En el Bierzo más recóndito y olvidado se encuentra el pueblo de Albaredos. Situado a 1200 metros de altitud, se ubica al abrigo de un monte en la sierra de Chao do Cereixo.
Alrededor de noventa habitantes repartidos en una quincena de casas componían esta población dependiente del ayuntamiento de Barjas. Muestra una disposición urbanística de forma alargada situándose todas las edificaciones en el lado izquierdo del camino.
El asfalto llegó en el año 2008, lo que facilitó el acceso al pueblo. Sustituyó a la pista de tierra que se hizo en los años 80.
Contaron con luz eléctrica desde el año 1985 por medio de una linea proveniente de la subestación de Villafranca.
Hasta entonces los candiles de petróleo habían sido su fuente de iluminación.
"Una vez compré dos lámparas de camping gas en Pedrafita do Cebreiro y fue una revolución en el pueblo. Acostumbrados a los candiles aquello era algo muy novedoso". OCTAVIO BLANCO.
Unos años antes, concretamente en 1974 había llegado el agua a las casas. Hasta entonces las mujeres iban a lavar la ropa a la Fonte Grande, a cinco minutos del pueblo.
Los inviernos eran muy severos por estas tierras. Se llegaba a acumular hasta dos metros de nieve, tal era la magnitud de las nevadas que caían por esta zona berciana, dos o tres meses sin parar.
Contaban con abundante leña de roble y abedul para calentar la lumbre de los hogares y así poder combatir el rigor invernal.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas principalmente de centeno. Se obtenían dos cosechas al año: en septiembre y en primavera. También se sembraba trigo en menor medida y además no faltaban las patatas, los garbanzos o las habas entre otros productos. En el apartado de árboles frutales los cerezos se llevaban la palma, en menor cantidad había perales y manzanos.
"Algún año subían unos de Oencia a comprarnos patatas. Pero por lo general era siempre para consumo de casa". OCTAVIO BLANCO.
Había molino en Albaredos para moler el grano. Tres casas tenían horno para hacer el pan (Aira, Gancedo y Tiu Cosme). Posteriormente se construyó un horno comunal.
La vaca era el animal sobre el que se sustentaba la ganadería.
"Resulta una paradoja pero yo vine a probar la carne de ternera siendo ya mozo cuando salí del pueblo. En casa no la podíamos comer porque los terneros se criaban para la venta. Teníamos ocho vacas en casa". OCTAVIO BLANCO.
Tratantes de Oencia, de Villasinde o As Gralleiras (Ourense) solían venir a comprar los terneros. También se llevaban a las ferias de ganado de Ferramulín (primer domingo de mes), Seoane (segundo domingo de mes), Pedrafita (días cinco y veintiuno de cada mes) o Vega de Valcarce (días seis y veintidós de cada mes).
En los últimos años se iba a la feria de Quiroga (los días nueve y veinticuatro de cada mes). Había gente que no llevaba ganado a vender, iba por pasar el día y estar al corriente de lo que acontecía a nivel comarcal. Para ello tenían que bajar andando hasta el pueblo lucense de Ferramulín para coger el coche de línea. No faltaba en cada casa el caballo, animal primordial para realizar largos desplazamientos puesto que Albaredos estaba lejos de todo. A Barjas, su cabecera municipal tenían dos horas, tres a Vega de Valcarce, las comunicaciones por el lado de Lugo aún se encontraban más lejos: tres horas tardaban a Seoane y cuatro a Pedrafita do Cebreiro.
En cada casa era costumbre matar tres o cuatro cerdos al año.
"En mi casa algún año llegamos a sacrificar seis cerdos y dos pequeños". OCTAVIO BLANCO.
Para los aficionados a la caza no faltaba la perdiz, la codorniz o el corzo. No abundaba tanto la liebre.
En el río que pasaba por debajo del pueblo se pescaban truchas.
A Barreira
A Cogoluda
A Escandada
A Pireira
Arriba las Casas
Bajo las Casas
Chao do Abidul
El Fidalgo
El Rigueiral
La Fervencia
La Fonte Grande
La Vaqueria
Los Costellos
Los Ortiños
O Bala Grande
O Val
Prado Novo
Río Tamerin
Tardelin
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Albaredos que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Normalmente se aprovechaba los días de feria en Vega de Valcarce, en Seoane o en Piedrafita para abastecerse de determinados productos alimenticios.
José Souto, comerciante de Barjas llegaba un día a la semana hasta Albaredos con una furgoneta vendiendo un poco de todo.
De Villasinde venía otro vendedor con una furgoneta y también desde Visuña (Lugo) lo hacía otro ofreciendo su mercancía.
