Nunca llegó la luz eléctrica a Miz. Candiles de aceite, velas de fabricación casera, teas y a lo último candiles de carburo fueron sus fuentes de iluminación.
Sin embargo si llegó el agua a la casa, provenía de la fuente y debidamente canalizada llegaba hasta la cocina, bajaba por una tubería hasta la cuadra donde había un abrevadero, de aquí salía al lavadero y posteriormente al huerto.
418 hectáreas de terreno era lo que abarcaba el terreno de Miz, ahí se incluía la zona de monte y la de pastos, y el terreno cultivable que se utilizaba para sembrar trigo y alfalfa principalmente.
Cereal que se llevaba a moler al molino de Bara, años después se llevaba hasta Rodellar y allí les devolvían el equivalente en pan.
Las ovejas era el animal sobre el que se basaba la ganadería. Tomás del pueblo de Artosilla era el pastor que se encargaba de ellas.
Ganaderos de Guaso y Rodellar traían su ganado a pastar a los montes de Miz.
Contaban además con dos bueyes, dos machos, un mulo y un burro.
Se mataban dos cerdos al año.
Venían tratantes de Rodellar a comprar corderos y lechones.
Las cerdas de cría las llevaba normalmente una mujer de la casa a Bara para que las cubriera el semental que allí había. Eso suponía realizar un trayecto a pie bastante duro y muchas veces sufriendo las inclemencias del tiempo (frío, lluvia, nieve).
Había muchos conejos en el monte y algo menos de perdices, una vez cazados suponía un aporte extra a la cocina.
Del monte se obtenía madera de pino que se llevaba a las Casas de Montalbán, allí las recogían en camiones para su posterior traslado a fábricas madereras.
Cada quince días subía el cura de Bara a oficiar misa en el pequeño templo dedicado a San Martín.
Un año llegaron a Miz ocho o diez curas jóvenes a realizar ejercicios espirituales, estuvieron cinco o seis días, todas las tardes les acompañaban los dos niños de la casa en sus rezos y paseos por el monte.
El médico venía desde Secorún, el último lo hacía desde Orna de Gállego.
"A mi padre le dio una vez apendicitis, vino el carpintero de Bara para hacer una camilla de madera y así poderlo trasladar a Rodellar. Una vez en aquel pueblo lo recogió un taxi y lo llevó a Barbastro al hospital". JOSÉ LUIS ALLUÉ.
La tía Orosia del pueblo de Biban era la que hacía las veces de partera.
María Luisa era la cartera, venía desde Bara, también ejercía de practicante.
Pedro, el herrero subía desde Bara, era además carpintero y matarife.
El secretario del ayuntamiento residía en Sabiñanigo, don José María Graver.
Desde Guaso venía el cobrador de impuestos.
A la escuela bajaban diariamente hasta Bara, cuarenta y cinco minutos diarios de caminar.
"Llevábamos mi hermano José Luis y yo botas viejas para el camino y al pasar el río nos las quitábamos y nos poníamos unos zapatos para llegar limpios a la escuela, los guardábamos en una oquedad que había cerca del río, por la tarde hacíamos el proceso a la inversa". JOSÉ LUIS ALLUÉ.
"Alrededor de ocho o diez niños asistíamos en aquellos años a la escuela. La maestra que recuerdo se llamaba María Rosa, era de Monzón y la escuela de Bara fue su primer destino. Aprendimos mucho con ella.
Comíamos en casa Sánchez en Bara porque la abuela era de Miz. El primer plato y algunos postres lo ponían ellos, nosotros llevábamos el segundo plato en una tartera". MIGUEL ÁNGEL ALLUÉ.
Las fiestas patronales eran para San Martín, el 11 de noviembre. Tenían una duración de tres o cuatro días según el año.
Pedro el herrero de Bara que tocaba la guitarra y Eulogio del pueblo de Abiego que tocaba el violín eran los encargados de amenizar la fiesta.
Se hacía el baile en el salón de la casa.
Se bailaba y se jugaba al guiñote.
Se mataban corderos, conejos y pollos para agasajar a todos los presentes.
A todo el que se quedaba a dormir se les daba alojamiento en cualquier estancia de la casa.
"Recuerdo a los músicos subidos en una mesa alta a modo de tarima tocando el violín -tris, tris, tris- y la guitarra -ras- ras- ras". JOSÉ LUIS ALLUÉ.
"Venía gente de Bibán, Letosa, Bara y Binueste.
Asistían también a la fiesta los guardias del puesto de Adahuesca con el teniente a la cabeza.
