Como su nombre indica, población situada sobre un otero o altozano desde donde se divisan excelentes vistas de las lagunas de Villafáfila así como la llanura donde se asientan los pueblos de Villarrin de Campos y Villafáfila.´´Cuando estábamos esperando algún familiar y se retrasaba un poco nos íbamos al lateral de la iglesia, desde allí se divisaba todo el camino y veíamos por donde venia´´.
Bonito pueblo ya venido a menos que llegó a contar con unas dieciocho viviendas. Las casas eran construidas de barro y adobe y como este material lleva muy mal el paso del tiempo muchas de los edificios están en el suelo.
El trigo y la cebada eran los productos principales que sembraban en sus campos, mientras que las mulas, vacas y ovejas eran los animales más representativos en la ganadería.
Sus vecinos estaban asociados en la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos para gestionar y defender sus intereses. Tenían la figura del guarda rural que era el encargado de vigilar los posibles hurtos así como cuidar que el ganado no se metiera en las tierras de cultivo además de otros asuntos.
Contaban con una finca excelente para pastos: la pradera de Valdecasas, donde llevaban a pastar el ganado vacuno y mular que no se utilizara en tareas del campo. De ello se encargaban los vaqueros que tocaban un cencerro por la mañana por el pueblo para que los vecinos fueran sacando sus animales.
Miguel de Villarrin de Campos y Julio de Villafáfila ejercieron este oficio de vaqueros durante años en Otero de Sariegos.
Celebraban sus fiestas patronales el día 25 de abril (San Marcos). El lanzamiento de cohetes y petardos anunciaba el comienzo de la fiesta donde tenia gran protagonismo la misa, espectacular con unos cánticos que ponían la piel de gallina. Se sacaba en procesión a la virgen por las calles del pueblo, siendo las mujeres las encargadas de llevar las andas. El baile se realizaba por la tarde y la noche, siempre en el interior de algún edificio como era la planta baja de la casa de los Ojero, en alguna panera o en algún corral bien acondicionado. La música corría a cargo de un organillo que traían los hermanos Santacirila de Villafáfila, en años más recientes se sustituyó por un tocadiscos.
Ese día se hacia una comida especial en las casas pero el plato estrella era el arroz con leche preparado para la ocasión que tenia mucha fama en todos los pueblos del contorno.
De Villafáfila y Villarrin de Campos eran los pueblos de donde acudía más gente a participar de las fiestas.
El día 11 de noviembre para San Martin había fiesta de nuevo, pero en esta ocasión no había procesión.
El cura venía siempre de Villarrin de Campos. Todos los domingos se oficiaba misa. Don Julián, don Abdón, don Arcadio o don Agustín fueron algunos de los párrocos que acudieron a realizar tal acto.
El médico (don Daniel), llegaba desde Villafáfila, había que ir a buscarle con una caballería para que se desplazara a Otero a visitar al enfermo.
Agustin Miñambres el cartero venia dos veces a la semana desde Villarrin de Campos a traer todo tipo de correspondencia e incluso la pensión que cobraban las personas mayores también las llevaba.
Teófilo el barbero acudía desde Villafáfila a cortar el pelo en las casas que se le solicitaba.
Iban a moler el grano a la fabrica de harinas de La Tabla, donde entregaban el trigo y les devolvían el equivalente en harina.
El día de más movimiento en Otero de Sariegos era los jueves que era día de mercado en Benavente (los jueves de Benavente), era costumbre de los oteranos y de todos los pueblos de la comarca ir ese día a Benavente, a vender algún animal, a comprar productos o simplemente a pasar el día aunque no se hiciera nada en especial. Para ello se levantaban a las dos de la mañana para recorrer los doce kilómetros que les separaban de la estación ferroviaria de La Tabla y coger el tren hasta Benavente. Años más tarde había coche de linea que salia de Villanueva del Campo y recogía las gentes de todos los pueblos de la comarca para trasladarlos a Benavente. Los oteranos tenían que madrugar también porque tenían que estar en el cruce de la carretera a las ocho de la mañana que es cuando pasaba el transporte.
En menor medida se acudía también a los mercados de Zamora (los doce de Zamora) por los mismos medios de transporte.
Siempre se compraban productos y enseres de todo tipo el día que se iba a Benavente pero también se desplazaban a Villarrin de Campos y a Villafáfila donde había comercio a realizar compras más simples.
