Deliciosa aldea perteneciente a la parroquia de Cerredo en el concejo de Tineo.
Ubicada en lo más profundo de un angosto vallejo que forma el río Barcena metros antes de juntarse con el río Besapie.
Cuatro casas (cinco contando la vivienda de la maestra) conformaban el lugar que padecía unos inviernos muy fríos y rigurosos, se quedaban varios días incomunicados por la nieve, había que abrir camino con la pala para poder moverse de un sitio a otro. Ello era debido a que el sol no daba en Curriellos prácticamente en todo el invierno. La abundante leña de roble ayudaba a calentar los hogares para combatir los rigores del clima.
Solo una de las cuatro casas no tenía horno para hacer el pan para lo cual ajustaba con alguna de las otras casas para poder hacerlo.
Tenían luz eléctrica en las casas proveniente de un molino cercano.
Las cabras y principalmente las vacas eran los animales en los que se sustentaba la ganadería del lugar. Los terneros se llevaban a vender bien a la feria de ganado de Pola de Allande (día 18 de cada mes) o al de Gera (primer domingo de mes). Para ello se salía de madrugada, antes de las cuatro de la mañana ya estaban llevando la res por los caminos para estar bien temprano en el mercado.
Trigo, maíz, patatas y judías principalmente era lo que se sembraba en sus tierras de cultivo.
Había un molino a doscientos metros del pueblo junto al río Barcena para moler el grano.
En los últimos años una malladora proveniente de La Mortera facilitó el trabajo de separar el grano de la paja en la época de la trilla.
Para hacer compras aprovechaban las visitas ganaderas a Pola o a Gera, o bien subían a Riocastiello o a La Mortera donde había tres comercios.
Para todo tipo de actos religiosos (boda, bautizo, funeral, misa, etc) se desplazaban a Santiago de Cerredo donde estaba la iglesia parroquial. Trayecto que realizaban en una hora por caminos de caballería.
Don Guillermo el médico venía en casos de enfermedad grave desde Riocastiello a caballo para visitar al enfermo.
El cartero venía desde Santiago de Cerredo a lomos de una yegua a traer la correspondencia. Tarea que desempeñó durante años Benjamin, al que le relevó su hijo Tino.
Carecía de cualquier tipo de fiesta patronal y solo los Carnavales variaban un poco la rutina diaria. Estos días se acostumbraban a hacer los dulces típicos de la zona como eran los frisuelos y las figüelas (postre típico de la matanza).
Un mozo de Casa Nalo, José tenía un acordeón con el que amenizaba un baile de carácter local los domingos o festivos allá donde se le solicitara (Curriellos, Besapié, Concellin). Se hacía en el interior de alguna casa y allí se juntaba la juventud de todas las aldeas.
A pesar de alguna de las incomodidades de vivir en tan recóndito lugar la emigración se resistía a llegar y la década de los 60 pasó de largo por el lugar. Tuvo que ser los primeros años 70 cuando se quedó vacío en poco tiempo Curriellos.
El cierre de la escuela fue un mazazo para las gentes que se veían obligadas a internar a sus hijos en Tineo o a que se desplazaran diariamente andando hasta la de La Mortera, por lo que más de una familia ya se tomó en serio lo de marchar. A ello se le unía las ganas de tener un poco más de calidad de vida y poder vivir en los lugares cercanos a la carretera para evitar largos desplazamientos y poder salir del aislado barranco en el que se encontraban.
En 1974 la familia de casa Rapariegos cerraba para siempre la puerta de su casa con lo que ponía punto y final a la presencia humana en Curriellos.
En la década de los 80 hubo una comuna de hippies que estuvieron viviendo durante varios años en el lugar, hasta que pusieron rumbo a otra parte.
En la actualidad un solitario neo rural es el que mantiene con vida la tranquila y apacible aldea de Curriellos.
Visita realizada en noviembre de 2015.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. La encantadora aldea de Curriellos es el primer despoblado que visito en Asturias ¡después de llevar 28 años visitando deshabitados!
Mejor elección no puede haber para empezar con los deshabitados asturianos. Es un lugar de una belleza extraordinaria, ubicado en el fondo de un barranco, por sus dos entradas naturales hay que salvar el cauce de un río por medio de puentes para entrar en el pueblo. Andando es la única manera posible de llegar. Se compone de una calle solamente, en ella se van alineando todos los edificios y donde contrasta el blanco de la escuela con el color oscuro de las viviendas. Paneras, cuadras, casas con corredores, todo da al conjunto una rusticidad y una hermosura reposada. Un pequeño museo al aire libre de la arquitectura tradicional de la zona. El tiempo se ha quedado detenido, los diversos animales de granja que tiene el neo rural allí instalado ayudan a la percepción de retroceder unos cuantos años en el tiempo. Persona muy agradable y de buen talante, amante de la soledad, se desenvuelve por Curriellos como pez en el agua. Llegó hace un año, le gusto el sitio y aquí se estableció. Con permiso del ayuntamiento de Cerredo ha acondicionado la escuela como lugar de residencia. Mantiene el lugar en buen estado, en nada se parece a la selva impenetrable que se había apoderado de la calle del pueblo cuando él llegó.