"Un amigo de Veiga de Brañas y yo íbamos con un land- rover hasta Ponferrada, allí lo llenábamos hasta arriba, comprábamos de todo tipo de cosas y luego lo vendíamos en Albaredos y en otros pueblos, sobre todo en Visuña, allí vendíamos mucho". OCTAVIO BLANCO.
Para comprar vino se desplazaban a pueblos como Oencia u Hornija. Aunque también llegaba hasta Albaredos un bodeguero en un tractor desde Fuente Formosa que traía vino, cerveza y otros tipos de bebidas.
El médico residía en Barjas. Antaño si la enfermedad de alguna persona era muy grave y requería de su atención había que bajar a buscarle llevando una caballería para que pudiera desplazarse a visitar al enfermo. Luego ya con la apertura de pistas hacía el desplazamiento en vehículo.
Antonio, el cartero residía en Albaredos, bajaba a caballo a por la correspondencia a Barjas y la repartía en Quintela, Barrosas, Albaredos y Cruces. Años más tarde el servicio de cartería lo realizaba el matrimonio formado por José y Remedios. Residían en Barjas y subían primeramente a caballo y luego en coche a repartir la correspondencia a los citados pueblos.
Las fiestas de Albaredos eran el 27 de septiembre en honor a San Cosme. Duraban dos días.
Se hacía una alborada el primer día con los músicos tocando casa por casa. En cada una se ofrecía a la comitiva un poco de coñac o aguardiente acompañado de roscón y galletas. Dicha alborada continuaba hasta la aldea de Cruces y allí se hacía un poco de baile antes de volver a Albaredos.
Se oficiaba la misa con el cura que había venido desde Barjas. Para la comida con la que agasajar a familiares y allegados no faltaban los garbanzos, el pollo, el lacón y otras carnes del cerdo. En los postres se elaboraban los roscos, las tortas o los brazos de gitano.
El baile se hacía en la calle, junto a la escuela. En años de bonanza venían los afamados músicos de Paderne (Os Padernes) desde la provincia de Lugo. En otras ocasiones eran los músicos de Romeor los que amenizaban el baile y también algún año venían los de Busmayor con acordeón, gaita y batería.
Venía la juventud de Barrosas, Quintela, Busmayor, Visuña, Hórreos, Ferramulín, Villarrubín... a participar de las fiestas de San Cosme. Nadie se quedaba sin comer. A todos se les buscaba acomodo en alguna casa.
"A últimos de junio me tiraba toda la semana de fiesta en fiesta. Primero a la de Barrosas el 24 de junio, posterioremente a Villarrubín a las fiestas de San Pelayo el 26 y 27 de junio y terminaba en Hórreos con las fiestas de San Pedro el 29 de junio". OCTAVIO BLANCO.
Siempre hubo cantina en alguna casa del pueblo. Primero estuvo en la casa de Amadeo, después en la de Francisco y a lo último fue en la de Higinio. Allí se echaban unos tragos de vino o de cerveza y se jugaba a la brisca y al tute. En años anteriores se hacía baile a nivel local en el interior de alguna de estas cantinas con músicos del mismo Albaredos con gaita, bombo y tambor (Amadeo, Manuel y Ángel). Venía la gente joven de todos los pueblos del contorno.
"Yo ya no conocí estos bailes con músicos, en mis tiempos ya era con música de tocadiscos". OCTAVIO BLANCO.
Los domingos era costumbre echar buenas partidas de bolos entre la gente joven, primero se hacía en una pequeña explanada llamada O Redondín y luego más tarde se hacía por encima del horno comunal, junto al camino.
La vida era muy dura en Albaredos, pero se vivía de manera apacible y en mucha armonía entre sus gentes, pero la suerte estaba echada y la emigración fue sacando a las gentes del pueblo en busca de mejores comodidades y salir de ese territorio tan abrupto donde estaban muy lejos de todo.
La gente se marchó a Cuatrovientos (barrio de Ponferrada), a Camponaraya y otros pueblos de la comarca.
"Mis padres se bajaron a Cuatrovientos porque ya los hijos nos habíamos marchado y no era plan de que se quedaran ellos allí solos. Posteriormente subíamos con bastante frecuencia a Albaredos puesto que seguíamos manteniendo la casa y pasábamos allí algún día, mi padre siempre fue el más remiso a subir, no le apetecía mucho pero acababa subiendo con el resto de la familia a pasar el día". OCTAVIO BLANCO.
Teresa López fue la última de Albaredos. Después de estar viviendo alrededor de cinco años en soledad cerró la puerta de su casa en 2012 y se fue a Ponferrada con una hija.
Visita realizada en abril de 2023.
