A 620 metros de altitud sobre un minúsculo altozano en la parte sur del valle de Izagaondoa se sitúa el pequeño pueblo de Guerguitiáin.
Alberro, Faustino, Jorge y la Abadía fueron las cuatro casas que componían el lugar y que llegaron habitadas hasta los últimos años de vida del pueblo.
Nunca llegó la luz eléctrica hasta el Guerguitiáin. Los candiles en sus diversas variantes fueron su fuente de iluminación.
Para consumo de agua tenían una fuente a diez minutos del pueblo (la fuente de la Teja).
Las mujeres iban a lavar la ropa a cualquiera de los tres barrancos que pasaban cerca del pueblo.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, cebada y avena.
Les tocaba acudir al molino de San Vicente para moler el grano.
Cada casa tenía su horno para hacer el pan.
"En los últimos años ya se dejó de hacer pan en las casas. Se llevaba el cereal al molino pero solo para comida de los animales. El pan lo traía el panadero de Tabar en una mula en la cual llevaba los serones con las hogazas de pan" BONI PRIMO.
La oveja era el animal básico en la ganadería. Los corderos se llevaban a vender a los carniceros de Lumbier.
"En cada casa había entre noventa y cien ovejas. Se sacaban todas juntas y de ello se encargaba un pastor comunal, Pedro Erro. Se le permitía tener una treintena de ovejas. Así que el rebaño entre todas rondaría las trescientas cabezas".
BONI PRIMO.
Era costumbre que se mataran un par de cerdos al año en cada casa.
Conejos y perdices eran los animales de monte con los cuales afinaban la puntería los cazadores del pueblo y que servían para ampliar la dieta alimenticia en las casas, lo mismo que los cangrejos que se cogían en los arroyos de los barrancos.
No faltaban dos o tres nevadas de casi medio metro cada invierno. Con la leña de roble que se utilizaba para la combustión de la lumbre en las cocinas de las casas se combatía los rigores invernales.
Acequia del Soto
Aransoria
Arrigorri
Axarizulo
Barranco de Muguetajarra
Barranco del Pinar de Vesolla
Berro
Camino de Indurain
Camino del Chaparral
Campo de Murillo
Dorrapea
El Campo Grande
El Caracierzo
El Gorrillón
El Poche
El Pontarrón
El Salobre
La Mosquera
La Tablada
Las Saleras
Los Cascajos
Los Liscares
Muga de Celigüeta
Pieza de Petrico
Txipueta
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Guerguitiáin que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Las fiestas patronales eran para San Martín, el 11 de noviembre. Tenían una duración de tres días. Venía la gente joven de Indurain, Celigüeta, Vesolla, Muguetajarra...
"Venía un acordeonista de Pamplona o de algún pueblo cercano a la capital. Llegaba en el coche de linea hasta la carretera y allí se iba a esperarle con una mula para que viniera él montado o portar el acordeón. Allí mismo ya se unía al músico algunos jóvenes de Sengáriz y Lecaún que venían a participar de las fiestas y todos juntos llegaban a Guerguitiáin. El baile si acompañaba el tiempo se hacía en la calle y sino en el interior de un granero que previamente se había acondicionado. En cada casa se llegaban a juntar quince personas o algunas más entre familiares y allegados de los pueblos cercanos. Por ello había que matar algún cordero además de pollos y conejos para poder abastecer a todos los presentes. Lo mismo a la hora de dormir, lo hacían varios en una cama o se arreglaban los pajares para ello". BONI PRIMO.
Las gentes de Guerguitiáin no faltaban a la anual romería a la ermita de San Miguel en la Peña Izaga, centro devocional de todas las gentes del valle de Izagaondoa.
No había escuela en el pueblo y así los niños en edad escolar les tocaba andar diariamente cuarenta minutos para asistir a la de Indurain. Alrededor de ocho niños acudían desde Guerguitiáin. Se llevaban la comida en un zurrón y comían en alguna casa de Indurain que fueran familia o que tuvieran amistad con sus padres.
El cura venía a oficiar la misa desde Indurain. Don Narciso o don Miguel fueron alguno de los que realizaron tal cometido. Solían venir montados en una mula.
