Solitario y olvidado se presenta el pueblo de Huertalo en disposición longitudinal sobre un brazo de tierra que desciende del monte.
Fue un pueblo muy bonito y lleno de vida que se fue apagando de manera cruel a partir de los años 50 en que empezó a disminuir su población drasticamente.
Diez casas que formaban una calle casi rectilínea y una hermosa plaza daban forma a Huertalo.
Un terreno de regular calidad permitía sembrar sus tierras de trigo y cebada principalmente, mientras que las ovejas y las cabras eran las que pastaban en sus pastos y montes.
Celebraban sus fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción con una duración de tres días, del 8 al 11 de diciembre. Hacían una procesión llevando a la virgen desde la ermita hasta la iglesia. Allí la celebraban una misa y acto seguido la volvían a llevar a la ermita.
En las comidas de las casas en esos días señalados no faltaba la paella, la sopa, el pollo asado o el ternasco, además de la repostería a base de magdalenas, flan y rosquillas.
Como por esas fechas solía hacer bastante frío, el baile se realizaba en el interior de la escuela pero algún año que la climatología fue benévola permitió que se hiciera en la plaza.
El cura venía desde Villarreal de la Canal, andando o en caballería, mosen Martín fue uno de los que se recuerda, años más tarde venían desde Berdún.
El médico venía desde Berdún cuando la situación lo requería sino eran los vecinos de Huertalo los que tenían que desplazarse a Berdún para ser tratados de su dolencia o enfermedad. Don Tomas y don Jesús fueron algunos de los médicos que se recuerdan.
Desde Berdún venía andando todos los días menos cuando nevaba el cartero para repartir la correspondencia.
A un molino en las cercanías de Berdún llevaban a moler el grano, que cargaban en carretas tiradas por machos o mulas.
A realizar compras se desplazaban hasta Berdún, Biniés, Villarreal de la Canal o incluso llegaban a Jaca. Si era compra de poca envergadura se iba andando y sino con el burro. Aunque eran casi autosuficientes pues había de todo en las casas (pollos, cerdos, verduras, fruta, vino y pan), también hacían jabón con la grasa de los animales, si tenían que abastecerse de productos que no había en el pueblo como era el azúcar, arroz, aceite, sal o pescado. Pescado que solía llegar a Villarreal de la Canal en camión procedente de San Sebastian y que Francisco Solano se encargaba de llevarlo a vender a Huertalo.
También aparecía por allí un vendedor ambulante llamado Cirilo Heriza vendiendo hilos, telas y ropa.
El futuro de Huertalo estaba escrito al no llegar allí nunca una carretera que hiciera la vida más fácil a sus vecinos, lo que unido a la difícil calidad de vida en un terreno áspero y abrupto fue lo que motivó que los habitantes de Huertalo buscaran un mejor porvenir en otros lugares, así la gente marchó principalmente a Berdún, Sabiñanigo o incluso alguna familia dio el salto hasta América.
Manuel Solano de Casa Matías y Angel Sanz de Casa Salvador fueron de los que aguantaron hasta el final en Huertalo pero el último de Huertalo fue un pastor de Casa Tresa (aunque lo llegué a conocer en mi primera visita a Huertalo no recuerdo su nombre y nadie me ha sabido dar razón de ello en una posterior visita), este hombre habitó en el pueblo hasta 1998 aproximadamente, después de quedarse viudo estuvo unos años solo hasta que lo avanzado de su edad le hizo desistir de seguir viviendo en Huertalo.
A partir de aquí el silencio y el olvido se apoderaron de Huertalo desmoronándose agonicamente sus edificios y siendo tomado el pueblo por una avasalladora vegetación.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Visita realizada en solitario en octubre de 1996 y en mayo de 2009.
Huertalo en 1996. Todavía vivía una persona, las casas estaban en mejor estado y las calles ausentes de maleza.
Vista parcial de la plaza con la escuela a la izquierda y casa Matías de frente.
Escuela de Huertalo con su rustico letrero encima de las ventanas (ESCUELA NACIONAL HUERTALO). Unos diez niños llegaron a asistir a ella. Los últimos niños acabaron yendo a la de Berdún. La planta de arriba estaba destinada a vivienda de la maestra pero nunca se llegó a acabar de construir. Las maestras vivian de patrona en alguna casa.
Casa Matías. Bonita y dominante fachada en la plaza. Los amos de la casa se marcharon para Berdún cuando ya estaban mayores. Un hijo de ellos, Manuel Solano Sanz fue el último que habitó la vivienda.
Los de Casa Matías eran espectadores privilegiados de todo lo que acontecía en la plaza.
Presbiterio de la iglesia. La mesa del altar mayor fracturada en el suelo. Unas pinturas murales góticas se encuentran en el Museo Diocesano de Jaca.
Pila bautismal por el suelo. Algún ¨ave de rapiña¨ se la intentó llevar y desistió del empeño.
Sin tejas los edificios tienen la ¨muerte¨ asegurada. Las paredes se abren, las vigas se parten. Desolación. Amargura.
Escudo nobiliario de piedra rojiza incrustado en una fachada.
Fue un pueblo muy bonito y lleno de vida que se fue apagando de manera cruel a partir de los años 50 en que empezó a disminuir su población drasticamente.
