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Montargull (Tarragona)

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En las alturas de la Conca de Barberà, a 845 metros de altitud se encuentra la población de Montargull, perteneciente al municipio de Llorac.
Cinco casas y cuatro masías dispersas era lo que daba de si este pequeño pueblo encaramado en la cúspide de una elevación montañosa, casi en el límite con la provincia de Lleida.
Su ubicación de permanente vigía propició que hubiera un castillo en siglos pasados del que no ha llegado ningún resto visible a nuestra época.
Cada vivienda tenía bodega y cisterna para recoger el agua de lluvia, además de su horno para hacer el pan, aunque en los últimos años ya no se hacía y lo compraban en Santa Coloma de Queralt cuando bajaban al mercado.
Mercado que se celebraba todos los lunes y donde las gentes de Montargull aparte del pan ya mencionado aprovechaban para comprar bacalao y arengadas (sardinas). De paso llevaban a vender huevos, conejos y productos agrícolas.
Trigo, cebada, maíz, garbanzos y algo de viñas era lo que tenían cultivado principalmente en sus fincas.
La ganadería era casi inexistente salvo en una o dos casas que tenían rebaños de ovejas.
El complemento animal lo aportaban los cerdos, conejos y gallinas, además de las mulas para el trabajo agrícola y de carga.
Para lavar la ropa tenían que desplazarse un kilómetro y medio hasta la masía de Cal Xoques donde había un lavadero. Aunque alguna vivienda tenía un pequeño lavadero propio al costado de la casa y así ahorrarse el fatigoso desplazamiento sobre todo a la vuelta con el añadido de volver con la ropa mojada.
Tuvieron luz eléctrica desde el año 1950.
La carretera llegó en 1953.

Celebraban la Festa Major el último sábado de septiembre. En los últimos años debido al descenso de población que había experimentado Montargull ya no se celebraba dicha fiesta.
Sant Sebastià y Sant Jaume también fueron fechas festivas señaladas en tiempos pasados.

El cura subía a oficiar misa desde Rauric, aunque ya en los años 40 en muy contadas ocasiones, tres o cuatro veces al año. Eran los vecinos los que tenían que hacer el camino a la inversa hacía Rauric para asistir a misa dominical.
El médico (Mullerat) subía desde Santa Coloma de Queralt a caballo cuando la ocasión lo requería.
No había escuela en Montargull y les tocaba a los niños bajar el empinado sendero hasta Santa Coloma.

A pesar de contar con luz eléctrica y carretera esto no fue motivación suficiente para retener a las gentes. El problema del agua, la falta de escuela o de servicios sanitarios hizo que la gente fuera marchándose del pueblo. Santa Coloma de Queralt absorbió a la casi totalidad de los vecinos de Montargull.
Allí tenían todo tipo de servicios e infraestructuras, se encontraban en un terreno más llano y podían seguir desplazándose diariamente al pueblo a seguir trabajando las tierras.
A últimos de los años 60 cerraron su casa los de Cal Rei y con ello se acabó la presencia humana en Montargull.

En la actualidad, los que se fueron y sus descendientes se reúnen a últimos de julio para celebrar a Sant Jaume. Una misa y una merienda permiten a sus gentes realizar una jornada de convivencia y de confraternización para que no se apague la llama de Montargull. Día de recuerdos, de añoranza y de nostalgia.

Fuentes de información:
-Artículos: Els escrits de la Montse Rumbau (Tribus de la Segarra).
-Libro: Els Pobles oblidats.
-Conversación con un vecino de Santa Coloma de Queralt.


Visita realizada en julio de 2017.

PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.

