El núcleo de Araia (pedanía de L´Alcora) formado por diversas masías de cierta entidad sufrió una fuerte despoblación en los años 60, muy mermadas pero aguantaron, solo una sucumbió y ya no se recuperó: el mas de Rogle.
Masía situada a media ladera sobre el barranco del Llosar formando un núcleo compacto de buenas dimensiones, en torno a las veintidós viviendas la conformaban.
El terreno era de regular calidad, un tanto escabroso, lo aprovechaban para sembrar trigo, cebada, maíz y olivos principalmente, quedando la zona de monte para el pastoreo de las ovejas y las cabras.
Para obtener el aceite iban a la almazara de Araia donde formaban parte de la cooperativa.
Había una mina de carbón y otra de arcilla en las inmediaciones de la masía.
La luz eléctrica llegó al Rogle en la década de los 40 proveniente de la Central Hidroeléctrica de Ribesalbes. Costó 300 pesetas por vivienda para instalarla, pero no se pusieron de acuerdo todos los vecinos, así que unos si contaron con este servicio y otros prefirieron seguir con los candiles de carburo.
Los niños tenían que andar diariamente un kilómetro y medio para asistir a la escuela de Araia.
Para la asistencia médica contaban unas veces con el médico de Ribesalbes que venía a caballo y otras veces venía uno de
L´Alcora andando.
De Araia venía el cartero trayendo la correspondencia.
Participaban muy activamente de las fiestas de Araia el 15 de agosto en honor a San Joaquin y Santa Ana.
Los jóvenes también se desplazaban los domingos por la tarde hasta Araia donde se organizaban bailes con gramola alternativamente en los tres bares que había en el núcleo. Acudía toda la juventud de las masías de Araia.
Si querían realizar compras de cierta envergadura se desplazaban hasta L´Alcora con las caballerías distante a tres horas de camino. Si era compra de poca cosa se abastecían en una pequeña tienda que había en Araia.
La fuerte demanda de trabajo que había en las fabricas de azulejos y cerámica de L´Alcora fue atrayendo a toda la población de las masías, si a ello se le añade la lejanía de la fuente para suministro de agua que estaba a 20 minutos andando, la incomodidad de tener que bajar las mujeres a lavar al barranco y el poco futuro que tenía el campo se puede comprender el éxodo de las gentes del Rogle.
Algunas familias en una primera emigración optaron por quedarse en Araia para tener más cerca las fincas de cultivo pero más tarde una segunda emigración los llevó también hasta L´Alcora.
A últimos de los 60 la masía ya se había quedado vacía.
Visita realizada en solitario en julio de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Visita a la masía de Rogle en una calurosa tarde del mes de julio. El trayecto desde Araia es cómodo y al poco ya se ve la silueta de la masía mirando de perfil al camino. Tiene una bonita panorámica general. La primera casa que esta un poco apartada del núcleo central es la que se encuentra en mejores condiciones, hay huellas bien recientes de haber acogido a neo rurales. Me dirijo hacia el grueso de las casas pero ya la cosa cambia, desde lejos parecía que estaba todo en mejor estado pero in situ ya se ve que no, apenas una o dos casas más aguantan un poco firmes, las demás ya están destrozadas. Muchas chumberas al paso. Hasta lo que era la plaza se accede sin problemas, de aquí en adelante va a estar complicado, escombros y vegetación lo impiden. Imposible llegar a la parte más alta. Busco por la parte de atrás pero tampoco hay acceso en condiciones, así que el transito por la masía se acaba antes de lo previsto. A lo lejos diviso lo que intuyo puede ser el molino, busco la forma de llegar, no encuentro el camino que seguramente estará ya borrado por la vegetación, así que bajo hasta enlazar con una acequia de riego que me imagino que vendrá del molino. La voy siguiendo durante un buen trecho pero ya cada vez se hace más intransitable, mucha vegetación dificulta el paso. Hasta el azud que retiene el agua se puede llegar, de aquí en adelante hay que ingeniárselas para seguir. A duras penas consigo llegar hasta el molino, se encuentra muy machacado y no ofrece seguridad, se divisa una muela en su interior y en el exterior una tolva de madera tirada por el suelo. Vuelta por el mismo camino de la acequia hasta llegar a la masía.
La casa de Manuel Prades. La que mejor conservada se encuentra. Estuvo habitada por neo rurales en fechas recientes.
¡Cuanto habrá cambiado la panorámica que veían los de la casa cuando se asomaban al balcón!
Vivienda señalada con el numero 337. Da una idea de la cantidad de masías que había en todo el termino de L´Alcora. La vegetación no deja acercarse más.
Viviendas azotadas por el ¨reuma¨ muestran sus esqueletos descarnados. Lo siguiente el derrumbe definitivo.
Puente sobre el barranco por el que pasa la acequia de riego proveniente de un azud cercano al molino.
El molino del Rogle, a 20 minutos de la masía. Los más mayores del lugar no lo llegaron a ver ya en funcionamiento.
