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Bergosa (Huesca)

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Sobre una atalaya en las alturas del valle de la Garcipollera y el valle del Aragón se sitúa el despoblado de Bergosa.
Una docena de casas conformaron la población, aunque solo cinco llegaron habitadas a los últimos años de vida del pueblo.
Casas de Bergosa:
-Campo, Chaime, Igúacel, Palacín, Isidoro, Valentín, Mancebo, Miguel, Benedé, Estúa, Abadía, Molino y Mesón.

"A las gentes de Bergosa nos decían Altos Aires por motivos obvios, también nos llamaban Caleros antiguamente, pues se fabricaba cal para la construcción en una zona llamada O Forno, camino abajo hacia Torrijos, donde aún se aprecian las huellas del mazo y del cincel en una barra caliza de donde extraían la piedra que luego cocían en hornos allí mismo. Y aún hay quien afirma que en tiempos pasados se llamaba Narigons a las gentes de Bergosa por una supuesta habla muy sonora y nasal" RAMÓN GALINDO.

Desde los años veinte contaron con luz eléctrica en el pueblo suministrada por la Electra Jacetana por medio de un transformador situado en Torrijos, junto al río.
Había pozos en las casas que se llenaban de agua por el freático o por las canaleras de los tejados. No se usaba dicha agua para beber solo para la limpieza o para los animales.
Leña de pino, chopo y aliagas era lo que utilizaban para calentar la lumbre de los hogares para combatir los rigores invernales que según el año venían con nevadas más o menos abundantes.

"Los hornos y los hogares consumían mucha cantidad de leña, así que fuera de la temporada de cosecha una de las tareas más importantes era la de hacer acopio de leña". RAMÓN GALINDO.

Trigo y cebada eran sus principales producciones agrícolas.
Había molino en Bergosa situado en el llano junto al río Aragón adonde bajaban las gentes del pueblo a moler el grano, pero en los años 60 llevaban el trigo a Jaca, a la panadería Jaquesa y allí les daban el equivalente en panes.
Casi todas las casas tenían horno para hacer el pan.

"Tanto en el Paco como en los huertos de Bergosa se criaban afamadas manzanas de invierno, peras agosteras, cascabillos, ceroldas, niézpolas, chabacanes, membrillos y moras. También se recogía manzanilla en los solanos y exquisitas fresas en la "Selva" un impresionante abetar.
Si había buen año estos productos se bajaban a vender a Jaca, al mercado, sobre todo manzanas.
Además casi todas las casas tenían colmenas". RAMÓN GALINDO.


La oveja era el animal referente en la ganadería. Un pastor comunal sacaba todos los rebaños juntos a pastar. Se hacia una pequeña trashumancia con el ganado. En verano a puerto y en invierno a la ribera.
Los corderos se vendían a los carniceros de Castiello o de Jaca. Se bajaban los animales a dichos pueblos.
Uno o dos cerdos se acostumbraba a matar en cada casa.
Conejos y liebres era lo que abundaba en la zona de monte.
Para herrar las caballerías había que bajar a la herrería de Castiello.

A Batueña
A Viña
Alcarcel
Allagaráz
Andica
Arrigal
Artica y Cena
Campón bajo
Cañamar
Carero
Cerrau de Abajo
Cerrau de Arriba
Facha
Huertón de Jaca
Huertos de la fuente
Noguera
O Peronero
Os Fenares
Sarratiello
Saleras

**Son algunos topónimos de lugares comunes de Bergosa que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**


El cura subía desde Castiello de Jaca. Mosén Miguel realizó durante años tal cometido. Subía andando o en burro. Se oficiaba misa solamente en fiestas y en alguna celebración especial (alrededor de seis veces al año).
De Castiello también subía el médico, don Juan montado en un burro cuando la situación lo requería, sino era el enfermo el que bajaba a Castiello a consulta, pueblo donde también había practicante.
Aureo el cartero de la Garcipollera recogía la correspondencia en Jaca y dejaba la que hubiera para Bergosa en la cantera de Torrijos donde la recogía Serapio Galindo de casa Campo.