Informante: Octavio Blanco, antiguo vecino de Albaredos (Conversación personal mantenida por via telefónica).
Punto y aparte. La carretera que sube hasta Albaredos es una constante invitación a parar el coche, darte la media vuelta y olvidarte de conocer esta preciosa y desconocida zona del oeste del Bierzo. La carretera es estrecha, con multitud de curvas, con precipicios de vértigo pero el pésimo estado del asfalto es un calvario para el vehículo y una tortura psicológica para el conductor. Los diez kilómetros desde Vegas do Seo hasta Albaredos son un ejemplo de un trabajo mal hecho, de importar poco (más bien nada) a las administraciones el devenir diario de un precioso territorio de alta montaña. Lo siguen llamando la España vaciada cuando su nombre correcto debería ser la España olvidada y dejada. En fin...
Tenía muchas ganas de conocer esta zona limítrofe entre León y Lugo. Albaredos, Barrosas, Cruces, Hórreos, los tenía apuntados en mi agenda desde hace años y al fin pudo ser. Todo el camino iba expectante por lo que me iba a encontrar puesto que ni en internet ni en libros apenas sale reflejado mayor cosa sobre esta población de bonito nombre. Pocos kilómetros antes de llegar ya se divisa el pueblo en una elevación del terreno. Lo primero en aparecer es su fuente, bonita y cuidada.
Pese a la altura en que se encuentra el pueblo y la época del año (abril) la temperatura es muy suave, no hace aire, alguna nube se deja ver tímidamente pero no parece que vaya a soltar agua.
Al contemplarlas edificaciones enseguida veo alternancia de viviendas en buen estado con otras en estado ruinoso. Tejados de nuevo diseño, verjas delimitadoras y algunos otros detalles muestran que Albaredos no está apagado del todo. Decido ir primero a ver la solitaria aldea de Cruces situada un kilómetro más arriba de Albaredos. Hay que ir andando, el asfalto acaba aquí. Así que paso de largo por el pueblo y solo voy viendo lo que me aparece junto al camino pero sin detenerme. Después de visitar Cruces y contemplar el vasto territorio que desde allí se divisa tengo una bonita panorámica de Albaredos en un plano inferior. El contraste del negro de las edificaciones con el verde del terreno le da un aire mágico, de cuento al lugar. Deshago el camino y enseguida estoy en el vial principal de Albaredos. Ya si voy observando las edificaciones con más detenimiento. El silencio es total, nada rompe ni altera la tranquilidad que allí se siente. Inconfundible la arquitectura tradicional del lugar. Diseñadas las viviendas para dar cobijo en la planta baja a los animales y arriba las personas. Contemplo y disfruto. Están todas alineadas a un lado del camino. Llego hasta su capilla con su tejado remodelado. Por uno de los ventanucos se puede ver el interior. Continuo bajando la calle, unas iniciales aparecen en la fachada de una casa. Llego hasta el final del pueblo donde baja una calle hacia un grupo de casas, veo que alguna esta arreglada ¡¡lo que disfrutaran por estos lares las gentes que vengan a pasar unos días aquí en verano!! Tranquilidad, soledad, relajación, todo esto lo tendrán en Albaredos. Pocas cosas enturbiaran su serena placidez. Quiero ver la parte baja del pueblo pero por este lado no puedo hacerlo, una verja impide el paso. Doy un rodeo hasta que encuentro una manera de pasar al otro lado de las casas. Me sorprende la vivienda situada más abajo de todas por su volumen y buena fachada, se ve que tuvo que ser de las fuertes. Contemplo una preciosa era empedrada. Vuelvo a subir para arriba, cruzo el camino y empiezo a subir y ganar altura, quiero ver Albaredos desde esta perspectiva. Se ven los tejados y la forma alargada del pueblo adaptándose al espacio disponible. Un lugar precioso para los que ahora lo vemos pero creo que bastante duro para los que le tocó vivir aquí en sus tiempos. Como veo que va siendo hora de comer me dispongo a dar cuenta de mis vituallas en un prado por encima de las casas. Cuando llevo un rato degustando un apetitoso bocadillo de queso observo que llega un coche todo- terreno con varios ocupantes en su interior. Ellos no me ven. Creo que van a entrar a Albaredos, pienso que serán propietarios de alguna de las casas pero me equivoco, siguen camino para arriba con idea de salir para Visuña o algún otro lugar ya de territorio gallego. Cuando ya doy por finalizada mi comida vuelvo a coger la calle principal del pueblo para ver algún detalle que se me haya podido pasar de la primera vez pero ya poco queda por ver. La visita toca a su fin. Me encantó Albaredos.