"No había una frecuencia estipulada de dar misa en la iglesia de Guerguitiáin. A veces podía ser semanal, otras quincenal o incluso una vez al mes, como también hubo años que no se oficiaba ceremonia religiosa aquí y el que quisiera escuchar misa tenía que desplazarse a Indurain. Cuando se daba misa aquí venían también los de Celigüeta, Muguetajarra y Vesolla. En el primero eran dos casas y en los otros una casa en cada pueblo, mientras que en Guerguitiáin había cuatro familias y además de los cuatro era el más céntrico y el que mejor pillaba al cura para desplazarse desde Indurain". BONI PRIMO.
El médico venía desde Monreal a visitar al enfermo cuando era de gravedad.
Cuando una mujer estaba para dar a luz se avisaba a Eugenia, la partera de Turrillas para que ayudara a venir a los niños al mundo.
Eusebio, el cartero de Turrillas era el encargado de traer la correspondencia a Guerguitiáin.
Para hacer compras había una tienda pequeña en Indurain y sino alargaban el trayecto y se desplazaban a Lumbier donde compraban todo tipo de alimentos de los que no se autoabastecían en el pueblo, como también se suministraban de vino. Trayecto en el que empleaban dos horas.
Algún vendedor ambulante del propio Lumbier o de Turrillas o Urroz aparecía por el pueblo ofreciendo su mercancía.
Los domingos los jóvenes iban a la taberna de Indurain a echar unos tragos y jugar a las cartas. También jugaban a pelota utilizando la pared de la iglesia como frontón y en ocasiones hacían baile en la calle con la gramola de Alejandra Armendáriz.
Las malas comunicaciones, la falta de servicios básicos como la luz y el agua y las ganas de los más jóvenes de buscar otro tipo de trabajo más diferente al del campo fue empujando a las gentes del pueblo a buscar otros lugares donde iniciar una nueva vida. La mayoría se fueron a Burlada y Pamplona. Los hermanos Armendáriz Beorlegui, Lorenzo y Alejandra, más la mujer del primero, Ascensión, natural de Salinas de Ibargoiti fueron los últimos de Guerguitiáin. A pesar de ser naturales de casa Jorge los últimos años vivieron en casa Faustino. Cerraron para siempre la puerta de su casa en los albores de 1970.
Visitas realizadas en marzo de 2009 y octubre de 2023.
Informante: Boni Primo de Casa Jorge (Conversación personal mantenida en Guerguitiáin).
Punto y aparte. La primera vez llegué a Guerguitiáin por el camino de Celigüeta, en esta ocasión lo hago por el de Indurain. Me gusta más esta segunda opción. Cuando coronas el alto ya ves el pueblo abajo en medio de una llanada con la iglesia sobresaliendo sobre el escueto caserío. También se contempla la iglesia del minúsculo pueblo de Vesolla encaramado en una colina. Mucha tranquilidad se respira en el ambiente según vas bajando. He visto un vehículo aparcado en el pueblo con lo que seguramente no estaré solo en este despoblado. La rehabilitación de su iglesia románica ha hecho que más gente de lo normal se deje ver por estos lares. Unos metros antes de llegar veo que están arreglando el acceso al cementerio que queda unos metros por encima del camino. Decido subir a verlo. También están reforzando alguno de sus muros que estaban en peligro de derrumbe. Sencillo y cuidado. Cuando vuelvo a salir al camino y me encamino hacia el pueblo veo a dos personas que están conversando en la plazoleta central y justo otra persona llega en ese momento con su coche. Los saludo y me dispongo a entablar conversación con ellos. Es un caso curioso y que pocas veces se había dado, los tres son nativos del pueblo, cada uno de una casa diferente. Han ido al pueblo a "echar la mañana, dar una vuelta por su pueblo y matar el rato". Hablan (y yo escucho) de la iglesia, del expolio, de recuerdos infantiles y de personajes variopintos que vivieron en en lugar. Al cabo de unos minutos uno de ellos dice que se marcha ya a Pamplona, que la visita a su pueblo ha terminado, en poco tiempo otro de ellos dice que se marcha a revisar unas tierras que tiene cultivadas, así que me quedo solo