Sobrepasando los 1400 metros de altitud en la parte occidental de la Sierra de Albarracin se encuentra la aldea de las Casas de Frías.
Perteneciente al término municipal de Frías de Albarracin, aunque el pueblo más cercano a la aldea era Villar del Cobo.
Ubicado a media ladera de un cabezo, alrededor de una docena de casas conformaron la población en sus buenos tiempos.
Tuvieron luz eléctrica desde los años 50.
"Mis padres tuvieron una de las primeras televisiones que hubo en las Casas. Venían vecinos a ver la programación. Menudo revuelo se formaba cuando salían bailarinas ligeras de ropa en programas de espectáculos. El año que subió Armstrong a la luna lo pudimos contemplar en el televisor pero mi abuela con su incredulidad manifestó: anda que no son tontos que nos quieren hacer creer que han subido a eso tan pequeño (señalando al cielo donde se veía la luna)".
ISIDRO GARCÍA.
Había un horno comunitario para elaborar el pan.
De la abundante leña de pino se surtían los vecinos para calentar la lumbre de las cocinas y combatir los rigurosos inviernos que por esta zona se daban.
Trigo y cebada eran sus principales producciones agrícolas.
Iban a moler el grano al molino de Villar del Cobo o al de Calomarde.
Manzanos y ciruelos eran los pocos árboles frutales que se daban en el terreno.
"Había un manzano por debajo del pueblo que era de un señor que vivía solo y todos los días le asaltábamos el árbol los niños para comernos alguna manzana". ISIDRO GARCÍA.
Venía un vendedor ambulante desde Terriente con una furgoneta vendiendo fruta.
Se realizaba intercambio de patatas por manzanas con gentes de Tramacastilla y también se practicaba el trueque con las gentes de Torres de Albarracin donde llevaban patatas a cambio de manzanas y uvas.
Sobre las ovejas giraba todo el volumen ganadero de la aldea. Entre tres mil y cuatro mil cabezas de ganado se juntaban en los tiempos de esplendor en las Casas.
Se hacía la trashumancia en septiembre hacia Molina de Segura en Murcia o bien a diversos pueblos de la provincia de Jaén.
Carniceros de Torres de Albarracin venían periódicamente por la aldea para comprar los corderos.
Se mataban tres cerdos al año para abastecerse de carne para todo el año.
Barranco de Las Casas
El Cabezo
El Majano
Estepar Cabero
Fuente El Majano
Fuente Gómez
La Aliaga
La Majada
La Pedrona
La Traspuesta
Los Hontanares
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Casas de Frías que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Los niños en edad escolar caminaban todos los días una hora y cuarto para asistir a la escuela de Frías de Albarracin. En los años 50 acudían entre ocho y diez niños de las Casas.
El médico residía en Villar del Cobo pero era muy rara su presencia en la aldea.
"A mi se me fracturó la muñeca por una caída y mis padres me llevaron al médico del Villar. Me la entablilló y me la puso en su sitio. Al paso del tiempo sanó.
A Sebastián (el último vecino que quedó en el pueblo) le mordió una víbora, pero no fue al médico del Villar. Con unos emplastes caseros le fue remitiendo la hinchazón hasta que se curó por completo". ISIDRO GARCÍA.
No había cartero oficial para llevar la correspondencia hasta la aldea y así era cualquier vecino que fuera por Frías el que la llevaba o traía.
Los guardias de Terriente hacían periódicamente la ronda por todos los pueblos.
"Imponían un respeto de narices cuando los veías llegar montados a caballo con el tricornio y la capa. En cierta ocasión mi hermano y yo vimos como abofeteaban a uno del pueblo por blasfemar en voz alta". ISIDRO GARCÍA.
Casas de Frías celebraba su fiesta el 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen.
La aldea ese día era un hervidero de gente.
Venía el cura de Frías a decir la misa.
Llegaban romeros descalzos desde Frías y Calomarde por alguna promesa.
Se hacía el baile en una era junto a la ermita amenizado por acordeonistas. Unas veces venía uno desde el Rincón de Ademuz (Valencia) y en otras ocasiones era uno que venía desde Checa (Guadalajara). Había que ir a buscarle con un mulo hasta Villar del Cobo.
Venían kioskeros de Frías e instalaban allí sus tenderetes con bebidas y golosinas.
Acudía la juventud de Calomarde, de Frías, de Villar del Cobo y en ocasiones venían de pueblos más alejados como era Griegos, Guadalaviar y el pueblo conquense de Vega del Codorno.
Saturnino García fue el poseedor del primer coche que hubo en las Casas. Aconteció en el año 71.
"Resulta que a mi padre le regaló el carnet de conducir un tratante de Murcia a cambio de una mula. Era a la vez inspector comarcal de Tráfico y por eso pudo conseguírselo.