Llegando a Albaredos por el camino de Cruces. La casa da Nemesia será la primera en aparecer. Graciano y Asunción el matrimonio que la habitó. Se fueron a Cuatrovientos, barrio de Ponferrada.
Casa de Gancedo. Era una de las casas pudientes de Albaredos. Tres de los hermanos Carrete, Anibal, Toño y Remedios fueron sus últimos moradores. La familia se repartió entre Cuatrovientos y Camponaraya.
Telar y fragua de casa de Gancedo. Anibal Carrete era el herrero.
Casa de Brañas. La habitó el matrimonio formado por Manuel y Luisa. Tuvieron dos hijos: José y Anita. Se marcharon a Valtuille de Arriba.
Casa de Queiroga. Vivió en ella el matrimonio formado por Lidia y Francisco. No tuvieron hijos. Se fueron a Valtuille de Arriba. Aquí se alojaban de patrona las maestras que no querían vivir en la casa de la escuela.
Escuela de Albaredos. El aula quedaba en la planta baja y la vivienda de la maestra en la planta superior. Alrededor de una veintena de niños asistían a clase en los años 60. Venían a ella también cuatro niños desde Cruces. Algún año vinieron dos niños de Hórreos (Lugo) cuando cerraron la escuela del pueblo y en ocasiones venían los de Barrosas cuando allí no tenían maestra.
Doña Antonia, doña Rosa, ambas de León, doña Blanca, de Sueros de Cepeda, doña Hermelinda, de Pinillos de la Valderia, doña Aurea, de Galicia o doña Melba de Magaz de Arriba son algunas de las maestras que impartieron enseñanza aquí.
Calle principal de Albaredos. Horno. Escuela. Casa de Queiroga. Casa de Brañas.
Capilla de San Cosme. Solo se abría el día de la fiesta. Al no haber cementerio en Albaredos a los que fallecían en el pueblo los llevaban a enterrar a Barjas.
"La maestra nos llevaba los domingos por la mañana a escuchar misa a la iglesia del pueblo de Hórreos". OCTAVIO BLANCO.
Casa do tiu Cosme. Otra de las casas fuertes de Albaredos. La habitó el matrimonio formado por Jesús y Adela. Tuvieron cuatro hijos: Asunción, Octavio, Jesús y Adela. En el año 1988 cerraron la puerta de casa y se fueron para el barrio ponferradino de Cuatrovientos. Al lado derecho donde ahora se ve como cochera estaba el horno de la casa. En el lado izquierdo estaba las puertas para acceder a las cuadras y el pajar donde se guardaba el carro y la paja.
"Mi padre trajo de Suiza en los años 60 la primera radio que hubo en el pueblo. Venía la gente a escuchar la programación. Y luego en el año 1984 mi hermano Jesús trajo de Suiza la primera televisión que hubo en Albaredos".
OCTAVIO BLANCO.
Casa de Pacita. Manuel y Pacita fue el matrimonio que vivió en ella. Tuvieron cuatro hijos. Emigraron para Corgomo (Ourense).
Casa de Verdasca. La habitó el matrimonio formado por Higinio y Maria del Camino (nacida en casa de Gancedo). Durante años aquí estuvo la cantina de Albaredos.
Casa de Gumersindo. Vivió en ella el matrimonio formado por Gumersindo y Bernardina. Se fueron a Cuatrovientos. Posteriormente compró la casa el matrimonio formado por Jacinto y Emilia que llegaron procedente de la aldea de Cruces. Desde entonces la casa se llamó Casa de Mila. Tuvieron ocho hijos: Amadeo, Silverio, Generosa, Maribel, Esperanza, Ludivinia, Jacinto y Abel. El matrimonio emigró a Santa Cubicia (Lugo) y los hijos se repartieron por Quiroga y Barcelona.
Casa de Carreta. Vivió en ella el matrimonio formado por Amadeo y Albertina (natural de Cruces). Tuvieron seis hijos. El matrimonio se fue a Camponaraya y los hijos se repartieron en pueblos cercanos a Ponferrada y en Barcelona. A continuación por detrás está la casa del Valdiorrés. Fue la última que se cerró en Albaredos. Manuel y Elena fue el matrimonio que la habitó. Ambos fallecieron en el pueblo y una hija de ellos, Teresa fue la última que vivió en la casa.
A Penela da Fontiña. Aquí acostumbraba a juntarse buena parte de las gentes de Albaredos en los días de verano a la fresca. Era lugar de reunión social. Debajo de los pinos había una pequeña fuente y una poza donde lavaban las mujeres y bebía el ganado.
Vista parcial de Albaredos desde un plano superior. Se puede contemplar la disposición urbanística del pueblo de forma alargada.