Masía situada a media ladera sobre el barranco del Llosar formando un núcleo compacto de buenas dimensiones, en torno a las veintidós viviendas la conformaban.
El terreno era de regular calidad, un tanto escabroso, lo aprovechaban para sembrar trigo, cebada, maíz y olivos principalmente, quedando la zona de monte para el pastoreo de las ovejas y las cabras.
Para obtener el aceite iban a la almazara de Araia donde formaban parte de la cooperativa.
Había una mina de carbón y otra de arcilla en las inmediaciones de la masía.
La luz eléctrica llegó al Rogle en la década de los 40 proveniente de la Central Hidroeléctrica de Ribesalbes. Costó 300 pesetas por vivienda para instalarla, pero no se pusieron de acuerdo todos los vecinos, así que unos si contaron con este servicio y otros prefirieron seguir con los candiles de carburo.
Los niños tenían que andar diariamente un kilómetro y medio para asistir a la escuela de Araia.
Para la asistencia médica contaban unas veces con el médico de Ribesalbes que venía a caballo y otras veces venía uno de
L´Alcora andando.
De Araia venía el cartero trayendo la correspondencia.
Participaban muy activamente de las fiestas de Araia el 15 de agosto en honor a San Joaquin y Santa Ana.
Los jóvenes también se desplazaban los domingos por la tarde hasta Araia donde se organizaban bailes con gramola alternativamente en los tres bares que había en el núcleo. Acudía toda la juventud de las masías de Araia.
Si querían realizar compras de cierta envergadura se desplazaban hasta L´Alcora con las caballerías distante a tres horas de camino. Si era compra de poca cosa se abastecían en una pequeña tienda que había en Araia.
La fuerte demanda de trabajo que había en las fabricas de azulejos y cerámica de L´Alcora fue atrayendo a toda la población de las masías, si a ello se le añade la lejanía de la fuente para suministro de agua que estaba a 20 minutos andando, la incomodidad de tener que bajar las mujeres a lavar al barranco y el poco futuro que tenía el campo se puede comprender el éxodo de las gentes del Rogle.
Algunas familias en una primera emigración optaron por quedarse en Araia para tener más cerca las fincas de cultivo pero más tarde una segunda emigración los llevó también hasta L´Alcora.
A últimos de los 60 la masía ya se había quedado vacía.
Visita realizada en solitario en julio de 2014.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Visita a la masía de Rogle en una calurosa tarde del mes de julio. El trayecto desde Araia es cómodo y al poco ya se ve la silueta de la masía mirando de perfil al camino. Tiene una bonita panorámica general. La primera casa que esta un poco apartada del núcleo central es la que se encuentra en mejores condiciones, hay huellas bien recientes de haber acogido a neo rurales. Me dirijo hacia el grueso de las casas pero ya la cosa cambia, desde lejos parecía que estaba todo en mejor estado pero in situ ya se ve que no, apenas una o dos casas más aguantan un poco firmes, las demás ya están destrozadas. Muchas chumberas al paso. Hasta lo que era la plaza se accede sin problemas, de aquí en adelante va a estar complicado, escombros y vegetación lo impiden. Imposible llegar a la parte más alta. Busco por la parte de atrás pero tampoco hay acceso en condiciones, así que el transito por la masía se acaba antes de lo previsto. A lo lejos diviso lo que intuyo puede ser el molino, busco la forma de llegar, no encuentro el camino que seguramente estará ya borrado por la vegetación, así que bajo hasta enlazar con una acequia de riego que me imagino que vendrá del molino. La voy siguiendo durante un buen trecho pero ya cada vez se hace más intransitable, mucha vegetación dificulta el paso. Hasta el azud que retiene el agua se puede llegar, de aquí en adelante hay que ingeniárselas para seguir. A duras penas consigo llegar hasta el molino, se encuentra muy machacado y no ofrece seguridad, se divisa una muela en su interior y en el exterior una tolva de madera tirada por el suelo. Vuelta por el mismo camino de la acequia hasta llegar a la masía.
Llegando a la masía por el camino del Salt del Cavall.
Llegando por el camino de Araia.
En su tiempo fue la plaza de la masía.
La casa de Manuel Prades. La que mejor conservada se encuentra. Estuvo habitada por neo rurales en fechas recientes.
Chumberas y pitas anteceden a la casa de Vicente y María.
¡Cuanto habrá cambiado la panorámica que veían los de la casa cuando se asomaban al balcón!
Vivienda señalada con el numero 337. Da una idea de la cantidad de masías que había en todo el termino de L´Alcora. La vegetación no deja acercarse más.
Viviendas azotadas por el ¨reuma¨ muestran sus esqueletos descarnados. Lo siguiente el derrumbe definitivo.
Puente sobre el barranco por el que pasa la acequia de riego proveniente de un azud cercano al molino.
El molino del Rogle, a 20 minutos de la masía. Los más mayores del lugar no lo llegaron a ver ya en funcionamiento.
El mas de Rogle dormita al sol de poniente. Vista desde el molino.