con Boni, un tipo bonachón, agradable y con ganas de contar cosas de Guerguitiáin. Le gusta la compañía del visitante que ha llegado esa mañana por allí y se explaya hablando de todos sus recuerdos. Hacemos buena pareja: uno con muchas ganas de hablar y otro con muchas ganas de escuchar. Nos asomamos a lo poco que queda de su casa natal, separada un centenar de metros del resto del pueblo. Atravesamos algún campo de cultivo y después de sortear algo de maleza llegamos ante los restos de casa Jorge. Me cuenta detalles de la casa, de la habitación de los abuelos, de la cocina, de la entrada, pero hay que hacer trabajar mucho la imaginación para reconstruir mentalmente la vivienda. Su estado es de ruina absoluta. Salimos otra vez al camino y volvemos al núcleo central. Me va contando detalles de los campos, de las casas, de las gentes que las habitaron. Pasamos delante de casa Alberro y llegamos hasta la joya de la corona: la iglesia románica de San Martín, restaurada antes de que fuera demasiado tarde. Por suerte no la dejaron caer. Le digo que yo la conocí sin rehabilitar en mi primera visita a Guerguitiáin, que pude contemplar su interior. Me comenta que raro es el fin de semana que no viene alguien a ver la iglesia pero curiosamente esa mañana de sábado yo soy el único forastero que ha aparecido en Guerguitiáin. Ha quedado bien el trabajo de recuperación de esta joya del románico. El interior lógicamente no se puede ver porque la puerta ya si está cerrada y no se si habrá alguna visita guiada en alguna época del año para ver el interior del templo. Lo ignoro, ni tampoco me dio por preguntarlo.
El bueno de Boni sigue contándome detalles sin parar y respondiendo con fluidez a todas las preguntas que le voy haciendo. Incluso me enseña por el móvil una fotografía antigua de cuando el pueblo estaba en buen estado.
Llegamos a donde tiene aparcado el todo terreno y me manifiesta que le toca marchar porque le están esperando para comer. Me ofrece llevarme en su vehículo hasta donde tengo el mío pero rechazo la invitación porque voy a quedarme un rato más en Guerguitiáin, quiero sacar un buen número de fotografías y observar todos los detalles que pueda en las edificaciones. Una despedida muy efusiva de esta persona tan cordial y afable que estaba por allí en el momento oportuno para que me haya podido empapar un poco más de como era la vida cotidiana en el pueblo años atrás.
Ya en solitario subo otra vez a la iglesia, la contorneo y le hago fotografías desde todos los ángulos. Lo mismo hago con las escasas edificaciones del pueblo que todavía resisten en pie. Observo como el paso del tiempo ha hecho mella en casa Alberro que era la que estaba en mejores condiciones. Por allí ando cuando aparece nuevamente la persona que había ido a dar una vuelta a sus fincas. Conversamos brevemente sobre algunos detalles de su casa y enseguida nos despedimos porque también le toca ir a comer con su familia, así que ya si que me quedo solo del todo en Guerguitiáin, aunque mi visita ya va tocando a su fin porque poco queda por ver. Cojo el camino de Indurain, el sol no aprieta, más bien hace fresco en esta mañana otoñal, según voy caminando voy recordando las sensaciones vividas en este pequeño pueblo que me ha dejado buen recuerdo en mis dos visitas y en la inmensa suerte que he tenido de que estuviera Boni por allí cuando yo llegué a Guerguitiáin. Mejor anfitrión no he podido tener para conocer cosas sobre este despoblado navarro in situ.
Año 2009. Vista parcial de Guerguitiáin. Casa Faustino, casa Alberro y la iglesia de San Martín.
Año 2009. Casa Faustino, la última que se cerró en Guerguitiáin. Estuvo habitada por el matrimonio formado por Faustino Armendáriz y Marta Armendáriz. En 1963 la familia se marchó a Burlada. Tiempo después se vinieron a vivir a esta casa los hermanos Lorenzo y Alejandra Armendáriz, además de Ascensión mujer de Lorenzo. Ellos venían de casa Jorge pero se pasaron a la de Faustino por reunir mejores condiciones.
