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Channel: Los pueblos deshabitados
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Hórreos (Lugo)

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En una elevación del terreno sobre el río Visuña se encuentra el pueblo de Hórreos. Situado a 1030 metros de altitud en la parte más oriental de la Serra do Courel casi en el limite provincial con León.
Dependiente del ayuntamiento de Folgoso do Courel formaba parroquia junto con la aldea de Ferramulín.
Alrededor de una veintena de casas dieron vida a esta población que nunca conoció la luz eléctrica. Fueron los candiles de petróleo su fuente de iluminación.
No faltaban buenas nevadas cada año que se combatían con leña de roble para calentar la lumbre de las cocinas.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas principalmente de centeno, trigo y patatas.
Para moler el grano bajaban a la cercana aldea de Ferramulín donde llegó a haber en sus tiempos dos aceñas y dos molinos harineros.
El volumen ganadero se repartía entre vacas, cabras y ovejas. Los rebaños se sacaban a pastar por turnos rotatorios según el número de cabezas que tuviera cada familia.
Dos, tres y hasta cuatro cerdos se podían sacrificar cada año en la época de matanza según las necesidades de cada casa.
Abundaba en su término la caza del conejo y la perdiz.
Había cantina en el pueblo donde se jugaba a la brisca y se bebía vino y aguardiente.

"Los mozos de Visuña nos recorríamos los pueblos cercanos donde hubiera algo de ambiente. En Hórreos parábamos bastante y en la cantina echábamos unos tragos". ADELINO CARRETE, de Visuña.

A Ferrería
Alto de Cu de Galo
Camiño da Nova
Carrozo dos Regueirais
Chao de Lanza
Los Carrís
Monte de Hórreos
O Maseirón
O Souto
Os Millarados
Penad da Pala
Ponte da Ferrería
Rego do Boi
Río Seco

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Hórreos que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


Asistían a las ferias de ganado de Seoane y de Pedrafita do Cebreiro, donde aparte de llevar animales para vender aprovechaban para hacer compras.
Algún vendedor ambulante proveniente de Seoane, Visuña o Villasinde aparecía por el pueblo ofreciendo mercancía variada.

Hubo cura residente en Hórreos hasta los años cincuenta en la persona de don Vicente. Cuando ya dejó de haber sacerdote residiendo en el pueblo venía el de A Seara.
El médico venía en casos de gravedad desde el pueblo de Seoane.
El cartero subía desde Ferramulín a repartir la correspondencia.

Las fiestas patronales se celebraban en honor a San Pedro el 29 de junio. Se hacía una alborada por la mañana, misa, procesión y a la hora de la comida era costumbre matar una oveja en cada casa para agasajar a familiares y allegados. Acudía la juventud de Ferramulín, Cruces, Albaredos y Visuña. El baile estaba amenizado según el año por músicos de Dragonte, Paderne o Albaredos.
La gente joven acudía los domingos a los bailes que se celebraban en los pueblos cercanos.

"Cuando estábamos por el monte con el ganado nos avisábamos unos a otros de que el domingo iba a haber baile en tal sitio. Acudían los de Hórreos, los de Ferramulín, de Albaredos, hasta de pueblos más alejados como Busmayor. En muchas ocasiones se hacía el baile en la escuela de Visuña, otras veces en la cantina de Albaredos, los músicos eran los gaiteros de este último pueblo". ADELINO CARRETE, de Visuña.

La ausencia de buenos accesos, la falta de servicios básicos como la luz y las ganas de realizar otro tipo de actividad que no fuera el mundo rural sentenciaron a Hórreos a caer en los abismos de la despoblación. Ponferrada fue el destino elegido por la mayoría de las gentes del pueblo para empezar otra nueva etapa en sus vidas. Aproximadamente a mitad de los años 70 el pueblo se había quedado vacío.
Después de estar unas décadas sin población Hórreos ha recobrado la vida de manera parcial desde hace más de diez años por un grupo de neorrurales venidos de fuera. Hay dos casas habitadas.

Visita realizada en mayo de 2023.

Informantes:
Adelino Carrete, de Visuña.
Dalmiro Barreiro, de Cruces.
Vecinos de Ferramulín.