Diez casas que formaban una calle casi rectilínea y una hermosa plaza daban forma a Huertalo.
Un terreno de regular calidad permitía sembrar sus tierras de trigo y cebada principalmente, mientras que las ovejas y las cabras eran las que pastaban en sus pastos y montes.
Celebraban sus fiestas patronales en honor a la Inmaculada Concepción con una duración de tres días, del 8 al 11 de diciembre. Hacían una procesión llevando a la virgen desde la ermita hasta la iglesia. Allí la celebraban una misa y acto seguido la volvían a llevar a la ermita.
En las comidas de las casas en esos días señalados no faltaba la paella, la sopa, el pollo asado o el ternasco, además de la repostería a base de magdalenas, flan y rosquillas.
Como por esas fechas solía hacer bastante frío, el baile se realizaba en el interior de la escuela pero algún año que la climatología fue benévola permitió que se hiciera en la plaza.
El cura venía desde Villarreal de la Canal, andando o en caballería, mosen Martín fue uno de los que se recuerda, años más tarde venían desde Berdún.
El médico venía desde Berdún cuando la situación lo requería sino eran los vecinos de Huertalo los que tenían que desplazarse a Berdún para ser tratados de su dolencia o enfermedad. Don Tomas y don Jesús fueron algunos de los médicos que se recuerdan.
Desde Berdún venía andando todos los días menos cuando nevaba el cartero para repartir la correspondencia.
A un molino en las cercanías de Berdún llevaban a moler el grano, que cargaban en carretas tiradas por machos o mulas.
A realizar compras se desplazaban hasta Berdún, Biniés, Villarreal de la Canal o incluso llegaban a Jaca. Si era compra de poca envergadura se iba andando y sino con el burro. Aunque eran casi autosuficientes pues había de todo en las casas (pollos, cerdos, verduras, fruta, vino y pan), también hacían jabón con la grasa de los animales, si tenían que abastecerse de productos que no había en el pueblo como era el azúcar, arroz, aceite, sal o pescado. Pescado que solía llegar a Villarreal de la Canal en camión procedente de San Sebastian y que Francisco Solano se encargaba de llevarlo a vender a Huertalo.
También aparecía por allí un vendedor ambulante llamado Cirilo Heriza vendiendo hilos, telas y ropa.
El futuro de Huertalo estaba escrito al no llegar allí nunca una carretera que hiciera la vida más fácil a sus vecinos, lo que unido a la difícil calidad de vida en un terreno áspero y abrupto fue lo que motivó que los habitantes de Huertalo buscaran un mejor porvenir en otros lugares, así la gente marchó principalmente a Berdún, Sabiñanigo o incluso alguna familia dio el salto hasta América.
Manuel Solano de Casa Matías y Angel Sanz de Casa Salvador fueron de los que aguantaron hasta el final en Huertalo pero el último de Huertalo fue un pastor de Casa Tresa (aunque lo llegué a conocer en mi primera visita a Huertalo no recuerdo su nombre y nadie me ha sabido dar razón de ello en una posterior visita), este hombre habitó en el pueblo hasta 1998 aproximadamente, después de quedarse viudo estuvo unos años solo hasta que lo avanzado de su edad le hizo desistir de seguir viviendo en Huertalo.
A partir de aquí el silencio y el olvido se apoderaron de Huertalo desmoronándose agonicamente sus edificios y siendo tomado el pueblo por una avasalladora vegetación.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Visita realizada en solitario en octubre de 1996 y en mayo de 2009.
Huertalo en 1996. Todavía vivía una persona, las casas estaban en mejor estado y las calles ausentes de maleza.
Entrando a Huertalo por la Plaza Mayor.
Vista parcial de la plaza con la escuela a la izquierda y casa Matías de frente.
Escuela de Huertalo con su rustico letrero encima de las ventanas (ESCUELA NACIONAL HUERTALO). Unos diez niños llegaron a asistir a ella. Los últimos niños acabaron yendo a la de Berdún. La planta de arriba estaba destinada a vivienda de la maestra pero nunca se llegó a acabar de construir. Las maestras vivian de patrona en alguna casa.
Casa Matías. Bonita y dominante fachada en la plaza. Los amos de la casa se marcharon para Berdún cuando ya estaban mayores. Un hijo de ellos, Manuel Solano Sanz fue el último que habitó la vivienda.
Los de Casa Matías eran espectadores privilegiados de todo lo que acontecía en la plaza.
La parroquial de San Esteban de Huertalo.
Presbiterio de la iglesia. La mesa del altar mayor fracturada en el suelo. Unas pinturas murales góticas se encuentran en el Museo Diocesano de Jaca.
Pila bautismal por el suelo. Algún ¨ave de rapiña¨ se la intentó llevar y desistió del empeño.
Casa Tresa, la última que se cerró en Huertalo.
Calle Mayor. La vegetación es la dueña.
Final de la calle Mayor. Casa Claveria.
Fachada lateral de Casa Claveria.
Calle Mayor. Imposible el paso.
Sin tejas los edificios tienen la ¨muerte¨ asegurada. Las paredes se abren, las vigas se parten. Desolación. Amargura.
Escudo nobiliario de piedra rojiza incrustado en una fachada.
Ermita de la Purísima Concepción, situada a unos 400 metros del pueblo.