Enclavado en la comarca del Valle de Lecrín, pertenece en la actualidad al municipio de El Pinar.
Alrededor de una quincena de viviendas dieron vida a esta población, destacando una de ellas principalmente por su volumen y dominio sobre el resto.
Era la Casa Grande o el cortijo de los Damas Hernández, familia residente en Granada pero con amplias propiedades en la zona. Varías de las familias que residían en Tablate eran colonos, vivían en alguna de las casas propiedad de esta familia. No pagaban nada por la casa, solo entregaban la mitad de la cosecha. Otras familias si eran propietarias de sus viviendas.
Los Damas Hernández eran varios hermanos de buena posición social y económica, y aunque todos habían recibido por herencia las propiedades de Tablate, era uno de los hermanos, don Alejandro el que se encargaba de todos los asuntos relacionados con la finca.
"Buen recuerdo guardamos la gente de Tablate de todos los hermanos, se portaron muy bien con nosotros y nos dejaban trabajar a gusto"
apostilla María Cano.
Los olivos y los almendros eran las principales producciones agrícolas de Tablate. También había buen numero de naranjos.
Hubo molino de aceite dentro de la Casa Grande, pero en los últimos tiempos ya no se usaba como tal. La aceituna recogida se cargaba en un tractor con remolque y se llevaba a moler a la almazara de Lanjarón. A este mismo pueblo iban a moler el grano en los molinos harineros que allí había.
La ganadería quedaba en un plano secundario, siendo las cabras el animal predominante.
Si llegaron a conocer la luz eléctrica en las casas de Tablate, no así el agua corriente para lo cual se abastecían de una fuente cercana.
Celebraban sus fiestas patronales en julio, en honor a Santiago, su patrón. Duraban dos días y el acto principal era la procesión hasta la cercana ermita de la Virgen de las Angustias. Había baile con orquesta en la plaza y acudía gente de Izbor, Béznar, Talará, Chite, Pinos del Valle y Lanjarón.
El cura venía desde el pueblo de Béznar. Acudía con una frecuencia de dos o tres semanas según la ocasión a oficiar misa los domingos.
El médico residía en Lanjarón y no iba prácticamente nunca por Tablate a no ser en un caso de extrema necesidad. Era al enfermo y su familia al que le correspondía buscar el medio de llegar hasta Lanjarón para ser visto por el doctor.
El cartero primeramente venía de Izbor y luego en los últimos años era Nicolás el cartero de Beznar el que acudía a Tablate a repartir la correspondencia. Lo hacía primero en bicicleta y después en moto.
Nunca hubo escuela en Tablate y los niños iban según la época y la posibilidad de desplazamiento a la de Béznar (medía hora andando) y a la de Lanjarón (casi una hora andando).
María Cano da algunos detalles sobre los años escolares:
"Recuerdo siendo muy niña que tuvimos por poco tiempo un maestro rural en Tablate, de aquellos que iban ofreciendo enseñanza por los cortijos. Dábamos clase al aire libre, sentados en una escalera. Pero solo estuvo unos días. No duró mucho. Yo iba a la escuela de Lanjarón, hubo unos años que iba yo sola, no había más chicos de mi edad, mi madre me acompañaba hasta un alto del terreno y el resto ya lo hacía yo sola. Luego ya en otros años iba un chico también del pueblo y por lo menos ya llevaba compañía, y al final venía también una hermana mía y nos quedábamos en Lanjarón de lunes a viernes en casa de mi abuela. El fin de semana volvíamos a Tablate".
Para hacer compras se desplazaban a Lanjarón o a Béznar. A Lanjarón acudían con frecuencia a vender excedentes de productos agrícolas y de animales. Había muchos hoteles debido a la constante afluencia de turistas y veraneantes que acudían a beber las famosas aguas medicinales por lo que todo tipo de productos tenían buena demanda en aquel pueblo.
María Cano así lo confirma:
"Mi madre iba con un burro a llevar leche de cabra a Lanjarón. Ya teníamos varios puntos fijos de recogida, otras personas traían pollos o huevos".