Alrededor de noventa habitantes repartidos en una quincena de casas componían esta población dependiente del ayuntamiento de Barjas. Muestra una disposición urbanística de forma alargada situándose todas las edificaciones en el lado izquierdo del camino.
El asfalto llegó en el año 2008, lo que facilitó el acceso al pueblo. Sustituyó a la pista de tierra que se hizo en los años 80.
Contaron con luz eléctrica desde el año 1985 por medio de una linea proveniente de la subestación de Villafranca.
Hasta entonces los candiles de petróleo habían sido su fuente de iluminación.
"Una vez compré dos lámparas de camping gas en Pedrafita do Cebreiro y fue una revolución en el pueblo. Acostumbrados a los candiles aquello era algo muy novedoso". OCTAVIO BLANCO.
Unos años antes, concretamente en 1974 había llegado el agua a las casas. Hasta entonces las mujeres iban a lavar la ropa a la Fonte Grande, a cinco minutos del pueblo.
Los inviernos eran muy severos por estas tierras. Se llegaba a acumular hasta dos metros de nieve, tal era la magnitud de las nevadas que caían por esta zona berciana, dos o tres meses sin parar.
Contaban con abundante leña de roble y abedul para calentar la lumbre de los hogares y así poder combatir el rigor invernal.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas principalmente de centeno. Se obtenían dos cosechas al año: en septiembre y en primavera. También se sembraba trigo en menor medida y además no faltaban las patatas, los garbanzos o las habas entre otros productos. En el apartado de árboles frutales los cerezos se llevaban la palma, en menor cantidad había perales y manzanos.
"Algún año subían unos de Oencia a comprarnos patatas. Pero por lo general era siempre para consumo de casa". OCTAVIO BLANCO.
Había molino en Albaredos para moler el grano. Tres casas tenían horno para hacer el pan (Aira, Gancedo y Tiu Cosme). Posteriormente se construyó un horno comunal.
La vaca era el animal sobre el que se sustentaba la ganadería.
"Resulta una paradoja pero yo vine a probar la carne de ternera siendo ya mozo cuando salí del pueblo. En casa no la podíamos comer porque los terneros se criaban para la venta. Teníamos ocho vacas en casa". OCTAVIO BLANCO.
Tratantes de Oencia, de Villasinde o As Gralleiras (Ourense) solían venir a comprar los terneros. También se llevaban a las ferias de ganado de Ferramulín (primer domingo de mes), Seoane (segundo domingo de mes), Pedrafita (días cinco y veintiuno de cada mes) o Vega de Valcarce (días seis y veintidós de cada mes).
En los últimos años se iba a la feria de Quiroga (los días nueve y veinticuatro de cada mes). Había gente que no llevaba ganado a vender, iba por pasar el día y estar al corriente de lo que acontecía a nivel comarcal. Para ello tenían que bajar andando hasta el pueblo lucense de Ferramulín para coger el coche de línea. No faltaba en cada casa el caballo, animal primordial para realizar largos desplazamientos puesto que Albaredos estaba lejos de todo. A Barjas, su cabecera municipal tenían dos horas, tres a Vega de Valcarce, las comunicaciones por el lado de Lugo aún se encontraban más lejos: tres horas tardaban a Seoane y cuatro a Pedrafita do Cebreiro.
En cada casa era costumbre matar tres o cuatro cerdos al año.
"En mi casa algún año llegamos a sacrificar seis cerdos y dos pequeños". OCTAVIO BLANCO.
Para los aficionados a la caza no faltaba la perdiz, la codorniz o el corzo. No abundaba tanto la liebre.
En el río que pasaba por debajo del pueblo se pescaban truchas.
A Barreira
A Cogoluda
A Escandada
A Pireira
Arriba las Casas
Bajo las Casas
Chao do Abidul
El Fidalgo
El Rigueiral
La Fervencia
La Fonte Grande
La Vaqueria
Los Costellos
Los Ortiños
O Bala Grande
O Val
Prado Novo
Río Tamerin
Tardelin
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Albaredos que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Normalmente se aprovechaba los días de feria en Vega de Valcarce, en Seoane o en Piedrafita para abastecerse de determinados productos alimenticios.
José Souto, comerciante de Barjas llegaba un día a la semana hasta Albaredos con una furgoneta vendiendo un poco de todo.
De Villasinde venía otro vendedor con una furgoneta y también desde Visuña (Lugo) lo hacía otro ofreciendo su mercancía.
"Un amigo de Veiga de Brañas y yo íbamos con un land- rover hasta Ponferrada, allí lo llenábamos hasta arriba, comprábamos de todo tipo de cosas y luego lo vendíamos en Albaredos y en otros pueblos, sobre todo en Visuña, allí vendíamos mucho". OCTAVIO BLANCO.
