A pesar de ser un pueblo de notable envergadura no pudo resistir las dentelladas de la despoblación que tanto destrozo a causado en la cara norte de la sierra de Pela. Toda la franja suroeste de la provincia soriana, desde los limites con la provincia de Segovia (Ayllón) hasta Retortillo de Soria esta agonizante, solo este último pueblo mantiene un poco el nivel demográfico más alto y en menor medida Montejo de Tiermes, los demás apenas mantienen dos o tres casas abiertas durante todo el año, quedándose como pueblos de veraneo. Unos cuantos ni siquiera se mantienen con ese fin pues desde que sus vecinos se marcharon no volvió la vida a ellos. Entre este ultimo grupo podría estar Manzanares sino es por un grupo de gentes venidos de fuera que se instalaron hace años en el pueblo.
Precioso pueblo situado en una suave elevación del terreno paralelo al río Manzanares, este pueblo llegó a contar con un numero aproximado de cincuenta viviendas.
Pertenecía al ayuntamiento de Losana y desde muy antiguo contaron con luz eléctrica de una linea que provenía de Retortillo de Soria.
De buena calidad era la madera de olmo que había en el monte, madera que era llevada a vender a Campisabalos (Guadalajara).
Tenían buenos pastos en su termino, lo que era aprovechado por el ganado vacuno y lanar. Muy apreciados eran los becerros de Manzanares que eran criados con hojas de olmo.
La agricultura se basaba en el cultivo de trigo, cebada y yeros principalmente.
Había escuela (don Hipólito fue el maestro que impartió enseñanza durante muchos años), fragua (el herrero residía en Manzanares) y había un horno comunal, aunque varias casas tenían su horno particular. Con el paso de los años se dejó de hacer pan en los hornos y por turno iban a recogerlo a Losana, adonde previamente lo habían traído los panaderos de Retortillo.
Contaba también con taberna y posada.
Para moler el grano eran los molineros de Pedro los que venían a recogerlo y lo devolvían posteriormente hecho harina.
Desde Pedro también venia el cura a caballo (don Jesús), el médico lo hacia en caballería desde Tarancueña, de donde también venia el veterinario. En Tarancueña estaba la farmacia para cuando había que comprar medicinas.
El cartero (Juanito) venia desde Rebollosa de los Escuderos andando, habiendo recogido previamente la correspondencia en Losana.
Para realizar compras se desplazaban al pueblo de Campisabalos (Guadalajara) distante algo más de una hora de camino, otras veces acudían a Retortillo o a Montejo.
Rara vez salían los manzanareños de la comarca como no fuera el día 8 de noviembre a la concurrida feria de ganado de San Esteban de Gormaz.
La virgen del Rosario era la patrona de Manzanares a la que celebraban fiesta el día 8 de septiembre. Duraban dos días y se empezaba con una diana por la mañana con los músicos recorriendo casa por casa y donde se les obsequiaba con una copita de anís o moscatel y unas galletas o mantecados. Continuaba la misa y la procesión, para después seguir con un pequeño baile hasta la hora de comer, y reanudar el baile por la tarde. Baile que se realizaba en una era a la entrada del pueblo y que estaba amenizado por los gaiteros de Noviales (los Marcotes).
El día 25 de noviembre realizaban una fiesta pequeña para Santa Catalina y donde el acto más significativo era la instalación de una gran hoguera junto a la iglesia.
No faltaban a las dos romerías que se celebraban en la ermita de Santa Maria de Tiermes, el 12 de octubre y el tercer domingo de mayo, con gran afluencia de todos los pueblos del contorno, donde se realizaba una procesión, una comida campestre y un baile también amenizado por Los Marcotes de Noviales y donde los taberneros de Manzanares, Pedro y Montejo instalaban alli sus tenderetes para vender cerveza, vino y caramelos entre otras cosas, asimismo también aparecia por allí el barquillero de Albendiego.
La gente joven hacia baile los domingos en el salón del ayuntamiento con guitarra y laúd que tocaban dos mozos del pueblo.
También era muy frecuente como entretenimiento los partidos de pelota que se realizaban en la pared de la iglesia.
En los 50 y los 60 la emigración ya había iniciado su curso y comenzaba el declive de Manzanares.
Los manzanareños se fueron yendo por un efecto dominó, en el que unas familias iban arrastrando a otras, se fueron en busca de una mejor calidad de vida que la que podía ofrecer el campo. Madrid fue el lugar elegido para emigrar por la casi totalidad de los vecinos.
Seria en el año 1970-71 cuando Fermin el cestero y su mujer Toribia pusieron punto y final a la presencia humana en Manzanares, marchándose al pueblo de Campisabalos (Guadalajara). Con su marcha el pueblo entro en un oscuro letargo, donde el olvido de unos y la rapiña de otros estuvieron presentes, hasta que en la década de los 90 se instaló allí un grupo de personas que no tenían ningún lazo afectivo con el pueblo y formaron la Colectividad rural anarquista de Manzanares, para vivir de acuerdo a sus pensamientos, variando el numero de personas con el paso de los años, hasta la actualidad que ronda las seis o siete personas.
Entrando a Manzanares. Ya se intuye un pueblo bien bonito.
La casa del tío Martin. A la puerta se quedó el carro como vestigio de un tiempo pasado.
La última casa que se cerró en Manzanares.
La iglesia parroquial de Santa Catalina.
Acceso al templo. Tenia un pequeño portico cuyo tejado estaba sujeto por dos columnas graniticas, nada queda de todo ello. El interior tomado por toda clase de vegetación.
Fachada sur de la iglesia. Ausentes las campanas en la espadaña solo queda el yugo que las sujetaba. Cementerio adosado.
La fuente de la iglesia, al estar en un paraje umbrío en invierno se helaba con mucha frecuencia.
La fuente nueva. Construida en 1960 para evitar a los vecinos tener que bajar a por agua al río Manzanares y además suplir los problemas de congelación que daba la fuente de la iglesia en invierno.
La casa del tío Justo. Era taberna-posada.
Calle de Manzanares.
La misma calle desde el lado opuesto.
El nombre del pueblo rotulado rústicamente en la fachada de una vivienda.
Calle de Manzanares en la parte más alta del pueblo.
La misma calle vista a la inversa.
Estas mismas viviendas asomadas al cauce del río Manzanares vistas desde el monte los Hortales.
El color rojizo de la piedra arenosa utilizada en la construcción de los edificios le da una tonalidad muy llamativa.
Estampa manzanareña.
Calle de Manzanares.