De Lanjarón venía el panadero a traer el pan, otras veces lo hacía el panadero de Albuñuelas. Por Tablate aparecían diversos vendedores ambulantes provenientes de Lanjarón principalmente.
La juventud de Tablate se desplazaba los domingos a Lanjarón donde había cine y baile.
La emigración fue dejándose ver por Tablate en los años 60 debido a las pocas expectativas de futuro que había en el pueblo. A ello se le unía el que varias familias no eran propietarios y la marcha de la gente joven en busca de otra manera de vida.
Unos cuantos se quedaron en Lanjarón y la gran mayoría dieron el salto hasta Barcelona.
Pero hasta últimos de los años 90 hubo vida en el pueblo. El matrimonio formado por José Bueno Gutierrez y María Cano Funes con las dos hijas que tuvieron fueron los últimos de Tablate.
Así lo narra María Cano:
"Nosotros vivimos allí hasta el año 1997 o 98. Estábamos muy a gusto en Tablate y no nos hubiéramos ido nunca a pesar de estar allí solos. Se vivía muy tranquilamente. Pero la situación no era la idónea. Esta familia que eran los dueños (Damas Hernández) entraron en crisis económica y tuvieron que deshacerse de las propiedades de Tablate. Éstas pasaron a manos de un banco y después a otros propietarios. Estuvimos más de un año sin cobrar y aunque mi marido echó unas cabras para salir adelante nos tuvimos que ir al cambiar de dueño".
Con la marcha de los últimos de Tablate la lacra del expolio no iba a dejar pasar la ocasión y se dejó notar, como bien remarca María Cano:
"Mientras nosotros vivíamos allí, nadie venía a llevarse nada, se respetaban las propiedades, pero una vez que nos fuimos aquello ya fue un saqueo total, entraron en la iglesia, en las casas, se llevaron puertas, ventanas, de todo".
Agradecimiento a María Cano Funes, agradable y cordial informante de su pueblo, del que guarda muy buenos recuerdos, desde su infancia hasta los últimos años de su estancia en Tablate.
Otra fuente de información: Antiguo vecino de Tablate.
Visita realizada en marzo de 2017.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Tenía escasas referencias de Tablate por algunas incursiones que había hecho en internet en busca de ampliar mis conocimientos sobre despoblados. Pero no fue hasta fechas recientes en que un correo de Mariano Valderrama, lector habitual del blog me puso al corriente de la belleza de Tablate mostrándome fotografías recientes del lugar y una breve pero detallada narración del estado actual del pueblo y de alguna manera me "engolosinó" a hacer una pronta visita a este lugar. A él tengo que dar las gracias de que haya conocido este bellisimo pueblo antes de lo habitual, puesto que mis intenciones primeras de visitar despoblados granadinos estaban centrados en otra comarca.
Me alegro mucho de haber visitado el pueblo de Tablate. Precioso y delicioso lugar para los amantes de los pueblos deshabitados.
Multitud de automovilistas que circulan raudos y veloces camino de Lanjarón y La Alpujarra no saben que pasan a unos metros de un pueblo con mucha historia y con muchos elementos arquitectónicos de primer nivel. No es visible en ese sentido de la circulación, si lo es en sentido contrario, viniendo de Lanjarón.
Iglesia, casona, torreón, fuente, horno, puente, ermita, venta, restos de una estación de vagonetas, alberca, hacen de Tablate un despoblado singular, diferente. Un trazado urbano delicioso, multitud de rincones para disfrutar. En mal estado algunas viviendas y en buen estado otras. Una calle principal y dos calles que salen a izquierda y derecha. Para recorrerlo sin prisas, dándole la vuelta dos veces. Admirar, observar, contemplar.