La tarde es típica otoñal, llovizna, temperatura fresca sin ser fría. Lugar para disfrutar con calma, dejando que la imaginación haga su trabajo. La cámara no deja de fotografiar, los ojos escudriñan todos los rincones en busca de cualquier detalle. El rumor del agua bien presente puesto que allí confluyen el Barcena y el Besapié. Difícil la vida en este umbrío paraje. Todo lo que el visitante encuentra ahora hermoso al nativo del lugar no le parecería tanto. Aunque si les hubieran hecho una carretera igual no estaríamos hablando de Curriellos deshabitado. Habrían marchado pero otros habrían aguantado como lo han hecho en el cercano Concellin por lo menos como segunda residencia. Ya nunca se sabrá, todo son hipótesis, que hubiera sido si.....
Llegando a Curriellos por el camino de Recorba. Rustico puente para salvar el cauce del río Besapié.
Entrando a Curriellos por el camino de Concellin. Casi irreconocible el primer edificio es casa Dionisio. Fue la primera vivienda que se cerró en el pueblo (1970). Vivían en ella el matrimonio formado por Emilio y Jesusa con sus tres hijos. Emigraron a La Mortera.
Calle de Curriellos. Casa con corredor cubierto. Viga perpendicular para sujetar el peso de la estructura. Escalera o patín de acceso a la planta superior. Panera al fondo y la escuela detrás. Empedrado de la calle ya muy desgastado. Belleza visual. De sorpresa en sorpresa.
Casa Nalo. Buen ejemplar de vivienda. Leñera. Corredor cerrado casi en su totalidad con ventanas. Era la más pudiente del pueblo. Vivían en ella el matrimonio formado por José y Amparo con sus dos hijas y el abuelo de la casa (Manuel). En el año 1971 cerraron su casa y se marcharon a Sambliso.
Panera de Casa Nalo. Símbolo arquitectónico asturiano. Muy presente en el mundo rural. Similar al hórreo gallego. Se utilizaban para guardar el grano principalmente, pero también tenían cabida las patatas, el maíz, los productos de matanza, herramientas, utensilios, etc. Eran construidas en madera y con tejado a cuatro aguas. Se edificaban con cierta elevación sobre el suelo para aislarlo de la humedad y de los roedores, se sostenían sobre seis columnas llamados pegoyos. En los bajos se guardaba el carro de animales de la casa.
Casa Rapariegos. La última que se cerró en Curriellos, año 1974. Vivían en ella el matrimonio formado por Antonio y Luisa con tres hijos. Antonio murió en el pueblo y su viuda se marchó a Madrid con los hijos. Arquitectura popular en su máxima expresión. Parte del corredor de la casa se cerró por completo para ganar espacio interior. Empedrado original del suelo deteriorado. Belleza inusitada de la calle.
Panera de Casa Rapariegos. Al fondo la escuela.
Escuela de Curriellos. Quedaba en la planta baja. La de arriba era la vivienda de la maestra. Tenía retrete exterior. Después de la guerra civil estuvo seis o siete años sin funcionar debido a la ausencia de maestros generalizada que había en todo el país. Doña Luisa, fue una de las últimas maestras que estuvo impartiendo enseñanza aquí. Era gallega y estuvo algo más de diez años. Acudían a esta escuela además los niños de Concellin, Besapié y en algunos años bajaban también los de Recorba. Los de las dos últimas aldeas tenían una hora diaria de caminata por el monte.
Casa Solana. Arquitectura rural para disfrutar. A la izquierda panera y bajo ella la puerta por la que se accedía al patio interior donde estaba la vivienda. A continuación la cuadra en la planta baja y pajar en la planta superior.
Casa Solana. Solidez de la piedra. Paraje boscoso junto al río Besapié. Vivían en ella el matrimonio formado por Emilio y María con dos hijos. Dieron la vuelta a la llave de la casa en el año 1972. Se marcharon al cercano pueblo de La Mortera.
Otra visión de la calle única de Curriellos. Arquitectura oscura en el fragor del otoño. Para deleitarse. Recorrer sin prisas.
Junto al río Barcenas mimetizado con el color otoñal del bosque, el pequeño molino en el que se producía la luz eléctrica para Curriellos por medio de un alternador.
Paraje del río Barcenas en las proximidades de Curriellos. Tanto este como el Besapié eran ríos trucheros, pero las gentes del pueblo no eran muy aficionadas a la pesca lo que aprovechaban forasteros que frecuentaban el lugar para pescar el preciado pez.
La fuente de Curriellos. Difícil de visualizar, oculta entre musgo, helechos y hojarasca. Apenas perceptible el pilón. El caño por donde salía el agua ya desapareció (apenas se ve la embocadura en color negro debajo del nombre).