sus propietarios fueron Agustí Tudel y Pilar Bonet, natural de Iscles. Tuvieron tres hijos: Custodio, Ramón y María. Vivía también con ellos un hermano soltero del amo de la casa (Antonio).
Emigraron a Lleida.
La iglesia románica de San Vicente. En piedra sillar y con el tejado de losa. Ábside. Estructura exterior de una de las capillas. Espadaña. Adosada queda la abadía.
Conjunto eclesiástico formado por la iglesia, el cementerio y la abadía.
Pórtico ya sin tejado. La puerta en arco de medio punto con grandes dovelas. A la derecha el acceso al cementerio.
Interior del templo. Presbiterio. Altar mayor donde estaba la imagen de San Isidro y altares laterales que albergaban al Santo Cristo y a San José. Estrella solar de seis puntas en el techo del ábside. De aquí proviene el frontal de altar, estructura decorativa que representa varias escenas dedicadas a San Vicente. Fue trasladado al museo diocesano de Lleida.
Interior del templo. Puerta de acceso. Coro alto de madera al que se accede por escalinata de piedra. Puerta al fondo que daba acceso a la abadía. Desgaste del enyesado en las paredes.
La abadía. Adosada a la iglesia. De tres plantas. Alargado balcón en la parte de arriba. No se conoció a cura alguno viviendo en ella.
Casa Toralla. Vivía en ella el matrimonio formado por María y Martin (natural de Suerri). Tuvieron cuatro hijos: Enrique, José, María y Martin. La emigración se los llevó a Terrassa (Barcelona).
Casa Bové, en ruina total. Vivían en ella dos matrimonios. Por un lado María casada con Antonio, natural de Las Vilas de Turbón (balneario). Por otro Ramón (hermano de María) casado con Ramona de casa Perarroy. Tuvieron seis hijos: Ramón, Rosarío, Antonio, Nieves, Conchita y Pepito. El primer matrimonio falleció en Treserra y el segundo emigró a Altorricón.
Entre las ruinas de casa Bové se deja ver un horno de pan.
Torreta del transformador de la luz. Había dos en Treserra: este situado bajo casa Bové y que daba servicio a esta casa, a Toralla y a L´Hereu. Había otro junto a Perarroy que daba suministro a las otras tres viviendas.
Casa L´Hereu. La más pudiente de Treserra. Amplios volúmenes, distribuida en varios cuerpos. Tenía seis habitaciones, prensa de vino y horno.
Vivía en ella el matrimonio formado por Antonia Roy y Joaquin Menal, natural de casa Pericó de Soliva.
Tuvieron tres hijos: Hermenegildo, Eloy y María.
En el año 59 cerraron la puerta de la casa y se marcharon para Lleida.
Trasera de casa L´Hereu. Galeria solanera en la planta de arriba.
Era de trilla de casa L´Hereu, posteriormente reconvertida en corral.
Tejería. Pertenecía a casa L´Hereu y casa Perarroy. Por detrás quedaba el horno el cual está casi taponado por la vegetación. Por encima de los pinos se divisa casa Toralla.
"Durante varios años venían unos tejeros de Biar (Alicante). Un matrimonio con un hijo. Llegaban a primeros de junio y estaban todo el verano. Hacían tejas y ladrillos. Dentro dormían y se hacían la comida. También ponían las tejas y los ladrillos a secar". HERMENEGILDO MENAL.