Desde la misma entrada al pueblo que es sumamente sugerente ya se puede apreciar la belleza del caserío. Unas palmeras dan un aire exótico al lugar. La iglesia preside la calle. Su torre sobresale por encima. Un esplendido caserón se come todo el protagonismo en el decorado. Un viaje laberíntico por sus distintas dependencias da una idea del poderío de los dueños. Molino de aceite, jardín, patio interior, edificio destinado a biblioteca, cuadras, viviendas auxiliares para los trabajadores, todo ello formando un recinto cerrado. El resto de edificios del pueblo quedan empequeñecidos ante semejante voluminosidad.
Si una tarjeta roja se puede sacar en Tablate es al expolio, al saqueo, al vandalismo. Se han llevado todo. Han arrancado puertas, ventanas, balcones, barandillas, muebles. Han reventado el acceso a la iglesia que estaba tapiado, lo mismo se puede decir de una vivienda muy bien conservada que sus propietarios habían tapiado para impedir el acceso. Pues nada con una maza se derriba y para adentro, en busca del tesoro perdido. Vergonzoso y lamentable.
Ubicación de Tablate sobre el terreno. Al fondo el pueblo de Béznar.
Entrando a Tablate por el camino de Lanjarón. Belleza visual.
Calle Real.
La iglesia parroquial de Santiago. Hecha en ladrillo y tapial. De planta rectangular y tejado a cuatro vertientes. Acceso mediante escalones y puerta en arco de medio punto de ladrillo. Torre-campanario coronada por veleta y cruz de hierro. Cementerio adosado con el muro delimitador ya caído.
Presbiterio del recinto parroquial. Mesa del altar mayor. Detrás peana donde se colocaba el sagrario. Pinturas desgastadas por encima. Acceso a la sacristía en el lado izquierdo.
Artesonado mudéjar de madera en el techo. La caída de un álamo sobre el tejado ha provocado un buen boquete con el desprendimiento de parte de las vigas.
El acceso al templo se hace tras pasar un cancel hecho en madera que sirve de antesala. Una puerta principal de dos hojas y una más pequeña en el lateral. Por detrás se observa el boquete hecho en el tapiado de acceso por parte de los saqueadores. A la izquierda acceso al coro. Hasta hace poco tiempo conservaba la barandilla. Poco tiempo le queda al suelo del coro al haberse hundido en su parte central. Hornacinas laterales. A la derecha el hueco donde estaba la pila de agua bendita.
Algunos objetos religiosos pudieron ponerse a salvo y fueron trasladados a la iglesia de Béznar.
Desde la esquina de la iglesia (muro de la izquierda) sale una calle en sentido ascendente donde todas las edificaciones que conforman el lado derecho pertenecen al cortijo de los Damas Hernández.
Aunque para ver el edificio en toda su magnitud nada mejor que hacerlo desde el campanario de la iglesia. Amplisima finca formando un recinto cerrado con las diversas edificaciones que lo componían.
Fachada principal de la Casa Grande. La planta de arriba la ocupaban los diversos hermanos Damas Hernández (Alejandro, Baltasar, Miguel, Pepe) cuando estaban en Tablate. La planta baja la ocupaba el guarda de la finca siendo José el que estuvo allí viviendo durante muchos años. A su jubilación le sucedió José Bueno Gutierrez. Esta planta baja de la casa fue la última casa que estuvo abierta en Tablate.
Otra vista de la calle y de la Casa Grande de arriba a abajo. Amplio portón de acceso al jardín, al molino de aceite y la cuadra donde tenían los mulos.
Fachada lateral de la Casa Grande. Se hizo la rampa para facilitar el acceso desde la vivienda hasta el jardín a don Baltasar Damas que tenía problemas de movilidad.
Edificio en el interior del recinto destinado a almazara (molino de aceite).
Interior de la almazara. Visible todavía la plataforma circular (solera) y los dos rulos cónicos que servían para molturar la aceituna.
Una de las esquinas de la finca esta delimitada por una torre defensiva. Construida en el siglo XVI. Formaba parte de un pequeño recinto amurallado que servía de guarnición y vigilancia de soldados encargados de vigilar el puente y el camino durante la rebelión de los moriscos.
Patio interior de la Casa Grande.