Punto y aparte. Una flamante carretera con indicador incluido no hace presagiar que conduce a un lugar apagado, sin vida. El asfalto termina a los pies de Montargull.
El clima de mañana es fresco, aunque según van pasando las horas el calor va apareciendo. Negros nubarrones amenazan con descargar agua (al final no).
El paisaje es extraño. Una iglesia en buen estado junto a un grupo de casas en estado ruinoso con el contrapunto disonante de los molinos eólicos. Se comen la belleza del lugar. Lo afean. No cuadra en el paisaje. Ruinas junto a modernidad. Pasado, presente y futuro se juntan aquí.
"La gallina de los huevos de oro" no va a hacer que Montargull tenga una nueva oportunidad de volver a la vida.
Si se mira hacia abajo la vista es hermosa, muy hermosa. Santa Coloma de Queralt abajo, Aguiló a la izquierda. otros pueblos que no acierto a reconocer, la serra de Brufaganya al fondo.
Y es que Montargull mira a todo su contorno desde arriba. Siempre hay que mirar hacia abajo. Es el punto más alto en los alrededores.
Lugar de nieblas asiduas y de viento constante, aunque no en el día de hoy. Es por ello que las aspas de los eólicos permanecen quietas. Con lo cual tampoco se escucha el característico ruido que propician cuando están en movimiento.
El inquilino de la cercana masía de Cal Vilanova transitando con su furgoneta por los caminos adyacentes es el único que rompe la quietud y el silencio que predomina en el lugar.
Dos veces pasa por el camino junto al pueblo, observa entre extrañado y curioso. Se sorprende de ver a una persona que mira y remira los edificios, que hace muchas fotografías y que entra y sale varias veces por la misma calle. Bajo por el camino de Santa Coloma para hacer unas vistas panorámicas del pueblo y a la altura de Cal Vilanova coincido con él. Charla trivial porque anda afanado en sus tareas. Si hubieras venido dentro de dos días habrías coincidido con las gentes de Montargull que se reúnen para celebrar a Sant Jaume me comenta.
Desde abajo la vista del pueblo es preciosa. Para ensimismarse. Montargull parece querer tocar el cielo.
En el pueblo ya no se puede apreciar la belleza que seguramente debió tener en tiempos pasados. Un trazado urbano recoleto y unas viviendas de buena belleza harían de Montargull un conjunto muy armonioso.
Solamente la iglesia se encuentra en buen estado. En las viviendas ya no se puede acceder a su interior. Pocos detalles se pueden apreciar.
Tuvo que ser dura la vida en este aéreo lugar. Las comodidades estaban abajo (en Santa Coloma).
En unos cuantos años solamente la iglesia dará fe de que allí hubo un bonito pueblo, lo demás será todo escombros.
A pesar de mi visita pausada el tiempo ya no da más de si. Me acerco a ver las masías más alejadas.
Garriga, Xoques, Els Capellans. Bastante enteras las dos primeras, en estado más ruinoso la última.
Es precisamente en Capellans donde encontrándome en su interior siento tres pinchazos en un costado de la espalda que me hacen retorcerme durante unos segundos. Es la mordedura de la mosca negra que me deja su huella en forma de inflamación de la piel con tres puntos rojos en el centro donde ha practicado un pequeño orificio para extraer sangre.
Un insecto al que siempre le he tenido bastante aversión, sobre todo por su permanente pesadez. Parece que presintiendo mi repulsa hacía ella ha querido que me llevara un buen recuerdo. La hinchazón ira remitiendo según vayan pasando los días.
Todo se queda en una anécdota (una más).


Llegando a Montargull.




Cal Manel y Cal Jepet son las primeras viviendas que aparecen. Por delante de ellas pasaba una calle que comunicaba con la de la iglesia.



Cal Manel. Conserva aún el balcón como elemento más distintivo de su fachada.
Vivía en ella el matrimonio formado por Ton Mestre y Encarnación Valls.
Tuvieron seis hijos: Joan, Josep, Roseta, Núria, Josefina y María.



Cal Jepet. Hasta hace poco era visible un balcón situado encima de la puerta de similares características al de Manel. El derrumbe de la fachada ya no lo permite apreciar.



Vista panorámica de Montargull por su lado sureste.




Llegando a Montargull por el camino de Civit.




Sant Jaume de Montargull. La sacristía adosada, sin cubierta. Espadaña de un solo ojo. Contrafuerte trasero.



Precioso pasillo que delimitan los muros del cementerio (izquierda) y de la rectoría (derecha) para acceder al templo. Portada en arco de medio punto con dovelas de buena factura con chambrana protectora. En la hornacina superior había una imagen de Sant Jaume.



La rectoría.




Carrer principal de Montargull.




Muro del cementerio y a continuación Cal Oranias.




Cal Oranias. Antes de la guerra se marcharon a Santa Coloma y la compraron los de Cal Rei para usarla como almacén.



Cal Oranias a la izquierda. Enfrente se encontraba Cal Rei ya reducida a escombros. Era la de mayor tamaño del pueblo y fue la última en cerrarse.
Anteriormente era conocida como Cal Sebastià.
Vivía en ella el matrimonio formado por Antonio Esplugas y Mercè Fuster.
Tuvieron siete hijos: Francesc, Jaume, María, Angeleta, Ramón, Joan y Lola.



Vista desde Montargull. La masía de Cal Vilanova en primer término y al fondo Santa Coloma de Queralt.



Masías de Montargull. Garriga, Xoques, Els Capellans.




Cal Garriga. Es la masía más alejada de Montargull. Los niños de esta casa iban a la escuela de Rauric. Vivía en ella el matrimonio formado por Llorenç Garriga y Montserrat Marti. A principios de los años 60 se marcharon a vivir a Santa Coloma.



Cal Xoques. Los niños de esta masía al igual que los de Garriga iban a escuela a Rauric por pillarles más cerca que Santa Coloma.



La masia dels Capellans. La compraron los de Cal Oranias a principios de siglo XX, pero nunca vivieron en ella, solamente en verano en la temporada de la siega y la trilla pernoctaban en ella para no tenerse que bajar a Santa Coloma diariamente.



La font Gran. A medio camino entre Montargull y Els Capellans.

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