Año 2023. Casa Alberro. Corral para las ovejas adosado en el lado izquierdo. La habitó el matrimonio formado por Jesús Turrillas y Vicenta Villava, nacida en Vesolla. Anteriormente vivieron en ella los padres de Jesús: Víctor Turrillas y Benita Irigoyen. La familia se marchó a Izco.
Año 2023. Trasera de Casa Alberro, herida de muerte con la caída de parte del tejado. Espadaña de la iglesia.
Año 2009. La iglesia románica de San Martín de Guerguitiáin (antes de su rehabilitación). Por este lado tenía adosada la abadía de la que no queda nada. No se recuerda cura alguno viviendo en ella. Estaba arrendada al pastor: Jesús Erro, el cual vivía con su esposa Jesusa y sus hijos. Se marcharon en los primeros años 60 a Burlada. Años más tarde la casa se demolió por el mal estado que presentaba.
Año 2023. La iglesia de San Martín (después de su rehabilitación). Después de insistentes campañas de protesta ante las administraciones y medios de comunicación y bajo el lema "Salvemos San Martín de Guerguitiáin" la Asociación de Amigos del Románico y el ayuntamiento del Valle de Izagaondoa se consiguió en 2012 hacer las reformas pertinentes sobre el templo antes de que hubiera sido demasiado tarde.
"En la pared que queda entre la puerta de entrada al templo y la sacristía era donde se jugaba al frontón. El interior de la iglesia era bastante lóbrego. Solo entraba luz por la puerta". BONI PRIMO.
Año 2009. Interior del templo (antes de su rehabilitación). Altar mayor. Humedad en la pared. Grieta en el ábside. Restos de madera acumulados, suelo levantado.
Año 2009. Interior de la iglesia (antes de su rehabilitación). Puerta de acceso, coro, boquete en el techo por donde sacaron la campana.
Año 2023. Casa Jorge, también conocida como casa Maximiano o casa de Arriba. Vivió en ella el matrimonio formado por Maximiano Armendáriz y Bárbara Beorlegui. Dos hijos de ellos: Lorenzo y Alejandra continuaron viviendo en la casa una vez que el resto de la familia emigró a Burlada en los años 60.
Alberro, Faustino, Jorge y la Abadía fueron las cuatro casas que componían el lugar y que llegaron habitadas hasta los últimos años de vida del pueblo.
Nunca llegó la luz eléctrica hasta el Guerguitiáin. Los candiles en sus diversas variantes fueron su fuente de iluminación.
Para consumo de agua tenían una fuente a diez minutos del pueblo (la fuente de la Teja).
Las mujeres iban a lavar la ropa a cualquiera de los tres barrancos que pasaban cerca del pueblo.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, cebada y avena.
Les tocaba acudir al molino de San Vicente para moler el grano.
Cada casa tenía su horno para hacer el pan.
"En los últimos años ya se dejó de hacer pan en las casas. Se llevaba el cereal al molino pero solo para comida de los animales. El pan lo traía el panadero de Tabar en una mula en la cual llevaba los serones con las hogazas de pan" BONI PRIMO.
La oveja era el animal básico en la ganadería. Los corderos se llevaban a vender a los carniceros de Lumbier.
"En cada casa había entre noventa y cien ovejas. Se sacaban todas juntas y de ello se encargaba un pastor comunal, Pedro Erro. Se le permitía tener una treintena de ovejas. Así que el rebaño entre todas rondaría las trescientas cabezas".
BONI PRIMO.
Era costumbre que se mataran un par de cerdos al año en cada casa.
Conejos y perdices eran los animales de monte con los cuales afinaban la puntería los cazadores del pueblo y que servían para ampliar la dieta alimenticia en las casas, lo mismo que los cangrejos que se cogían en los arroyos de los barrancos.
No faltaban dos o tres nevadas de casi medio metro cada invierno. Con la leña de roble que se utilizaba para la combustión de la lumbre en las cocinas de las casas se combatía los rigores invernales.
Acequia del Soto
Aransoria
Arrigorri
Axarizulo
Barranco de Muguetajarra
Barranco del Pinar de Vesolla
Berro
Camino de Indurain
Camino del Chaparral
Campo de Murillo
Dorrapea
El Campo Grande
El Caracierzo
El Gorrillón
El Poche
El Pontarrón
El Salobre
La Mosquera
La Tablada
Las Saleras
Los Cascajos
Los Liscares
Muga de Celigüeta
Pieza de Petrico
Txipueta
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Guerguitiáin que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Las fiestas patronales eran para San Martín, el 11 de noviembre. Tenían una duración de tres días. Venía la gente joven de Indurain, Celigüeta, Vesolla, Muguetajarra...