"Aunque el cartero era mi padre siempre éramos alguno de los hijos los que bajábamos a por las cartas. Un paño blanco expuesto por los canteros en lugar visible nos advertía de que había correo para recoger.
Este mismo método de poner un paño blanco en algún lugar visible también lo utilizaban los carniceros de Castiello para advertirnos de que había "menudo" con el cual se hacían las chiretas y las fritadas por si alguien quería bajar a comprarlo". RAMÓN GALINDO.


Alrededor de siete u ocho niños asistían a la escuela en los años 50. La escuela original se tuvo que dejar de enseñar docencia en ella debido a que los ventanales estaban orientados al norte y el frío era tremendo en invierno. Se pasó el aula a la abadía. Casi todas las maestras eran chicas jóvenes y se alojaban en casa Campo.

"Conocí cuatro maestras: doña Angelita, doña Sole, doña Angelines y doña Ángeles. Todas estaban en mi casa salvo doña Soledad Martínez que vivía en la abadía con su marido. Esta mujer llegó en 1955 desde Villafranqueza (Alicante) restituida de su pasado en zona republicana y "condenada" con su esposo don Manuel Pastor al pueblo más alejado que hubiera. Este fue Bergosa. Vinieron pensando que llegaban al fin del mundo y se encontraron con todo lo contrario. Fueron muy bien acogidos por todos los vecinos que les ayudaron y apoyaron en todo, entablándose una duradera amistad. Doña Sole actualizó a las amas de casa con sus recetas de arroz y don Manuel que había sido carpintero construyó jaulas para conejos y otras "performances" como un palomar, cuyos pichones bajaba a vender a Jaca.
La escuela estaba muy bien dotada de material pedagógico y se recibían periódicamente lotes de libros en una especie de biblioteca itinerante del Servicio de extensión cultural que yo devoraba con placer, especialmente los de la colección Araluce y sus biografías". RAMÓN GALINDO.


Las fiestas patronales de Bergosa se celebraban el 29 de noviembre en honor a San Saturnino. Duraban dos días.
Misa y procesión eran los actos más destacados en el apartado religioso y el baile lo era en el apartado festivo.
Baile que se realizaba en la antigua casa del pueblo y en la plaza adyacente llamada de la Constitución.
La música estaba amenizada por Álvaro Salesa, acordeonista de Castiello, aunque ya en los últimos años de vida del pueblo no se realizaba baile ninguno debido a que en el pueblo quedaba muy poca población.
De Castiello, Jaca, Villanovilla y Abena era de los pueblos que solía acudir más juventud a participar de las fiestas de Bergosa.

Acudían en romería a la ermita de Santa María de Iguacel en julio con todos los pueblos de la Garcipollera y a la ermita de la virgen de Ipas en septiembre conjuntamente con los vecinos de Ipas, Baraguás y Jaca.

"Era un ambiente muy festivo. Se preparaban las viandas y los postres el día anterior. Se encendían los hornos y se horneaban las tortas y los asados. Cada pueblo portaba su cruz parroquial. Se hacía una misa, procesión y una comida campestre. Por la tarde continuaban los actos religiosos y vuelta para el pueblo". RAMÓN GALINDO.

Para hacer compras bajaban a Castiello (media hora andando) donde había varios comercios, entre ellos Casa Silvestre donde vendían aceite y vino a granel. Si eran compras de más envergadura hacían el trayecto hasta Jaca (una hora) principalmente los viernes que era día de mercado. Allí compraban de todo: arroz, azúcar, especias, ropa...

"Bajábamos a menudo a Jaca de niños. Nos llevaban nuestros padres a visitar a familiares, a fotografiarnos para la primera comunión a Foto Peñarroya, a comprar ropa, al circo y los caballitos en Santa Orosia, a las procesiones de Semana Santa... lo que sí me llamaba mucho la atención era ver tanto vehículo". RAMÓN GALINDO.