Como no sabia conducir cuando compró el coche se lo llevó uno de Frías hasta la aldea y allí en una era y en terrenos planos fue practicando hasta que adquirió experiencia para salir a carretera". ISIDRO GARCÍA.
La falta de servicios básicos y las ganas de buscar un mejor futuro fue empujando a las gentes de las Casas camino de la emigración en los años 60 y 70.
La mayoría de la gente eligió Valencia como lugar donde empezar una nueva etapa en sus vidas.
Sebastián Soriano García fue el último de Casas de Frías. Resistió en solitario hasta el año 1984 en que un fatal accidente cuando estaba manipulando unos cables del transformador de la luz le costó la vida.
Informante: Isidro García Pérez, antiguo vecino de Casas de Frías.
Visita realizada en mayo de 2021.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Muy tarde he llegado a conocer esta aldea turolense. Al haberse demorado mi visita hasta el año 2021 no he podido contemplar las Casas de Frías cuando aún se mantenían con decoro y dignidad. Hoy día es un conjunto de edificaciones arruinadas acompañando a la ermita de la Virgen del Carmen, que es el único edificio que todavía pone la seña de identidad a este perdido caserío de la sierra.
Desde la carretera que se dirige a Villar del Cobo ya diviso la silueta de las Casas en la falda de un cerro. Alrededor de un par de kilómetros me separan de mi objetivo. El camino es llevadero, sin mucho desnivel ni revueltas.
Según me voy acercando el edificio de la ermita se hace inconfundible por su buen estado en comparación con el resto.
La torre del transformador de la luz desde lejos se asemeja al campanario de una iglesia.
Nada más entrar al corazón de la aldea una señal de madera entre casas caídas indica la dirección de la ermita. Subo a verla. Es bonita. Todo bien cuidado, por una ventana enrejada se puede ver el interior.
Sencilla. La contorneo. La mantienen en perfecto estado. Desde aquí veo unas eras de trillar y el transformador de la luz donde el solitario robinson que se aferraba a la vida en precario en las Casas encontró aquí el final de sus días de manera trágica. En su cabeza estaría el no marchar de su pueblo como habían hecho sus vecinos y a fe que lo consiguió.
Continuo andando por la parte alta y llego hasta la fuente, la cual está acompañada del abrevadero y el lavadero. Por aquí sale el camino de Frías y ya apenas hay más edificaciones salvo un par de corrales.
Entro nuevamente a la aldea por su calle bajera, una casa todavía con el tejado presente me sale al paso.
Me adentro en su interior, puedo llegar hasta la cocina, algo de mobiliario y poco más.
Sigo mi transitar por lo que un día fue el trazado urbano de las Casas, hoy día ya apenas irreconocible. Edificaciones en ruina que denotan que un día fueron viviendas, otras ya sin ninguna seña de identidad para saber si era casa o pajar. La derrota está bien presente en todos los edificios. La dureza del clima que por aquí se da y algo de expolio han conllevado a está situación.
Bajo hasta el barranco para tratar de sacar una panorámica del pueblo. Oigo un ruido de motor. Un todo terreno pasa por un camino que hay detrás de los pinos. Se dirigirá a Frías o a Calomarde. Mira con curiosidad al forastero que está haciendo fotografías de un lugar perdido.
Enseguida desaparece de mi campo de visión, se deja de oír el ruido de motor y el silencio vuelve a hacerse presente.
Dedico unos minutos a contemplar desde aquí.
Subo otra vez para arriba, la visita va tocando a su fin. Poco más hay que ver. Una casa en la parte baja con la fachada reconocible y la chimenea coronando el edificio.
En otra casa cercana consigo entrar hasta la cocina con algo de riesgo. Nada de particular.
Salgo al exterior y cojo el camino que dos horas antes me trajo hasta esta recóndita aldea perdida en los confines de la sierra de Albarracin.
La primera casa que aparece en el lado izquierdo del camino es la de Saturnino García y Rosario Pérez. Por detrás la ermita.
En el lado derecho del camino se muestra una vivienda que tuvo que ser de buena presencia.
Entre casas en estado de ruina avanzada una calle sube hasta la ermita.
Ermita de la Virgen del Carmen. La talla de la virgen se conserva en Frías y solo se trae a su lugar de origen el día de la fiesta.
Vista de las Casas por su lado este con el camino que llegaba desde Frías.
Sorprende encontrar algún edificio con el tejado en aceptable estado de conservación.
Los dominios del agua. Vida social del pueblo. Conjunto que forman el lavadero, el abrevadero y la fuente.
Perteneciente al término municipal de Frías de Albarracin, aunque el pueblo más cercano a la aldea era Villar del Cobo.