"Venía un acordeonista de Pamplona o de algún pueblo cercano a la capital. Llegaba en el coche de linea hasta la carretera y allí se iba a esperarle con una mula para que viniera él montado o portar el acordeón. Allí mismo ya se unía al músico algunos jóvenes de Sengáriz y Lecaún que venían a participar de las fiestas y todos juntos llegaban a Guerguitiáin. El baile si acompañaba el tiempo se hacía en la calle y sino en el interior de un granero que previamente se había acondicionado. En cada casa se llegaban a juntar quince personas o algunas más entre familiares y allegados de los pueblos cercanos. Por ello había que matar algún cordero además de pollos y conejos para poder abastecer a todos los presentes. Lo mismo a la hora de dormir, lo hacían varios en una cama o se arreglaban los pajares para ello". BONI PRIMO.
Las gentes de Guerguitiáin no faltaban a la anual romería a la ermita de San Miguel en la Peña Izaga, centro devocional de todas las gentes del valle de Izagaondoa.
No había escuela en el pueblo y así los niños en edad escolar les tocaba andar diariamente cuarenta minutos para asistir a la de Indurain. Alrededor de ocho niños acudían desde Guerguitiáin. Se llevaban la comida en un zurrón y comían en alguna casa de Indurain que fueran familia o que tuvieran amistad con sus padres.
El cura venía a oficiar la misa desde Indurain. Don Narciso o don Miguel fueron alguno de los que realizaron tal cometido. Solían venir montados en una mula.
"No había una frecuencia estipulada de dar misa en la iglesia de Guerguitiáin. A veces podía ser semanal, otras quincenal o incluso una vez al mes, como también hubo años que no se oficiaba ceremonia religiosa aquí y el que quisiera escuchar misa tenía que desplazarse a Indurain. Cuando se daba misa aquí venían también los de Celigüeta, Muguetajarra y Vesolla. En el primero eran dos casas y en los otros una casa en cada pueblo, mientras que en Guerguitiáin había cuatro familias y además de los cuatro era el más céntrico y el que mejor pillaba al cura para desplazarse desde Indurain". BONI PRIMO.
El médico venía desde Monreal a visitar al enfermo cuando era de gravedad.
Cuando una mujer estaba para dar a luz se avisaba a Eugenia, la partera de Turrillas para que ayudara a venir a los niños al mundo.
Eusebio, el cartero de Turrillas era el encargado de traer la correspondencia a Guerguitiáin.
Para hacer compras había una tienda pequeña en Indurain y sino alargaban el trayecto y se desplazaban a Lumbier donde compraban todo tipo de alimentos de los que no se autoabastecían en el pueblo, como también se suministraban de vino. Trayecto en el que empleaban dos horas.
Algún vendedor ambulante del propio Lumbier o de Turrillas o Urroz aparecía por el pueblo ofreciendo su mercancía.
Los domingos los jóvenes iban a la taberna de Indurain a echar unos tragos y jugar a las cartas. También jugaban a pelota utilizando la pared de la iglesia como frontón y en ocasiones hacían baile en la calle con la gramola de Alejandra Armendáriz.
Las malas comunicaciones, la falta de servicios básicos como la luz y el agua y las ganas de los más jóvenes de buscar otro tipo de trabajo más diferente al del campo fue empujando a las gentes del pueblo a buscar otros lugares donde iniciar una nueva vida. La mayoría se fueron a Burlada y Pamplona. Los hermanos Armendáriz Beorlegui, Lorenzo y Alejandra, más la mujer del primero, Ascensión, natural de Salinas de Ibargoiti fueron los últimos de Guerguitiáin. A pesar de ser naturales de casa Jorge los últimos años vivieron en casa Faustino. Cerraron para siempre la puerta de su casa en los albores de 1970.
Visitas realizadas en marzo de 2009 y octubre de 2023.