Los mayores se entretenían en animadas tertulias y jugando a guiñote, los niños a pelota o al escondite entre otros juegos de infancia, los jóvenes acudían a las fiestas de los pueblos del contorno.
No faltaba tampoco en las casas la radio. Se escuchaban los Partes, Discos dedicados, las radionovelas y a escondidas Radio España Independiente, estación Pirenaica, emisora divulgada por los republicanos en el exilio.

"La casa era la institución que había que perdurar y proteger. Si venía a casarse un varón de fuera se le llamaba O Yerno y si era mujer A Nuera. Los aponderadores/as difundían y ensalzaban las supuestas o reales virtudes de los futuros contrayentes que tras las firma de las Capitulaciones pasaban a ser los sucesores de dicha casa, sometidos a la observancia y cumplimiento de las mismas tras la boda".
RAMÓN GALINDO.


"En el solsticio de verano nos "sanjuanabamos" los críos en las frías aguas de un estanque cercano". RAMÓN GALINDO.

En Bergosa a diferencia de otros pueblos de Garcipollera no hubo expropiación. Se vendieron las zonas de monte comunal mediante una venta voluntaria/forzada y los vecinos se reservaron el derecho de las casas y las fincas más próximas.
Llegados los años 60 el pueblo ya agonizaba demográficamente. La búsqueda de una mejor calidad de vida (luz más potente, agua, servicios sanitarios y de enseñanza, comercios a mano, etc) empujaron a los bergosinos a emigrar.
Cuando llegó la hora de marchar alguna familia se quedó en Castiello y las otras se repartieron por Jaca, Canfranc, Barcelona o Zaragoza.
El matrimonio formado por Benito Campo y Simona Lacambra fueron los últimos de Bergosa. Cerraron casa Chaime a comienzos de 1966 y se marcharon para Zaragoza.

Desde 1998 la activa Asociación de Amigos de Bergosa están luchando por mantener el vinculo con el pueblo y que no se apague la llama de manera definitiva. Han recuperado la fiesta anual de San Saturnino, han rehabilitado el fraginal, han edificado un merendero, han limpiado el entorno de la fuente y el lavadero, han recuperado una caseta de pastor, han desescombrado el interior de la iglesia y desenmalezado el cementerio y mantienen una página de facebook donde dan cuenta de diversas actividades así como la muestra de fotografías del pueblo.

Informante: Ramón Galindo Ferrer de casa Campo (Conversación personal mantenida por correo electrónico).

Visita realizada en junio de 2021.