Nos llegábamos a juntar en esos días alrededor de cuarenta personas".
MIGUEL ÁNGEL ALLUÉ.
Cada quince días iban a comprar a Rodellar con dos mulos bien cargados de trigo. Se llevaba a casa Herrero y se intercambiaba por azúcar, patatas, café, arroz, anís. Tres horas y media de camino era lo que empleaban en llegar a Rodellar, atravesando el Mascún a veces con cierto peligro si venía crecido el río puesto que había que vadearlo al no haber puente.
Se desplazaban hasta Abiego y Bierge para comprar el vino.
Cerca de Bierge tenían un olivar, allí entregaban las olivas y les daban el equivalente en aceite.
José María de casa Tendero de Bara subía periódicamente a vender productos de toda clase.
"Se vivía muy a gusto en Miz. La familia estaba muy unida, era un lugar muy tranquilo y se comía muy bien. Todo el que llegaba era bien recibido".
SILVIA NASARRE.
1963 fue un año clave en el devenir de Miz. Hasta aquí llegó la presencia humana en la aldea, ininterrumpida durante generaciones.
El matrimonio formado por Justo y Silvia con su tres hijos, José Luis, Miguel Ángel y Jesús, el abuelo Justo (natural de Matidero) y dos tíos solteros, Pepe y Andrés fueron los últimos de Miz.
"Nos fuimos de Miz por el cierre de la escuela de Bara. Además la gente de los pueblos de alrededor se iban marchando todos.
Elegimos Monzón porque allí había todo tipo de servicios e infraestructuras y ya teníamos familia viviendo allí.
Habíamos echado previamente una solicitud para los pueblos de colonización, pero no nos la concedieron". SILVIA NASARRE.
"El cierre de la escuela de Bara fue determinante. Nos marchamos mi hermano y yo un año al Pueyo de Santa Cruz con unos familiares para continuar estudiando allí, pero ya mis padres decidieron bajarse también porque aquello no era plan. Un hermano de mi padre estaba en Monzón y nos fuimos allí". MIGUEL ANGEL ALLUÉ.
"El día de Reyes llevamos todos los muebles y enseres a Rodellar en caballerías y desde allí en camión hasta Monzón. No se me olvidará el frío tan terrible que pasamos ese día en la nueva casa puesto que estaba helada, no había dado tiempo a que se calentara.
El abuelo Justo llevó muy mal el cambio de Miz a Monzón, dos años vivió aquí, apenas salía a la calle". JOSE LUIS ALLUÉ.
Agradecimiento a los hermanos Allué Nasarre, Miguel Ángel y José Luis. Encantadora tarde junto a ellos en Monzón escuchando sus vivencias y recuerdos de niñez pasados en Miz, un lugar al que no olvidan y que visitan con cierta frecuencia.
Visita realizada en mayo de 2018.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Todo eran buenas referencias de Miz, además de las fotografías que había visto en otras páginas pero hasta que no estás allí no aciertas a entender como un lugar tan pequeño puede ser tan extraordinariamente hermoso.
Si a alguien le dicen que un lugar con una sola casa supera en belleza y encanto a pueblos que puedan tener más de una decena de viviendas posiblemente no se lo creerían.
Yo les diría que vayan a Miz y verán que si se pueden dar esos casos.
Ya desde que cruzas el Alcanadre a través de las pasaderas y comienzas a subir monte arriba vas imaginando como será el primer encuentro con esta pequeña aldea (pardina como apuntillaría Miguel Ángel Allué). El sendero ya de por si solo justifica la visita a este solitario lugar.
La mañana se presenta fresca como es previsible en esta época primaveral. Las nubes dominan el cielo pero sin mucha contundencia.
Voy haciendo fotos de diferentes puntos del camino y cuando llevo alrededor de una hora de caminar desde que salí de Bara ya diviso alguno de los edificios de Miz. Llego por su parte baja. Me agrada mucho la primera vista. Me dirijo con impaciencia a adentrarme en su interior. Es al doblar la esquina cuando ya veo el primer atisbo de belleza, la calle que se empina, una fachada altiva aparece ante mis ojos, un llamativo lavadero a sus pies, unas piedras de curiosas formas esparcidas en el suelo que debieron tener algún uso (más tarde me enteraré que servían para blanquear la ropa lavada). Llego ante la vivienda principal, tiene forma inusual, en semi-escuadra.
Preciosas las dos alas del edificio. Una amplia balconada unía por el exterior las dos fachadas. Debajo la entrada a la vivienda. El interior se ha hundido y ya no es posible acceder a él. No importa, la belleza exterior es sublime aún en su estado de ruina avanzada hacía la que se dirige.
