Pese a estar en llano, al estar a 975 metros de altitud les hacía padecer unos inviernos fríos pero no tan rigurosos como en otras partes de la provincia.
Alrededor de unas 125 personas vivían en Villanueva en los años 30 repartidos entre las veinticinco viviendas que llegó a contar el pueblo.
Además contaba con iglesia, torreón, escuela, horno, fragua, taberna y la ermita de San Pablo compartida con los pueblos de Zamajón y Tapiela.
Tuvieron luz eléctrica en el pueblo desde 1928 procedente de la fabrica de la luz en el molino de Velacha.
También llegó el agua a las casas villanuevanas. Hecho que sucedió en 1960.
Como no podía ser de otra manera, estando en una comarca cerealista por excelencia sus campos estaban dedicados al cultivo del trigo y la cebada.
Llevaban a moler el grano según los años al molino de Velacha, al de Tardajos o al de El Cubo de la Solana.
Tenían una buena dehesa para pastos junto al río Rituerto, lo que era aprovechado por las ovejas y las vacas que eran los animales que conformaban la ganadería villanuevana.
Había tienda-taberna en el pueblo, en la casa de Emeterio Contreras. Allí se podían comprar los productos más básicos además de poder tomarse unas gaseosas o unas cervezas.
Las gentes de Villanueva aprovechaban los sábados para ir al concurrido mercado de Gómara (el pueblo más importante de la comarca) para abastecerse de productos que no hubiera en el pueblo.
Y también diversos vendedores ambulantes aparecían periódicamente por Villanueva para vender su mercancía. Tal era el caso de Vidal que venía desde Gómara con un carro vendiendo pescado o Santiago que también llegaba desde Gómara.
Atanasio desde Tejado primeramente con un carro y luego con una furgoneta llegaba vendiendo carne de cordero y de cabrito.
San Marcial era el patrón de Villanueva de Zamajón, al que celebraban fiesta el 30 de junio (2 días).
Se hacía procesión hasta la ermita de San Pablo. Dos pendones, el estandarte y la cruz encabezaban la comitiva. Se celebraba misa en la ermita. Se hacía la subasta del rosco que servía para financiar los gastos de la fiesta.
El segundo día de la fiesta se hacía una misa de de difuntos en la iglesia del pueblo.
Los gaiteros de El Royo con el celebre dulzainero Cesáreo Martín a la cabeza eran los encargados de poner la nota musical. Se hacía baile en la plaza antes de comer y luego por la tarde y noche.
En tiempos más recientes la llegada de nuevos estilos musicales hizo que la figura de los dulzaineros fuera desapareciendo y aparecieran otro tipo de músicos como la Orquesta Marisol de Tardelcuende que vino a tocar a las fiestas de Villanueva durante unos años.
Mucha importancia tenía también estos días festivos los animados partidos de pelota que se hacían en el frontón.
De Tejado, Zamajón, Tapiela o Torralba acostumbraba a venir buena parte de la juventud a participar de las fiestas de San Marcial.
En épocas de sequía se hacían rogativas en la ermita para pedir el agua de lluvia.
El cura venía desde Tejado. Don Felix o don Francisco son algunos de los que se recuerdan. Aunque también llego a haber cura residiendo en Villanueva, en la persona de don Abilio, llevaba también el pueblo de Zamajón.
El médico también venía desde Tejado. Don Isidoro o don Manuel realizaron ese cometido en los años 40. Don Ramiro fue otro de los recordados en fechas más recientes.
El cartero residía en Zamajón e iba en bicicleta hasta Gómara para recoger la correspondencia.
Muy afamados eran las dos cuadrillas de albañiles que había en Villanueva y que realizaban trabajos en todos los pueblos de la comarca.
Los domingos era el día de asueto, lo que aprovechaban los jóvenes para jugar al frontón o tomarse unos refrescos en la taberna. Por la tarde se desplazaban a Tejado para participar de los bailes locales que allí se daban.
Como acontecimiento social, la llegada de la primera televisión al pueblo, que se instaló en la casa del maestro fue toda una revolución.
La emigración se ensañó con todos los pueblos del Campo de Gómara y Villanueva de Zamajón no fue una excepción. La mecanización del campo que hizo mermar la mano de obra, la falta de trabajo para todos en familias numerosas, la ausencia de algunos servicios básicos y las ganas de mejorar en calidad de vida fue empujando a los villanuevanos a marchar del pueblo.
Zaragoza y Soria fueron los destinos mayoritarios elegidos para iniciar una nueva vida.
Fue en la década de los 80 cuando Villanueva de Zamajón perdió totalmente su población y pasó a engrosar la larga nomina de pueblos deshabitados.
Aunque hay que decir que Villanueva no sufrió el abandono de manera tan dramática como otros pueblos puesto que se siguieron manteniendo las casas como apoyo a las tareas agrícolas y se siguieron trabajando las tierras.
Visitas realizadas en noviembre de 2005, noviembre de 2008 y agosto de 2015.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Causa desazón pasear por las calles de Villanueva de Zamajón y encontrarte con un lugar decadente y apagado. Tuvo que ser Villanueva un pueblo hermoso a juzgar del empaque que atesoran muchas viviendas. Se combinan viviendas en buen estado, con otras mantenidas simplemente para evitar su deterioro y con otro buen numero de ellas en estado de ruina. También hay profusión de naves agrícolas.