Para comprar vino se desplazaban a pueblos como Oencia u Hornija. Aunque también llegaba hasta Albaredos un bodeguero en un tractor desde Fuente Formosa que traía vino, cerveza y otros tipos de bebidas.
El médico residía en Barjas. Antaño si la enfermedad de alguna persona era muy grave y requería de su atención había que bajar a buscarle llevando una caballería para que pudiera desplazarse a visitar al enfermo. Luego ya con la apertura de pistas hacía el desplazamiento en vehículo.
Antonio, el cartero residía en Albaredos, bajaba a caballo a por la correspondencia a Barjas y la repartía en Quintela, Barrosas, Albaredos y Cruces. Años más tarde el servicio de cartería lo realizaba el matrimonio formado por José y Remedios. Residían en Barjas y subían primeramente a caballo y luego en coche a repartir la correspondencia a los citados pueblos.
Las fiestas de Albaredos eran el 27 de septiembre en honor a San Cosme. Duraban dos días.
Se hacía una alborada el primer día con los músicos tocando casa por casa. En cada una se ofrecía a la comitiva un poco de coñac o aguardiente acompañado de roscón y galletas. Dicha alborada continuaba hasta la aldea de Cruces y allí se hacía un poco de baile antes de volver a Albaredos.
Se oficiaba la misa con el cura que había venido desde Barjas. Para la comida con la que agasajar a familiares y allegados no faltaban los garbanzos, el pollo, el lacón y otras carnes del cerdo. En los postres se elaboraban los roscos, las tortas o los brazos de gitano.
El baile se hacía en la calle, junto a la escuela. En años de bonanza venían los afamados músicos de Paderne (Os Padernes) desde la provincia de Lugo. En otras ocasiones eran los músicos de Romeor los que amenizaban el baile y también algún año venían los de Busmayor con acordeón, gaita y batería.
Venía la juventud de Barrosas, Quintela, Busmayor, Visuña, Hórreos, Ferramulín, Villarrubín... a participar de las fiestas de San Cosme. Nadie se quedaba sin comer. A todos se les buscaba acomodo en alguna casa.
"A últimos de junio me tiraba toda la semana de fiesta en fiesta. Primero a la de Barrosas el 24 de junio, posterioremente a Villarrubín a las fiestas de San Pelayo el 26 y 27 de junio y terminaba en Hórreos con las fiestas de San Pedro el 29 de junio". OCTAVIO BLANCO.
Siempre hubo cantina en alguna casa del pueblo. Primero estuvo en la casa de Amadeo, después en la de Francisco y a lo último fue en la de Higinio. Allí se echaban unos tragos de vino o de cerveza y se jugaba a la brisca y al tute. En años anteriores se hacía baile a nivel local en el interior de alguna de estas cantinas con músicos del mismo Albaredos con gaita, bombo y tambor (Amadeo, Manuel y Ángel). Venía la gente joven de todos los pueblos del contorno.
"Yo ya no conocí estos bailes con músicos, en mis tiempos ya era con música de tocadiscos". OCTAVIO BLANCO.
Los domingos era costumbre echar buenas partidas de bolos entre la gente joven, primero se hacía en una pequeña explanada llamada O Redondín y luego más tarde se hacía por encima del horno comunal, junto al camino.
La vida era muy dura en Albaredos, pero se vivía de manera apacible y en mucha armonía entre sus gentes, pero la suerte estaba echada y la emigración fue sacando a las gentes del pueblo en busca de mejores comodidades y salir de ese territorio tan abrupto donde estaban muy lejos de todo.
La gente se marchó a Cuatrovientos (barrio de Ponferrada), a Camponaraya y otros pueblos de la comarca.
"Mis padres se bajaron a Cuatrovientos porque ya los hijos nos habíamos marchado y no era plan de que se quedaran ellos allí solos. Posteriormente subíamos con bastante frecuencia a Albaredos puesto que seguíamos manteniendo la casa y pasábamos allí algún día, mi padre siempre fue el más remiso a subir, no le apetecía mucho pero acababa subiendo con el resto de la familia a pasar el día". OCTAVIO BLANCO.
Teresa López fue la última de Albaredos. Después de estar viviendo alrededor de cinco años en soledad cerró la puerta de su casa en 2012 y se fue a Ponferrada con una hija.
Visita realizada en abril de 2023.
Informante: Octavio Blanco, antiguo vecino de Albaredos (Conversación personal mantenida por via telefónica).