Salgo hacía la era, amplia, aprovechando la única parte llana del terreno que se da. Desde aquí se divisa la iglesia sobre un altozano. Para allá que voy. Me encuentro con el conjunto formado por la herrería, el cementerio y el templo parroquial. Otra muestra de belleza la que enseña Miz con este encuadre.
La herrería desnuda de todo elemento pero con el horno aún presente.
El cementerio antecede a la iglesia, tumbas con sus cruces correspondientes dan muestra de que el lugar se ha mantenido cuidado en la medida de lo posible.
La pequeña iglesia de San Martín a tono con la hermosura de todo el lugar. Entera al exterior pero en estado ruinoso en su interior. Nada especial que destacar salvo una pequeña pila cuadrada de piedra en el interior de la sacristía que bien pudiera haber sido parte de la pila bautismal.
Salgo de la iglesia y me dirijo hacía arriba, a pocos metros un cruce de caminos con los letreros correspondientes; a Bibán, a Nasarre, a Alastrué, ninguno de los tres los conozco todavía, Espero no demorarme mucho, sobre todo el último siempre lo he tenido en letras mayúsculas como despoblado preferente a visitar. He estado cerca por tres puntos diferentes pero todavía no ha podido ser. El tiempo es el que manda. Me encamino hacía la fuente situada en un pequeño prado, medio cubierta por la vegetación pero respirando belleza.
En el camino a Bibán llego hasta la otra casa que formó parte de Miz, ya muy arruinada pero dando muestras de la portentosa vivienda que tuvo que ser a tenor de su extraordinaria portada de acceso.
Desde aquí tengo otra panorámica diferente de Miz. Los cipreses del cementerio hacen las veces de faro para señalar donde se encuentra el templo. La sierra de Guara con el Cabezo al frente se divisa con especial majestuosidad.
Bajo otra vez al núcleo central del pueblo y el cielo ya va cambiando de color, mostrando la tormenta que se avecina por el sur. En pocos minutos se tiñe de negro el horizonte. Empieza a lloviznar. Un trueno lejano es el único ruido de importancia que oigo durante las casi dos horas que dura mi estancia en Miz. Dudo entre si resguardarme en el interior de algún edificio para esperar a que escampe o marchar a buen paso hacía Bara. Me decido por esta última opción. Con el chubasquero y el paraguas voy capeando la lluvia que cae cada vez más intensa pero sin descarga eléctrica. A mitad de camino deja de llover. Hago el camino de vuelta sin más contratiempo, cruzo de nuevo el Alcanadre por las pasaderas y en pocos minutos estoy en Bara. Aunque mentalmente sigo estando en Miz, rememorando todo lo que he visto esta mañana. Hasta el nombre me parece hermoso. Un lugar para el recuerdo. Para volver.
Foto cedida por José Luis y Miguel Ángel Allué Nasarre
Año 2013. Vista panorámica de Miz desde el sureste.
Las pasaderas de Miz. Saliendo de Bara (por el camino que se ve al fondo) hay que salvar el cauce del Alcanadre. Esto se consigue por medio de estas piedras de buen tamaño que bien alineadas sirven para ir saltando de una a otra hasta alcanzar la orilla opuesta.
El desplazamiento de una de ellas (la segunda mirando por este lado) debido a las últimas riadas ha hecho que el paso sea más complicado sobre todo cuando el río baja crecido.
El sendero es una autentica delicia. Sube, llanea, serpentea, se vuelve angosto y en ocasiones se monta sobre la pura roca.
Queda poco para llegar. Ya se divisan los primeros edificios al fondo.
Entrando en Miz.
El primer edificio que aparece es un corral para el ganado. La planta de arriba se utilizaba como yerbero. En relativo buen estado aunque parte del tejado se ha levantado. Presenta dobles arcos de descarga sobre los dinteles de entrada. Precioso. Anticipo de lo que está por aparecer.
Al doblar la esquina aparece la única calle de Miz. Edificios auxiliares a la derecha y a la izquierda la fachada sur de Casa Baja. En primer plano aparece una piedra plana de forma circular tallada con una pequeña canalera rematada en desagüe que servía para blanquear la ropa con ceniza cuando se lavaba.
Fachada sur de la Casa Baja. El amplio lavadero por debajo. Se suministraba de agua por una tubería que venía desde la cuadra la cual a su vez la recibía desde la cocina de la vivienda. El agua estaba en constante movimiento desde que salía de la fuente hasta que terminaba en el huerto.