Punto y aparte."Altos aires" los de Bergosa. Estando in situ en este aéreo lugar no hace falta que te den más explicaciones de porque a las gentes de este pueblo se les llamaba por ese apodo.
Un esplendido mirador de la Garcipollera, del valle del Aragón, de una parte de la cordillera pirenaica, de los pueblos de Jaca y Castiello... todo se ve a otro nivel desde allí. Un deleite para la vista de los excursionistas de ahora y un sufrimiento para los que antaño habitaron este lugar.
Emprendo de buena mañana la caminata que me llevara desde la carretera junto al puente de Torrijos hasta Bergosa en poco menos de una hora.
El sendero en subida permanente va ganando altura entre pinos, quejigos y matas de boj.
En algunos tramos se divisa alguna edificación pero en general el pueblo no se ve hasta que no estás prácticamente encima.
Al llegar lo primero que diviso es un panel de madera techado con el nombre del pueblo escrito de manera artística.
De frente diviso una caseta de era (aquí llamada fraginal) en perfecto estado de conservación. Ha sido restaurada. Las vistas son imponentes. Castiello de Jaca a mis pies. En un costado de esta explanada que recibe al visitante han acondicionado un merendero techado donde se da una agradable y fresca sombra.
Me siento allí a refrescarme de la caminata y a beber agua cuando llega una persona por el mismo camino que yo he hecho. Viene de Jaca según me cuenta, lo hace a pecho descubierto y sin una botella de agua siquiera. Se sienta unos minutos a echarse un cigarro mientras mantenemos una frugal conversación. Enseguida se levanta y se dispone a continuar camino, me comenta que va a bajar a Castiello y por allí vuelta a Jaca.
Apenas termina de desaparecer este hombre de mi campo de visión cuando aparece una pareja de caminantes por el mismo camino por el que yo he subido. Son un matrimonio jubilado del Pais Vasco pero que pasan buenas temporadas en Jaca. Se sientan a descansar y a refrescarse a la sombra. Conversación más animada y variada que con el primer visitante. Departimos un buen rato hablando de temas triviales, de la vida, de la pandemia, de las excelencias paisajísticas de toda esta zona pirenaica, de la vida en nuestras respectivas ciudades...
En esas estamos cuando llegan otras dos caminantes por el mismo camino, en este caso dos mujeres de mediana edad, saludan pero no paran, se detienen junto al fraginal y allí echan un rato.
Mis compañeros de tertulia después de veinte minutos se levantan y deciden continuar camino. Bajaran hasta Castiello también y por allí volverán a Jaca.
Yo también me levanto de mi "fresca" guarida y me dispongo a visitar el pueblo puesto que llevo aquí medía hora y todavía no lo he conocido.
Entro por algunas calles, por donde se puede, el pueblo está en muy mal estado, muy machacado, numerosas edificaciones están en el suelo, en algunas solo quedan muros de manera parcial, irreconocibles. Llego hasta su iglesia, el edificio más entero aunque en estado ruinoso también, a su vera el cementerio.
El interior del templo es más de lo mismo, apenas el altar mayor se mantiene en pie de manera decorosa con la mesa de altar y diversas figuras religiosas de escaso valor. Salgo al exterior y me dispongo a continuar mi transito por el pueblo por donde se pueda porque no es fácil. Observo que en diversas edificaciones han rotulado con pintura el nombre de la casa. Isidoro, Estúa, Campo, Palacín...Detalle de agradecer. Trepo entre escombros, sorteo vegetación hasta donde puedo, llega un momento en que no puedo dar un paso más y toca desandar hacia atrás. Observo y busco detalles de interés entre los muros que todavía resisten. Una boca de horno asoma por un lado, un ventanuco por otro, un arco rebajado en otra edificación, un paso de calle bajo cubierto...
Tuvo que tener un bonito trazado urbano. He llegado tarde a conocer este pintoresco lugar. Veinte o veinticinco años antes podría haber contemplado un Bergosa con más encanto. Y es que en los años 90 conocí Villanovilla, Acín y otros lugares de la Garcipollera pero no subí a visitar Bergosa. Lo dejé para otra ocasión y esa ocasión ha tardado demasiado en llegar.
Una señal me indica el camino hacia la fuente. Para allá me dirijo. Precioso lugar este de la fuente y el lavadero. Una fresca agua mana de su caño. Observo sendos paneles con escritura fijados sobre la pared con un texto narrativo muy agradable y nostálgico. Los firma María Victoria Trigo, escritora zaragozana y descendiente de Bergosa por parte paterna. Su nombre me suena mucho de un contacto de facebook (hecho que después será confirmado). Los leo con avidez y dejo que el texto me transporte a la Bergosa de antaño, a cuando las mujeres lavaban en el lavadero y las jóvenes llenaban los cantaros en la fuente.
Desde aquí contemplo lo que se puede de Bergosa entre la vegetación. Vuelvo hacia el pueblo, lo contorneo por la otra parte en busca de detalles interesantes pero nuevamente me pasa lo mismo, llega un punto que ya no puedo avanzar más. Salgo a la explanada y ya intuyo que toca marcharme. La visita a Bergosa ya no da más de si. No vuelvo a ver a ningún ser humano más. Realizo el camino hasta la carretera, ahora es bajada. Una última mirada a las edificaciones del pueblo y para abajo.
Una sensación agridulce me llevo porque por fin he conocido este despoblado pero... he llegado muy tarde.


Llegando a Bergosa. Aparecen las primeras edificaciones. Cuadras y pajares de casa Iguacel.