Punto y aparte. La carretera que sube hasta Albaredos es una constante invitación a parar el coche, darte la media vuelta y olvidarte de conocer esta preciosa y desconocida zona del oeste del Bierzo. La carretera es estrecha, con multitud de curvas, con precipicios de vértigo pero el pésimo estado del asfalto es un calvario para el vehículo y una tortura psicológica para el conductor. Los diez kilómetros desde Vegas do Seo hasta Albaredos son un ejemplo de un trabajo mal hecho, de importar poco (más bien nada) a las administraciones el devenir diario de un precioso territorio de alta montaña. Lo siguen llamando la España vaciada cuando su nombre correcto debería ser la España olvidada y dejada. En fin...
Tenía muchas ganas de conocer esta zona limítrofe entre León y Lugo. Albaredos, Barrosas, Cruces, Hórreos, los tenía apuntados en mi agenda desde hace años y al fin pudo ser. Todo el camino iba expectante por lo que me iba a encontrar puesto que ni en internet ni en libros apenas sale reflejado mayor cosa sobre esta población de bonito nombre. Pocos kilómetros antes de llegar ya se divisa el pueblo en una elevación del terreno. Lo primero en aparecer es su fuente, bonita y cuidada.
Pese a la altura en que se encuentra el pueblo y la época del año (abril) la temperatura es muy suave, no hace aire, alguna nube se deja ver tímidamente pero no parece que vaya a soltar agua.
Al contemplarlas edificaciones enseguida veo alternancia de viviendas en buen estado con otras en estado ruinoso. Tejados de nuevo diseño, verjas delimitadoras y algunos otros detalles muestran que Albaredos no está apagado del todo. Decido ir primero a ver la solitaria aldea de Cruces situada un kilómetro más arriba de Albaredos. Hay que ir andando, el asfalto acaba aquí. Así que paso de largo por el pueblo y solo voy viendo lo que me aparece junto al camino pero sin detenerme. Después de visitar Cruces y contemplar el vasto territorio que desde allí se divisa tengo una bonita panorámica de Albaredos en un plano inferior. El contraste del negro de las edificaciones con el verde del terreno le da un aire mágico, de cuento al lugar. Deshago el camino y enseguida estoy en el vial principal de Albaredos. Ya si voy observando las edificaciones con más detenimiento. El silencio es total, nada rompe ni altera la tranquilidad que allí se siente. Inconfundible la arquitectura tradicional del lugar. Diseñadas las viviendas para dar cobijo en la planta baja a los animales y arriba las personas. Contemplo y disfruto. Están todas alineadas a un lado del camino. Llego hasta su capilla con su tejado remodelado. Por uno de los ventanucos se puede ver el interior. Continuo bajando la calle, unas iniciales aparecen en la fachada de una casa. Llego hasta el final del pueblo donde baja una calle hacia un grupo de casas, veo que alguna esta arreglada ¡¡lo que disfrutaran por estos lares las gentes que vengan a pasar unos días aquí en verano!! Tranquilidad, soledad, relajación, todo esto lo tendrán en Albaredos. Pocas cosas enturbiaran su serena placidez. Quiero ver la parte baja del pueblo pero por este lado no puedo hacerlo, una verja impide el paso. Doy un rodeo hasta que encuentro una manera de pasar al otro lado de las casas. Me sorprende la vivienda situada más abajo de todas por su volumen y buena fachada, se ve que tuvo que ser de las fuertes. Contemplo una preciosa era empedrada. Vuelvo a subir para arriba, cruzo el camino y empiezo a subir y ganar altura, quiero ver Albaredos desde esta perspectiva. Se ven los tejados y la forma alargada del pueblo adaptándose al espacio disponible. Un lugar precioso para los que ahora lo vemos pero creo que bastante duro para los que le tocó vivir aquí en sus tiempos. Como veo que va siendo hora de comer me dispongo a dar cuenta de mis vituallas en un prado por encima de las casas. Cuando llevo un rato degustando un apetitoso bocadillo de queso observo que llega un coche todo- terreno con varios ocupantes en su interior. Ellos no me ven. Creo que van a entrar a Albaredos, pienso que serán propietarios de alguna de las casas pero me equivoco, siguen camino para arriba con idea de salir para Visuña o algún otro lugar ya de territorio gallego. Cuando ya doy por finalizada mi comida vuelvo a coger la calle principal del pueblo para ver algún detalle que se me haya podido pasar de la primera vez pero ya poco queda por ver. La visita toca a su fin. Me encantó Albaredos.
Foto cedida por Octavio Blanco.
Albaredos en 1988 visto desde Os Cepos Queimados.
Llegando a Albaredos por el camino de Cruces. La casa da Nemesia será la primera en aparecer. Graciano y Asunción el matrimonio que la habitó. Se fueron a Cuatrovientos, barrio de Ponferrada.