Ubicado a media ladera de un cabezo, alrededor de una docena de casas conformaron la población en sus buenos tiempos.
Tuvieron luz eléctrica desde los años 50.
"Mis padres tuvieron una de las primeras televisiones que hubo en las Casas. Venían vecinos a ver la programación. Menudo revuelo se formaba cuando salían bailarinas ligeras de ropa en programas de espectáculos. El año que subió Armstrong a la luna lo pudimos contemplar en el televisor pero mi abuela con su incredulidad manifestó: anda que no son tontos que nos quieren hacer creer que han subido a eso tan pequeño (señalando al cielo donde se veía la luna)".
ISIDRO GARCÍA.
Había un horno comunitario para elaborar el pan.
De la abundante leña de pino se surtían los vecinos para calentar la lumbre de las cocinas y combatir los rigurosos inviernos que por esta zona se daban.
Trigo y cebada eran sus principales producciones agrícolas.
Iban a moler el grano al molino de Villar del Cobo o al de Calomarde.
Manzanos y ciruelos eran los pocos árboles frutales que se daban en el terreno.
"Había un manzano por debajo del pueblo que era de un señor que vivía solo y todos los días le asaltábamos el árbol los niños para comernos alguna manzana". ISIDRO GARCÍA.
Venía un vendedor ambulante desde Terriente con una furgoneta vendiendo fruta.
Se realizaba intercambio de patatas por manzanas con gentes de Tramacastilla y también se practicaba el trueque con las gentes de Torres de Albarracin donde llevaban patatas a cambio de manzanas y uvas.
Sobre las ovejas giraba todo el volumen ganadero de la aldea. Entre tres mil y cuatro mil cabezas de ganado se juntaban en los tiempos de esplendor en las Casas.
Se hacía la trashumancia en septiembre hacia Molina de Segura en Murcia o bien a diversos pueblos de la provincia de Jaén.
Carniceros de Torres de Albarracin venían periódicamente por la aldea para comprar los corderos.
Se mataban tres cerdos al año para abastecerse de carne para todo el año.
Barranco de Las Casas
El Cabezo
El Majano
Estepar Cabero
Fuente El Majano
Fuente Gómez
La Aliaga
La Majada
La Pedrona
La Traspuesta
Los Hontanares
**Son algunos topónimos de lugares comunes de Casas de Frías que quedaran para siempre en el recuerdo de las gentes que habitaron el pueblo**
Los niños en edad escolar caminaban todos los días una hora y cuarto para asistir a la escuela de Frías de Albarracin. En los años 50 acudían entre ocho y diez niños de las Casas.
El médico residía en Villar del Cobo pero era muy rara su presencia en la aldea.
"A mi se me fracturó la muñeca por una caída y mis padres me llevaron al médico del Villar. Me la entablilló y me la puso en su sitio. Al paso del tiempo sanó.
A Sebastián (el último vecino que quedó en el pueblo) le mordió una víbora, pero no fue al médico del Villar. Con unos emplastes caseros le fue remitiendo la hinchazón hasta que se curó por completo". ISIDRO GARCÍA.
No había cartero oficial para llevar la correspondencia hasta la aldea y así era cualquier vecino que fuera por Frías el que la llevaba o traía.
Los guardias de Terriente hacían periódicamente la ronda por todos los pueblos.
"Imponían un respeto de narices cuando los veías llegar montados a caballo con el tricornio y la capa. En cierta ocasión mi hermano y yo vimos como abofeteaban a uno del pueblo por blasfemar en voz alta". ISIDRO GARCÍA.
Casas de Frías celebraba su fiesta el 16 de julio en honor a la Virgen del Carmen.
La aldea ese día era un hervidero de gente.
Venía el cura de Frías a decir la misa.
Llegaban romeros descalzos desde Frías y Calomarde por alguna promesa.
Se hacía el baile en una era junto a la ermita amenizado por acordeonistas. Unas veces venía uno desde el Rincón de Ademuz (Valencia) y en otras ocasiones era uno que venía desde Checa (Guadalajara). Había que ir a buscarle con un mulo hasta Villar del Cobo.
Venían kioskeros de Frías e instalaban allí sus tenderetes con bebidas y golosinas.
Acudía la juventud de Calomarde, de Frías, de Villar del Cobo y en ocasiones venían de pueblos más alejados como era Griegos, Guadalaviar y el pueblo conquense de Vega del Codorno.
Saturnino García fue el poseedor del primer coche que hubo en las Casas. Aconteció en el año 71.
"Resulta que a mi padre le regaló el carnet de conducir un tratante de Murcia a cambio de una mula. Era a la vez inspector comarcal de Tráfico y por eso pudo conseguírselo.