Informante: Boni Primo de Casa Jorge (Conversación personal mantenida en Guerguitiáin).
Punto y aparte. La primera vez llegué a Guerguitiáin por el camino de Celigüeta, en esta ocasión lo hago por el de Indurain. Me gusta más esta segunda opción. Cuando coronas el alto ya ves el pueblo abajo en medio de una llanada con la iglesia sobresaliendo sobre el escueto caserío. También se contempla la iglesia del minúsculo pueblo de Vesolla encaramado en una colina. Mucha tranquilidad se respira en el ambiente según vas bajando. He visto un vehículo aparcado en el pueblo con lo que seguramente no estaré solo en este despoblado. La rehabilitación de su iglesia románica ha hecho que más gente de lo normal se deje ver por estos lares. Unos metros antes de llegar veo que están arreglando el acceso al cementerio que queda unos metros por encima del camino. Decido subir a verlo. También están reforzando alguno de sus muros que estaban en peligro de derrumbe. Sencillo y cuidado. Cuando vuelvo a salir al camino y me encamino hacia el pueblo veo a dos personas que están conversando en la plazoleta central y justo otra persona llega en ese momento con su coche. Los saludo y me dispongo a entablar conversación con ellos. Es un caso curioso y que pocas veces se había dado, los tres son nativos del pueblo, cada uno de una casa diferente. Han ido al pueblo a "echar la mañana, dar una vuelta por su pueblo y matar el rato". Hablan (y yo escucho) de la iglesia, del expolio, de recuerdos infantiles y de personajes variopintos que vivieron en en lugar. Al cabo de unos minutos uno de ellos dice que se marcha ya a Pamplona, que la visita a su pueblo ha terminado, en poco tiempo otro de ellos dice que se marcha a revisar unas tierras que tiene cultivadas, así que me quedo solo con Boni, un tipo bonachón, agradable y con ganas de contar cosas de Guerguitiáin. Le gusta la compañía del visitante que ha llegado esa mañana por allí y se explaya hablando de todos sus recuerdos. Hacemos buena pareja: uno con muchas ganas de hablar y otro con muchas ganas de escuchar. Nos asomamos a lo poco que queda de su casa natal, separada un centenar de metros del resto del pueblo. Atravesamos algún campo de cultivo y después de sortear algo de maleza llegamos ante los restos de casa Jorge. Me cuenta detalles de la casa, de la habitación de los abuelos, de la cocina, de la entrada, pero hay que hacer trabajar mucho la imaginación para reconstruir mentalmente la vivienda. Su estado es de ruina absoluta. Salimos otra vez al camino y volvemos al núcleo central. Me va contando detalles de los campos, de las casas, de las gentes que las habitaron. Pasamos delante de casa Alberro y llegamos hasta la joya de la corona: la iglesia románica de San Martín, restaurada antes de que fuera demasiado tarde. Por suerte no la dejaron caer. Le digo que yo la conocí sin rehabilitar en mi primera visita a Guerguitiáin, que pude contemplar su interior. Me comenta que raro es el fin de semana que no viene alguien a ver la iglesia pero curiosamente esa mañana de sábado yo soy el único forastero que ha aparecido en Guerguitiáin. Ha quedado bien el trabajo de recuperación de esta joya del románico. El interior lógicamente no se puede ver porque la puerta ya si está cerrada y no se si habrá alguna visita guiada en alguna época del año para ver el interior del templo. Lo ignoro, ni tampoco me dio por preguntarlo.
El bueno de Boni sigue contándome detalles sin parar y respondiendo con fluidez a todas las preguntas que le voy haciendo. Incluso me enseña por el móvil una fotografía antigua de cuando el pueblo estaba en buen estado.
Llegamos a donde tiene aparcado el todo terreno y me manifiesta que le toca marchar porque le están esperando para comer. Me ofrece llevarme en su vehículo hasta donde tengo el mío pero rechazo la invitación porque voy a quedarme un rato más en Guerguitiáin, quiero sacar un buen número de fotografías y observar todos los detalles que pueda en las edificaciones. Una despedida muy efusiva de esta persona tan cordial y afable que estaba por allí en el momento oportuno para que me haya podido empapar un poco más de como era la vida cotidiana en el pueblo años atrás.