Punto y aparte. En este recién comenzado mes de mayo de 2023 hago mi primera visita a este pueblo de curioso nombre que tenía apuntado en mi agenda virtual como futurible a visitar desde hace años. Muy poca información en internet sobre el lugar (algunos artículos sobre los nuevos pobladores que habitan el lugar pero muy poco sobre su existencia en tiempos pasados) lo que aumentaba mis ganas de conocer esta población. Un sencillo letrero en pizarra junto a la carretera y una estrecha pista hormigonada muestran el camino para llegar. Desisto de subir con el coche y lo dejo en un saliente junto a la carretera. El camino es corto pero en ascenso, quiero hacerlo a pie. Abundante vegetación a ambos lados y prados rebosantes de verdor dan un animado colorido al entorno. Un hombre está haciendo faena en un huerto cercano. No me ve. En cuestión de unos pocos minutos estoy a la altura de las primeras edificaciones de Hórreos. La piedra negra y la pizarra en los tejados predomina en las construcciones. Mucha ruina en esta parte del pueblo. A la derecha quedan las nuevas construcciones que han adecentado los nuevos habitantes del pueblo. Cojo una calle lateral que me lleva por esta parte. Se ve algún coche aparcado, se oye música de manera tenue pero nadie se percata del visitante que ha llegado a Hórreos, ni un perro que ladre, ni una persona que mire por la ventana. Es la hora de la siesta y no hay actividad en el exterior. Vuelvo otra vez para la arteria principal del pueblo, la que la vertebra de norte a sur, la que no tiene signos de vida, donde se alternan construcciones en ruinas (muchas) con otras que mantienen su estructura en un aceptable estado (pocas).
Una cabra me mira entre extrañada y curiosa desde un cercado en un plano superior a la calle. Continuo mi deambular, algunas casas muestran sus entrañas interiores por el desgaste que se ha producido en sus muros debido a los años de abandono y olvido. Hay construcciones que ya no se sabe que uso tuvieron en el pasado dado su mal estado. A mitad de trayecto una casa se muestra de manera sencilla aguantando en buen estado y preservando su intimidad interior a los ojos del visitante. Mucho arbolado a ambos márgenes de la calle. Por un corto sendero me dirijo hacia la iglesia. Una plaza donde se sitúa la fuente antecede al templo. Asfixiado por la vegetación, no se puede acceder a su interior, apenas la espadaña sobresale por encima, dentro ya es todo un amasijo de escombros y maleza. El cementerio muestra las lapidas con los nombres de algunas de las personas que yacen en el recinto. Salgo al exterior, contemplo la fuente techada. Vuelvo sobre mis pasos puesto que por aquí no hay otra salida y cojo otra vez el vial principal. Continuo caminando por él, contemplando más de lo mismo: mucha edificación en el suelo o a medio caer. Llego hasta el final. Intento buscar un lugar desde el que pueda hacer una foto panorámica al pueblo pero no lo consigo. La vegetación y el poco desnivel por aquí no lo hacen posible. Doy media vuelta y hago el recorrido a la inversa, ahora de sur a norte. Viendo las oscuras construcciones desde otra perspectiva. Algunos encuadres sugerentes, en especial uno a mitad de calle donde tres edificaciones se alinean en hilera y forman la "postal" de Hórreos. Sencilla pero bonita visión, tanto viéndola desde una parte como de otra. Forma para mi la mejor imagen de unas construcciones que agonizan sin remisión. Continuo desandando el camino, la cabra que advirtió de mi presencia minutos antes se encuentra distraída pero en cuanto me ve aparecer nuevamente se arrima al vallado y se queda un instante mirándome fijamente hasta que me pierdo de su punto de visión. La visita a Hórreos toca a su fin. Por fin lo conocí, pero la verdad es que ha sido un poco tarde. Me lo he encontrado muy demacrado, agonizante (salvo la parte que ha recobrado vitalidad con la presencia de nuevos moradores). Hace quince o veinte años habría visto un Hórreos más entero y más pintoresco. Aún así me alegro de haber visitado el lugar. Y es que no es el primer despoblado gallego que conozco pero si es el primero que incluyo en el blog. ¡¡Ya tocaba!!


Llegando a Hórreos.




Las primeras edificaciones que salen al paso son un muestrario del estado general en que se encuentra el pueblo.



Calle principal. Ruina generalizada a ambos lados del camino.



Sencillo pero bonito tramo de calle.




El mismo tramo de calle visto a la inversa con la serra do Courel de fondo.



Vivienda. Encalada de blanco. De una sola planta. Escalera exterior para acceder a ella.



La escuela de Hórreos.




Plaza de la fuente. La iglesia de fondo.




La plaza vista a la inversa. La fuente a la derecha.




La fuente de Hórreos.




La iglesia parroquial de San Pedro.

"En Albaredos teníamos una maestra que los domingos por la mañana nos llevaba a esta iglesia de Hórreos a escuchar misa. Teníamos tres kilómetros desde nuestro pueblo y otros tantos de vuelta". OCTAVIO BLANCO, de Albaredos.



Cementerio. Se traía aquí también a enterrar a los de Ferramulín.



Calle de Hórreos.




Las dentelladas que da la despoblación hace que algunas viviendas muestren sin reparo sus entrañas.



Calle principal.




La entrada al pueblo por su parte sur.




Bonito encuadre urbano.




Calle de Hórreos.




Vivienda en estado ruinoso.




Hacia la salida del pueblo.

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