Fraginal(caseta) y era de trillar de casa Iguacel. Fue rehabilitada por los Amigos de Bergosa y aquí se realizan todas las actividades en la recuperada fiesta de San Saturnino. De fondo el pico Collarada con 2884 metros de altitud.
"Dada la dispersión de las fincas había que construir majadas, casetas de pastor, cuadras y fraginal donde guardar productos, utensilios y animales. Singulares eran las casetas de pastor de falsa bóveda como la de La Batueña (restaurada por la asociación). En esas casetas se guarecía el pastor y vigilaba cuando el rebaño dormía en el campo para estercolarlo dentro de un redil de cletas (O Cletau) que se cambiaba de lugar cada dia". RAMÓN GALINDO.



Calle de la iglesia. Fachada norte del templo y a la derecha pared de casa Chaime.



La iglesia parroquial de San Saturnino.




Escalones y portada de acceso al atrio.




Interior del templo. Altar mayor. Ábside.




La iglesia por su lado noroeste. Delante las ruinas de la casa concello (casa del pueblo).



Foto cedida por Ramón Galindo.

Entre la pared de la iglesia y la casa concejo estaba una plaza llamada de la Constitución como se ve en esa inscripción tallada en la piedra (actualmente caída).



Calle de la iglesia. A la izquierda la abadía y de fondo casa Chaime. A la derecha el muro del cementerio.



Foto cedida por Miguel Ángel.

Casa Chaime. La última que se cerró en Bergosa. Inocencia Campo, hija de la casa asomada al balcón que daba al salón.



Foto cedida por Miguel Ángel.

Benito Campo y Simona Lacambra de Casa Chaime. Los últimos de Bergosa.



Casa Isidoro. Deshabitada desde mucho tiempo atrás, la usaban los de Chaime como cuadra, pajar, conejar, masaderia y horno.



Casa Campo. Cerraron la puerta en 1965 y se marcharon a Jaca.



Foto cedida por Miguel Ángel.

Doña Angelita Moreno y alumnos delante de la escuela. Año 1955.



Calle de Iguacel. Casa Mancebo a la izquierda y cuadra y pajares de casa Estúa a la derecha.



Calle Camino de Jaca. Pajar y cuadra de casa Estúa a la izquierda y a la derecha pajar y cuadra de casa Iguacel.



Casa Iguacel. Se cerró en 1963.
"Era una edificación imponente. De dos plantas. Cuatro amplias habitaciones con sus alcobas, cocina con amplio hogar, planta baja con las cuadras, graneros, masaderia y un pozo en el patio de agua fresquísima. En la segunda planta tenía una espaciosa galería donde algunas vecinas se reunían a tomar el sol mientras hacían labores textiles". RAMÓN GALINDO.



Casa Palacín. Se cerró en 1956.




Casa Estúa.




Calle de Chaime. A la izquierda casa Iguacel y a la derecha casa Mancebo. Cubierto sobre la calle que comunicaba ambas casas, las cuales pasaron a ser una sola.



La fuente de Bergosa, a trescientos metros del pueblo.
"De niños podíamos venir a jugar varias veces al día por aquí que no nos daba pereza pero la cosa cambiaba si nos mandaba nuestra madre a por agua con el cántaro o el botijo, entonces ya nos hacíamos los remolones y echábamos cuentas: que te toca a ti hoy, que no, que yo fui ayer...." RAMÓN GALINDO.

"La fuente manaba poco caudal en el estío y no daba para regar bien los huertos. De haber manado igual en verano que en invierno ello hubiera redundado en más riqueza para los vecinos pues se podrían haber ampliado las cosechas de remolacha, alfalfa, los prados, etc y haber podido criar más cerdos y ovejas. Esta limitación quedaba solventada en parte con los cultivos en la zona denominada el Paco, a un kilómetro del pueblo, zona casi llana y con más agua disponible, fuentes que llamábamos de "gorgorocha" pues manaban directamente del suelo llano, no de ladera.
En Torrijos también había huertos que se regaban con agua del río Aragón desde el molino, el canal de Jaca y alguna fuente. Estaban alejados del pueblo pero eran muy productivos". RAMÓN GALINDO.




El lavadero. Antiguamente estaba techado.

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