Como no sabia conducir cuando compró el coche se lo llevó uno de Frías hasta la aldea y allí en una era y en terrenos planos fue practicando hasta que adquirió experiencia para salir a carretera". ISIDRO GARCÍA.
La falta de servicios básicos y las ganas de buscar un mejor futuro fue empujando a las gentes de las Casas camino de la emigración en los años 60 y 70.
La mayoría de la gente eligió Valencia como lugar donde empezar una nueva etapa en sus vidas.
Sebastián Soriano García fue el último de Casas de Frías. Resistió en solitario hasta el año 1984 en que un fatal accidente cuando estaba manipulando unos cables del transformador de la luz le costó la vida.
Informante: Isidro García Pérez, antiguo vecino de Casas de Frías.
Visita realizada en mayo de 2021.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Muy tarde he llegado a conocer esta aldea turolense. Al haberse demorado mi visita hasta el año 2021 no he podido contemplar las Casas de Frías cuando aún se mantenían con decoro y dignidad. Hoy día es un conjunto de edificaciones arruinadas acompañando a la ermita de la Virgen del Carmen, que es el único edificio que todavía pone la seña de identidad a este perdido caserío de la sierra.
Desde la carretera que se dirige a Villar del Cobo ya diviso la silueta de las Casas en la falda de un cerro. Alrededor de un par de kilómetros me separan de mi objetivo. El camino es llevadero, sin mucho desnivel ni revueltas.
Según me voy acercando el edificio de la ermita se hace inconfundible por su buen estado en comparación con el resto.
La torre del transformador de la luz desde lejos se asemeja al campanario de una iglesia.
Nada más entrar al corazón de la aldea una señal de madera entre casas caídas indica la dirección de la ermita. Subo a verla. Es bonita. Todo bien cuidado, por una ventana enrejada se puede ver el interior.
Sencilla. La contorneo. La mantienen en perfecto estado. Desde aquí veo unas eras de trillar y el transformador de la luz donde el solitario robinson que se aferraba a la vida en precario en las Casas encontró aquí el final de sus días de manera trágica. En su cabeza estaría el no marchar de su pueblo como habían hecho sus vecinos y a fe que lo consiguió.
Continuo andando por la parte alta y llego hasta la fuente, la cual está acompañada del abrevadero y el lavadero. Por aquí sale el camino de Frías y ya apenas hay más edificaciones salvo un par de corrales.
Entro nuevamente a la aldea por su calle bajera, una casa todavía con el tejado presente me sale al paso.
Me adentro en su interior, puedo llegar hasta la cocina, algo de mobiliario y poco más.
Sigo mi transitar por lo que un día fue el trazado urbano de las Casas, hoy día ya apenas irreconocible. Edificaciones en ruina que denotan que un día fueron viviendas, otras ya sin ninguna seña de identidad para saber si era casa o pajar. La derrota está bien presente en todos los edificios. La dureza del clima que por aquí se da y algo de expolio han conllevado a está situación.
Bajo hasta el barranco para tratar de sacar una panorámica del pueblo. Oigo un ruido de motor. Un todo terreno pasa por un camino que hay detrás de los pinos. Se dirigirá a Frías o a Calomarde. Mira con curiosidad al forastero que está haciendo fotografías de un lugar perdido.
Enseguida desaparece de mi campo de visión, se deja de oír el ruido de motor y el silencio vuelve a hacerse presente.
Dedico unos minutos a contemplar desde aquí.
Subo otra vez para arriba, la visita va tocando a su fin. Poco más hay que ver. Una casa en la parte baja con la fachada reconocible y la chimenea coronando el edificio.
En otra casa cercana consigo entrar hasta la cocina con algo de riesgo. Nada de particular.
Salgo al exterior y cojo el camino que dos horas antes me trajo hasta esta recóndita aldea perdida en los confines de la sierra de Albarracin.
Vista lejana de Casas de Frías en su ubicación sobre el terreno.
Llegando a la aldea.
La primera casa que aparece en el lado izquierdo del camino es la de Saturnino García y Rosario Pérez. Por detrás la ermita.
En el lado derecho del camino se muestra una vivienda que tuvo que ser de buena presencia.
Centro neurálgico de la aldea.
Entre casas en estado de ruina avanzada una calle sube hasta la ermita.
Ermita de la Virgen del Carmen. La talla de la virgen se conserva en Frías y solo se trae a su lugar de origen el día de la fiesta.
Vista de las Casas por su lado este con el camino que llegaba desde Frías.
La última casa que se cerró en Casas de Frías.
No hace muchos años atrás fueron viviendas.
Sorprende encontrar algún edificio con el tejado en aceptable estado de conservación.
La fuente.
Los dominios del agua. Vida social del pueblo. Conjunto que forman el lavadero, el abrevadero y la fuente.
Era de trillar.
Torre del transformador de la luz.