Agradecimiento para Antonio Gonzalez y Bienvenida Torres, los penúltimos en marchar de Alcadima, magníficos y acogedores informantes.
Preciosa y fotogénica aldea de Alcadima perteneciente al municipio de Liétor, situada en el estrechamiento de un minúsculo vallejo por donde discurre el rio Mundo. Caserío apiñado, con rincones de gran belleza, muy bien conservado, formado por trece viviendas en las que predomina el yeso como material de construcción.
Contaron con luz eléctrica desde hace muchos años proveniente de la cercana central eléctrica de Hijar.
Al estar a orilla del río casi toda su agricultura era de regadío. Así sus tierras estaban sembradas de tomates, pimientos, patatas, habas, olivos, granados, higueras, etc.
´´Cogíamos muchas aceitunas, normalmente para consumo, teníamos un buen sistema para quitarles el amargor: llenábamos un saco y lo colgábamos del puente sumergiéndolo en el río toda la noche recibiendo el frescor del agua, al día siguiente estaban listas para comerlas. También las llevábamos a vender a otros pueblos, las cargábamos en el macho y llegábamos hasta Las Cañadas de Hache o Peñascosa donde no tenían olivos y se las vendíamos o bien las intercambiábamos por trigo, puesto que ellos si tenían bastante cereal y nosotros estábamos más escasos´´, relata Antonio Gonzalez.
Las ovejas, y las cabras en menor medida era el sustento en la ganadería.
Con la aldea de Hijar tenían gran relación dada su cercanía, además de lazos de amistad y vínculos familiares, los niños iban allí a la escuela ( alrededor de 20 niños iban a estudiar desde Alcadima ), cada quince días acudían también a misa a una capilla instalada en la escuela y donde oficiaba el cura de Liétor para los dos pueblos y además compartían la fiesta patronal, como bien manifiesta Antonio Gonzalez :
´´Celebrábamos el día trece de mayo a la virgen de Fátima. Compramos la talla de la virgen entre los dos pueblos y el primer año realizamos la fiesta en Alcadima, se puso un altar en la calle, allí se dio una misa, hicimos una pequeña procesión y también un baile y ya los siguientes años lo celebrábamos en Hijar pues ellos eran bastante más vecinos y al cura le pillaba también más cercano desplazarse a Hijar que a Alcadima´´.
Pese a pertenecer a Liétor no tenían mucho contacto con aquel pueblo, y solo se desplazaban para algún asunto administrativo y desde allí solo recibían el servicio de carteria, para todo lo demás era Ayna su lugar de desplazamiento, como bien señala Antonio Gonzalez :
´´ Es que a Liétor teníamos casi tres horas de distancia y a Ayna no llegaba a la hora el trayecto. A Ayna nos desplazábamos para todo: al médico, a hacer compras, a moler la aceituna a la almazara, a moler el grano, a la fragua, a vender los corderos a los carniceros, a vender la lana a la Fabrica de lana que allí había, lo mismo que había Fabrica para picar el esparto que en Alcadima recogiamos en mucha cantidad, los jóvenes hacia allá que iban los domingos puesto que había cine y baile, en fin para todo, nuestras visitas a Ayna eran constantes´´.
La vida era muy apacible en Alcadima y se vivía bastante bien, por aquí pasaban también los trabajadores de la central eléctrica de Hijar en su camino de ida y vuelta hacia Ayna donde vivían, hasta que años más tarde les hicieron un poblado junto a la central.
Bienvenida Torres da su versión de la vida en Alcadima :
´´Aunque yo no nací aquí, estaba muy bien integrada en la vida de la aldea, había mucha armonía, los vecinos que quedábamos eramos como una familia, se celebraba la matanza y se invitaba a todos los vecinos, que previamente te habían ayudado, en Navidad los niños salían a pedir el aguilando por las casas, acercándose también hasta Hijar y viniendo los de allí a pedirlo también a Alcadima, se les daba rollos, mantecados y cualquier dulce o golosina que se les pudiera dar, los jóvenes se iban en grupo a las fiestas de Ayna, de Liétor, de Elche de la Sierra y sino se realizaba baile aquí en cualquier casa, siempre había alguien que sabia tocar el acordeón y la guitarra y rápido se preparaba un baile´´.
Aun asi la emigración no paso de largo por Alcadima y los alcadimeros se fueron marchando en busca de un mejor futuro a Barcelona, Valencia y Ayna, así lo vio Antonio Gonzalez :
´´ La gente se marchaba porque aquí ya no daba la tierra trabajo para todos,teníamos deficientes accesos, siempre caminos de caballería, el cierre de la escuela de Hijar también supuso un mazazo para los vecinos que quedaban porque los niños tenían que desplazarse a la de Ayna que les pillaba más retirado, la gente fue a probar suerte en las ciudades. Nosotros ya al final nos vinimos para Ayna y mi hermano Antonio todavía aguantó ocho meses más con su mujer y sus dos hijos pequeños viviendo en Alcadima, fueron los últimos en marchar, pero al final también se vinieron para Ayna, desde aquí podíamos seguir yendo a trabajar las tierras ´´.
Corría el año 1977 cuando se marcharon los últimos moradores de la aldea, pero afortunadamente los alcadimeros no se olvidaron de su pueblo y siguieron manteniendo sus viviendas en buen estado y cultivando sus huertos, hecho que se sigue haciendo hasta el dia de hoy, por lo que raro es el día que no hay ningún alcadimero transitando por este encantador lugar.
Llegada a Alcadima por el camino de Hijar.
Entrada a Alcadima por el camino de Ayna.
Preciosa visión de la calle principal de Alcadima.
Hacia mitad de calle. A la izquierda la última casa que se cerró en Alcadima.
La calle principal vista desde la otra esquina.
Entrada a Alcadima por el camino de la Umbria. Puente sobre el rio Mundo.
La casa del tío Rafael.
Las casas del tío Modesto y del tío Alberto, dos ejemplos más de la belleza arquitectonica del lugar.
Calle de Alcadima.
Calle de Alcadima.
La fuente de Alcadima.
Uno de los cinco hornos que llegó a haber en la aldea.
El rio Mundo a su paso por Alcadima. Barbos y cangrejos pescaban los alcadimeros en sus aguas, así como los niños tenían una buena poza para bañarse, pero también saben del enfurecimiento del río como bien recuerda Bienvenida Torres :
´´ En el año 76 se desbordó el río de tal manera que ni los más viejos del lugar lo recuerdan haber visto nunca. No se me olvidara en la vida ese día, fue sobre las cuatro de la tarde, empezó a oscurecer de tal manera pero no parecía que iba a llegar a tanto, de repente empezó a diluviar, algo impresionante, el nivel del agua fue subiendo en cuestión de poco tiempo, mi marido no estaba en casa, estaba con mi hijo mayor recogiendo almendras en un huerto y yo estaba sola en casa con mi hija de cinco meses, no paraba de llover agua y yo que veo como el nivel del agua va subiendo hasta desbordar por encima del puente, cogí a mi hija y me subí a lo alto de la casa, a la cámara porque si seguía así pronto llegaría a las casas, afortunadamente paró de llover y se calmó un poco la cosa, pero fue sobrecogedor, destrozó todos los huertos, arrancó arboles, arrasó y desplazó piedras, era para verlo´´.