Casa de Gancedo. Era una de las casas pudientes de Albaredos. Tres de los hermanos Carrete, Anibal, Toño y Remedios fueron sus últimos moradores. La familia se repartió entre Cuatrovientos y Camponaraya.
Telar y fragua de casa de Gancedo. Anibal Carrete era el herrero.
Calle principal de Albaredos.
Casa de Brañas. La habitó el matrimonio formado por Manuel y Luisa. Tuvieron dos hijos: José y Anita. Se marcharon a Valtuille de Arriba.
Casa de Queiroga. Vivió en ella el matrimonio formado por Lidia y Francisco. No tuvieron hijos. Se fueron a Valtuille de Arriba. Aquí se alojaban de patrona las maestras que no querían vivir en la casa de la escuela.
Escuela de Albaredos. El aula quedaba en la planta baja y la vivienda de la maestra en la planta superior. Alrededor de una veintena de niños asistían a clase en los años 60. Venían a ella también cuatro niños desde Cruces. Algún año vinieron dos niños de Hórreos (Lugo) cuando cerraron la escuela del pueblo y en ocasiones venían los de Barrosas cuando allí no tenían maestra.
Doña Antonia, doña Rosa, ambas de León, doña Blanca, de Sueros de Cepeda, doña Hermelinda, de Pinillos de la Valderia, doña Aurea, de Galicia o doña Melba de Magaz de Arriba son algunas de las maestras que impartieron enseñanza aquí.
Horno comunitario.
Calle principal de Albaredos. Horno. Escuela. Casa de Queiroga. Casa de Brañas.
Capilla de San Cosme. Solo se abría el día de la fiesta. Al no haber cementerio en Albaredos a los que fallecían en el pueblo los llevaban a enterrar a Barjas.
"La maestra nos llevaba los domingos por la mañana a escuchar misa a la iglesia del pueblo de Hórreos". OCTAVIO BLANCO.
Casa do tiu Cosme. Otra de las casas fuertes de Albaredos. La habitó el matrimonio formado por Jesús y Adela. Tuvieron cuatro hijos: Asunción, Octavio, Jesús y Adela. En el año 1988 cerraron la puerta de casa y se fueron para el barrio ponferradino de Cuatrovientos. Al lado derecho donde ahora se ve como cochera estaba el horno de la casa. En el lado izquierdo estaba las puertas para acceder a las cuadras y el pajar donde se guardaba el carro y la paja.
"Mi padre trajo de Suiza en los años 60 la primera radio que hubo en el pueblo. Venía la gente a escuchar la programación. Y luego en el año 1984 mi hermano Jesús trajo de Suiza la primera televisión que hubo en Albaredos".
OCTAVIO BLANCO.
Casa de Pacita. Manuel y Pacita fue el matrimonio que vivió en ella. Tuvieron cuatro hijos. Emigraron para Corgomo (Ourense).
Calle que baja hacia la parte baja del pueblo.
Casa de Verdasca. La habitó el matrimonio formado por Higinio y Maria del Camino (nacida en casa de Gancedo). Durante años aquí estuvo la cantina de Albaredos.
Casa de Gumersindo. Vivió en ella el matrimonio formado por Gumersindo y Bernardina. Se fueron a Cuatrovientos. Posteriormente compró la casa el matrimonio formado por Jacinto y Emilia que llegaron procedente de la aldea de Cruces. Desde entonces la casa se llamó Casa de Mila. Tuvieron ocho hijos: Amadeo, Silverio, Generosa, Maribel, Esperanza, Ludivinia, Jacinto y Abel. El matrimonio emigró a Santa Cubicia (Lugo) y los hijos se repartieron por Quiroga y Barcelona.
Casa de Aira.
Casa de Carreta. Vivió en ella el matrimonio formado por Amadeo y Albertina (natural de Cruces). Tuvieron seis hijos. El matrimonio se fue a Camponaraya y los hijos se repartieron en pueblos cercanos a Ponferrada y en Barcelona. A continuación por detrás está la casa del Valdiorrés. Fue la última que se cerró en Albaredos. Manuel y Elena fue el matrimonio que la habitó. Ambos fallecieron en el pueblo y una hija de ellos, Teresa fue la última que vivió en la casa.
A Penela da Fontiña. Aquí acostumbraba a juntarse buena parte de las gentes de Albaredos en los días de verano a la fresca. Era lugar de reunión social. Debajo de los pinos había una pequeña fuente y una poza donde lavaban las mujeres y bebía el ganado.
Vista parcial de Albaredos desde un plano superior. Se puede contemplar la disposición urbanística del pueblo de forma alargada.
La fonte de Salgueiredo. A cinco minutos del pueblo.