Ya en solitario subo otra vez a la iglesia, la contorneo y le hago fotografías desde todos los ángulos. Lo mismo hago con las escasas edificaciones del pueblo que todavía resisten en pie. Observo como el paso del tiempo ha hecho mella en casa Alberro que era la que estaba en mejores condiciones. Por allí ando cuando aparece nuevamente la persona que había ido a dar una vuelta a sus fincas. Conversamos brevemente sobre algunos detalles de su casa y enseguida nos despedimos porque también le toca ir a comer con su familia, así que ya si que me quedo solo del todo en Guerguitiáin, aunque mi visita ya va tocando a su fin porque poco queda por ver. Cojo el camino de Indurain, el sol no aprieta, más bien hace fresco en esta mañana otoñal, según voy caminando voy recordando las sensaciones vividas en este pequeño pueblo que me ha dejado buen recuerdo en mis dos visitas y en la inmensa suerte que he tenido de que estuviera Boni por allí cuando yo llegué a Guerguitiáin. Mejor anfitrión no he podido tener para conocer cosas sobre este despoblado navarro in situ.
Año 2023. Entrando en Guerguitiáin.
Año 2009. Vista parcial de Guerguitiáin. Casa Faustino, casa Alberro y la iglesia de San Martín.
Año 2009. Casa Faustino, la última que se cerró en Guerguitiáin. Estuvo habitada por el matrimonio formado por Faustino Armendáriz y Marta Armendáriz. En 1963 la familia se marchó a Burlada. Tiempo después se vinieron a vivir a esta casa los hermanos Lorenzo y Alejandra Armendáriz, además de Ascensión mujer de Lorenzo. Ellos venían de casa Jorge pero se pasaron a la de Faustino por reunir mejores condiciones.
Año 2009. Trasera de casa Faustino y camino de Indurain.
Año 2023. Casa Faustino y la iglesia.
Año 2023. Casa Alberro. Corral para las ovejas adosado en el lado izquierdo. La habitó el matrimonio formado por Jesús Turrillas y Vicenta Villava, nacida en Vesolla. Anteriormente vivieron en ella los padres de Jesús: Víctor Turrillas y Benita Irigoyen. La familia se marchó a Izco.
Año 2023. Trasera de Casa Alberro, herida de muerte con la caída de parte del tejado. Espadaña de la iglesia.
Año 2009. La iglesia románica de San Martín de Guerguitiáin (antes de su rehabilitación). Por este lado tenía adosada la abadía de la que no queda nada. No se recuerda cura alguno viviendo en ella. Estaba arrendada al pastor: Jesús Erro, el cual vivía con su esposa Jesusa y sus hijos. Se marcharon en los primeros años 60 a Burlada. Años más tarde la casa se demolió por el mal estado que presentaba.
Año 2023. La iglesia de San Martín (después de su rehabilitación). Después de insistentes campañas de protesta ante las administraciones y medios de comunicación y bajo el lema "Salvemos San Martín de Guerguitiáin" la Asociación de Amigos del Románico y el ayuntamiento del Valle de Izagaondoa se consiguió en 2012 hacer las reformas pertinentes sobre el templo antes de que hubiera sido demasiado tarde.
"En la pared que queda entre la puerta de entrada al templo y la sacristía era donde se jugaba al frontón. El interior de la iglesia era bastante lóbrego. Solo entraba luz por la puerta". BONI PRIMO.
Año 2009. Interior del templo (antes de su rehabilitación). Altar mayor. Humedad en la pared. Grieta en el ábside. Restos de madera acumulados, suelo levantado.
Año 2009. Interior de la iglesia (antes de su rehabilitación). Puerta de acceso, coro, boquete en el techo por donde sacaron la campana.
Año 2023. Era de trillar. Sacristía, ábside.
Año 2023. Casa Jorge, también conocida como casa Maximiano o casa de Arriba. Vivió en ella el matrimonio formado por Maximiano Armendáriz y Bárbara Beorlegui. Dos hijos de ellos: Lorenzo y Alejandra continuaron viviendo en la casa una vez que el resto de la familia emigró a Burlada en los años 60.
Año 2023. Granero.
Año 2023. Cementerio.