Por la parte baja de la finca se accede a un amplio patio donde queda el edificio con luminosos ventanales que estaba dedicado a biblioteca y despacho de don Alejandro Damas.
Calle Real.
Calle Real. Enfrente de la iglesia queda este amplio y alargado edificio del que María Cano aclara su origen y uso:
"Mi abuelo contaba que este edificio antiguamente era posada y puesto de la guardia civil ya que por aquí pasaban los carruajes que iban hasta La Alpujarra. En nuestros tiempos ya no tenía ese uso y como estaba conformado por diversas habitaciones, se le dio una a cada vecino para que la usara como una especie de granero. Nosotros la teníamos para guardar las cascaras de las almendras que servían para darlas de comer a los animales".
La casa de Miguel Morata y Antonía. Él murió en el pueblo y ella se fue a vivir con un hijo a Lanjarón. Pasó a ser de una hija del matrimonio que la usaba en temporadas veraniegas. La huella más cruel y repugnante del saqueo y el vandalismo queda reflejada en esta vivienda.
Sencillas viviendas a la entrada del pueblo. De pequeño volumen la de la izquierda, más amplia la de la derecha. La habitaba el matrimonio formado por Manuel y Soledad. Ambos murieron en Tablate.
Calle lateral por la que se accedía a otro grupo de viviendas.
Horno fabricado en ladrillo para hacer el pan. Viviendas.
Viviendas.
Parte baja del pueblo. Entrada por el camino de Izbor.
Estampa urbana.
Viviendas.
Alberca donde se acumulaba el agua proveniente de otra alberca más grande que había en la sierra y que llegaba a través de una acequia. Sobre este agua puntualiza María Cano:
"Era agua un poco gorda, no valía para beber ni para poner a ablandar los garbanzos. Se usaba para los animales, para lavar los cacharros y para regar los huertos próximos".
La fuente de Tablate. Lavaderos anexos.
La venta de Tablate o de las Angustias (por estar cerca de la ermita del mismo nombre). Era propiedad de los Damas Hernández. Durante muchos años la regentó una mujer llamada Dolores. Era posada y restaurante para los viajeros que hacían el recorrido de Granada a Motril o viceversa. Los domingos era muy frecuentado por gentes de Tablate y de los pueblos del contorno.
Ermita de la Virgen de las Angustias junto al barranco de Tablate. Edificada en 1862. De planta cuadrada. Espadaña coronada por cruz de hierro. Verja antecediendo el acceso al templo. Placa conmemorativa y panel de azulejos en cerámica con la imagen de la virgen. Óculos de iluminación.
Puente de Tablate sobre el angosto y profundo barranco del mismo nombre. Era el paso obligado para acceder a La Alpujarra. Por ser un punto estratégico fue destruido varias veces en las luchas contra los moriscos. A mediados del siglo XIX se construyó a unos 30 metros un puente nuevo sobre la carretera y este ya dejó de tener uso, aunque...
"A mi me tocó pasarlo un par de veces con las cabras, para no pasarlas por el puente de la carretera por donde había mucho transito de vehículos las metía por aquí. Pasas un poco de miedo porque las cabras se meten por cualquier sitio y de solo mirar para abajo se te agitaba el corazón",
rememora María Cano.
A doscientos metros del pueblo y junto a la carretera se ven unas curiosas edificaciones. Son los restos que quedan de la estación de las vagonetas que hacían el recorrido Dúrcal-Motril. En la primera mitad del siglo XX y debido a lo abrupto del terreno, era inviable y muy costoso llevar el ferrocarril desde Granada hasta la costa para el transporte de mercancías, por lo que se optó por llevarlo solamente hasta Dúrcal y desde este pueblo se puso en funcionamiento un novedoso sistema de transporte aéreo a modo de teleférico que permitía llevar o traer mercancías desde Dúrcal a la costa aprovechando la inclinación del terreno. El llamado cable de Motril. Se hacía en vagonetas que se deslizaban por cables aéreos. Tenía varias subestaciones y una de ellas era la de Tablate.