Casa Baja. Las dos fachadas de la vivienda. Amplio balcón al exterior las unía. Se ha caído parte del tejado. Ocho habitaciones tenía la casa. Además contaba con cuadra, bodega y horno en la planta baja.
Vivía en ella el matrimonio formado Justo Allué y Silvia Nasarre (natural de casa Molinero de Letosa). Además vivían los tres hijos, José Luis, Miguel Ángel y Jesús, más el abuelo Justo, también estaba allí Andrés un hermano de la abuela Presentación (la cual falleció a la temprana edad de 48 años, dos hermanos solteros del amo de la casa: Pepe y Antonio. Durante un tiempo vivieron también dos hermanas de Justo, Conchita y Aurora. La primera se fue a casar a Albella y la segunda al Pueyo de Santa Cruz.
"Mi madre era una mujer de las de antes, muy valerosa. Vivía en una casa donde todos eramos hombres, estaba mi padre, mi abuelo, un hermano de mi abuela, dos tíos solteros y los tres niños. Aparte de ocuparse de atender a todos nosotros, tenía que llevar las faenas de la casa y ayudar con los animales y las tareas del campo cuando era necesario. Actividad que siguió realizando cuando nos bajamos a Monzón". MIGUEL ÁNGEL ALLUÉ.
Debajo de la amplia balconada estaba la entrada a la vivienda. La maleza por fuera y las vigas y escombros por dentro hacen imposible los intentos de poder abrirla.
Otra perspectiva de la vivienda. La tubería curvada que sobresale en la pared era el desagüe del agua de la pila de la cocina.
"En la casa teníamos una radio bien grande, de aquellas de la época que se ponían sobre una repisa. Por ella nos enteramos de que habían matado a Kennedy, el presidente de los Estados Unidos". MIGUEL ÁNGEL ALLUÉ.
Preciosa imagen de Casa Baja. Bonita decoración de los esquinazos con simulación de piedra sillar.
Curiosa ventana abocinada en la planta baja de la fachada norte, era donde estaba situada la bodega.
Amplia era de trilla. Al fondo la iglesia de San Martín.
Vista panorámica de la era de trilla desde la iglesia. Detrás la Casa Baja. Al fondo el Cabezo de Guara.
Parte alta de Miz. Precioso conjunto el que forma la herrería, el cementerio y la iglesia.
La herrería. Sin tejado. Visible en su interior el horno y el tronco anclado al suelo que servía de soporte al yunque. Espacio destinado a las buenas artes de Pedro, el herrero de Bara.
La iglesia parroquial de San Martín. Pequeña pero hermosa. Las campanas se las llevaron durante la guerra civil. Del siglo XVII y de planta rectangular. Torre-campanario de poca altura. Por delante del templo el recinto del cementerio bien delimitado por muro de piedra. Esbeltos cipreses gemelos acompañando a las tumbas. Presentación Nasarre fue la última persona enterrada aquí. Hecho que sucedió a últimos de los 40.
Atrio abierto bajo la torre que antecede a la entrada al templo. Sendos poyetes laterales. Dovela central (clave) desaparecida (seguramente expoliada). Óculo de iluminación en la fachada lateral.
Interior de la iglesia. Sin tejado. Altar mayor y entrada a la sacristía (izquierda).
Interior de la iglesia. Puerta de acceso al templo a la izquierda. Sobre la bóveda vaída se situaba el coro, el cual se vino abajo.
Foto cedida por José Luis y Miguel Ángel Allué
Fiesta de San Martín. Año 1960.
"En la imagen se ve a un grupo de personas a la salida de misa pasando junto a la herrería y con dirección a la casa. Se ve a Pedro el guitarrista de Bara y en el centro de la imagen, de complexión fuerte y con chaqueta de pana negra a mi padre, Justo. A mi hermano Miguel Ángel se le ve un poco, detrás de la primera persona que encabeza la comitiva y yo me asomo ligeramente por detrás del guitarrista". JOSÉ LUIS ALLUÉ.La Casa Alta. En ruina total, todavía aguanta el primoroso acceso a la casa en arco de medio punto con grandes dovelas. Deshabitada desde principios de siglo XX, sus últimos moradores consiguieron la cesión de la vivienda a cambio de hacer de guardas del monte. Al fondo se divisa la Casa Baja.
La perspectiva que se tiene de Miz viniendo por el noroeste, por el camino de Bibán. En primer termino la Casa Alta. Los cipreses señalan la ubicación de la iglesia y a su derecha en plano más bajo se sitúa la Casa Baja.
La fuente de Miz.