El hecho de atravesar la carretera por medio del pueblo, el trajín constante de los agricultores en las fincas cercanas y la presencia de manera esporádica de gente que entra y sale de algún edificio hace que disminuya mucho la sensación de soledad y silencio.
En mis tres visitas he visto gente por sus calles aunque no se dio la situación para entablar conversación.
El pueblo ha ido de menos a más, pues en 2005, año de mi primera visita hasta el precioso edificio de la escuela se encontraba abandonado y olvidado, sus puertas abiertas de par en par te permitían imaginar los años escolares dentro del recinto. Un vistazo al interior de las viviendas a las que se podía asomar mostraban huellas del expolio tan dañino que habían practicado los amigos de lo ajeno.
La vegetación sin ser avasalladora se había adueñado de algunos rincones del pueblo.
Ha sido con el paso de los años cuando los vecinos se pusieron manos a la obra y fueron recuperando diversos edificios comunales como la escuela o la fragua, la consolidación de la iglesia o el pavimentado de la parte central del pueblo, dando muestras de que marcharon pero no se olvidaron.
Tengo curiosidad por saber si Villanueva con el paso de los años volverá a recuperar el ajetreo de gentes por sus calles o solo seguirá siendo un lugar de paso y de uso temporal.
Las primeras casas que aparecen al entrar por la carretera de Tejado.
Al otro lado de la carretera lo primero en verse es el delicioso edificio del lavadero. Orientados al sur, amplios ventanales enmarcados en ladrillo en arco de medio punto para recibir la luz solar.
Calle de la iglesia.
Otro tramo de la misma calle.
La iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción. Construida en mampostería con piedra de arenisca. Portada de origen románico. Espadaña en origen cerrada posteriormente para dar forma al campanario. Veleta coronando el tejadillo. Tejado de la nave a tres vertientes. Atrio delimitado por muro. Sacristía adosada en el lado derecho. No se ha librado del expolio.
El palio que se utilizaba en las procesiones se halla en la concatedral de San Pedro en Soria.
La parroquial por su lado norte. Ausencia de vanos. Contrafuertes. Torreón musulmán a su derecha.
Torre defensiva del siglo X de origen musulmán. Supera los diez metros de altura. Se entraba a su interior por una puerta situada a mitad de fachada a la que había que acceder por una escalera portátil.
Se abrió puerta a nivel de suelo puesto que en el siglo XX sirvió como casa consistorial de Villanueva, quedando las plantas superiores dedicadas a palomar. Por este lado tenía adosada una vivienda de la que nada queda, solo la huella en la pared. Al otro lateral si mantiene viviendas adosadas formando hilera en numero de tres (aunque una de ellas ya no esta en pie).
La vivienda referida anteriormente. Estaba situada en mitad de calle. Ya no existe como tal. Esta escombrada. Puerta de madera de dos hojas en arco escarzano. Argollas para atar las caballerías a ambos lados de la puerta. Ventana enrejada. Balcón de forja con suelo de piedra sustentado por canes.
Calle de Villanueva. Fachadas sur y este de una vivienda. Profusión de vanos de irregular tamaño para recibir la luz solar.
La escuela de Villanueva de Zamajón. Preciosa edificación. Amplios ventanales orientados al sur. Puerta de acceso en el lado este con tejadillo. Tejado coronado por veleta. Muchos nombres en el recuerdo de los que aquí impartieron enseñanza. Don Felipe, don Angel, doña Damiana, don Manuel, don Aurelio en los años anteriores y posteriores a la guerra civil. En años más recientes por aquí pasaron doña Emilia y doña Tríni que eran de Tejado, don Aurelio que era natural de Villanueva o doña María Leal natural de Madrid. Muy buen recuerdo dejó esta última maestra que curiosamente también estuvo ejerciendo en otro pueblo deshabitado de la provincia, Yuba, donde también se supo ganar el aprecio de sus vecinos.
Actualmente se ha rehabilitado y se usa como centro social de reuniones.
Estampa urbana. Cochera, vivienda y el torreón.
Un paseo por el trazado urbano de Villanueva permite apreciar el buen porte de algunas fachadas.
Vivienda y el torreón. Omnipresente en casi todos los encuadres del pueblo.
Sencillas viviendas en mampostería vista, sin revoco. La visión óptica hace parecer que están adosadas al torreón, pero no es así.
Estampa urbana.
Saliendo por el camino de Zamajón, la última vivienda del pueblo. Agoniza tras ver como se caía el tejado. La cuadra y pajar a su izquierda ya se cayó.
La fragua. Había herrero residente en el pueblo. Se ha rehabilitado para otros usos.
El frontón. Muchos jóvenes villanuevanos pasaron largos ratos aquí entretenidos golpeando la pelota contra su pared. Por detrás asoma la fachada de la escuela. En la actualidad todo este tramo esta pavimentado y en buen estado.
Pozo, fuente y pilón.