Y además los vendedores ambulantes se encargaban de traer a Otero productos que no había en el pueblo, como eran los Toresanos que con un carro de mulas en reata (una mula delante de la otra, no las dos en paralelo) llevaban pimientos, tomates, cebollas, etc. Con un carro aparecía otro vendedor ambulante de Villalba de la Lampreana que iba vendiendo arroz, aceite, azúcar...
Ya cuando había carretera acudía un vendedor de Villafáfila con vehículos de la época vendiendo utensilios y menajes como los famosos platos Duralex tan de moda aquellos años. La primera vez que los trajo vendió todos en un santiamén por ser la novedad pero Francisco Montero recuerda una anécdota muy graciosa acontecida aquel día:
´´Como era una novedad el hombre venia presumiendo de los platos y de que eran irrompibles, los dejaba caer levemente al suelo y no se rompían, el hombre ya crecido con su demostración, cogió un plato y lo elevó hacia el cielo por encima de las cabezas, al caer el plato al suelo se quedó hecho añicos. El buen hombre no sabía donde meterse ante las carcajadas y burlas de las mujeres que estaban allí comprando´´.
Por lo general cada casa solía tener su horno, donde aparte del pan se elaboraban unas deliciosas pastas y magdalenas. Años más tarde ya se dejó de cocer el pan y lo traía el panadero de Villafáfila.
La juventud se desplazaba los domingos a Villarrin de Campos o a Villafáfila donde había baile y cine en ambos pueblos. ´´ Íbamos a uno o a otro según los intereses amorosos o de amistad que tuviéramos en el momento´´ apostilla Francisco Montero.
A principios de los 60 hubo un resurgir en la vida del pueblo con dos hechos que hicieron la vida más fácil a los oteranos: la llegada de la carretera y de la luz eléctrica.
Estas comodidades llegaron siendo alcalde de Otero de Sariegos don Ignacio Montero.
La luz fue una gran novedad y sustituyó a los candiles de carburo con el que se alumbraban los oteranos por las noches.
´´ Se trajo desde una central eléctrica que había en Aspariegos propiedad de Aquilino Gato, costó 25 mil pesetas la traída, fue en octubre del 61´´. recuerda Francisco Montero.
El otro gran adelanto como era la carretera, era algo muy necesario porque antes era un sendero y en invierno se ponía impracticable de barro y agua debido a que había muchos humedales, a veces ni se podía pasar.
´´ Sobre el año 60 se inició la construcción de la carretera por medio de un contratista de Salamanca, Ramiro Gullón, era de una longitud de un kilómetro setecientos metros y se hizo a golpe de pico y pala. Costó 63.000 pesetas. La obra estuvo parada durante dos años. Ya se había construido más de un kilómetro, pero unos cuatrocientos metros antes de llegar al pueblo la carretera iba a ocupar parte de una finca próxima, a lo que la propietaria se opuso. La carretera quedó estancada aquí. Hubo un juicio y el ayuntamiento lo perdió, por lo que para pagar las costas y demoras hubo que parcelar en partes la pradera Valdecasas y que cada vecino arrendara una parcela para llevar allí el ganado y así poder sufragar los gastos del juicio.
Al cabo de un tiempo la buena señora, posiblemente con remordimiento de conciencia del perjuicio que causaba al pueblo con su negativa, dio autorización para que la carretera pudiera pasar por sus tierras y se diera por finalizada la obra´´ explica Francisco Montero.
Aunque los primeros años 60 fueron buenos años para el pueblo, que incluso llegaron a conocer el teléfono cuando ya solo quedaban dos casas abiertas, no ocurrió lo mismo con los 70, en esta década se produjo una salida importante de vecinos buscando una mejor calidad de vida.
Villarrin de Campos y Villafáfila absorbieron casi a partes iguales a los oteranos que salieron del pueblo.
La disolución del ayuntamiento de Otero de Sariegos debido a que el pueblo fue mermando mucho de población fue el principio del fin para Otero. Los vecinos que quedaban optaron por votación incorporarse al municipio de Villafáfila. La Hermandad de Labradores se integró en la de Villafáfila, se hizo la concentración parcelaria, así que los vecinos que quedaron optaron por marcharse a los dos pueblos cercanos, donde había más comodidades y mejores servicios y desde allí podían seguir acudiendo a trabajar las tierras a Otero. Si a esto se le añade la falta de agua en las casas y el cierre de la escuela se comprenderá el ocaso de Otero de Sariegos.
Aun así dos personas mantuvieron un soplo de vida en el pueblo hasta no hace muchos años.
Así lo cuenta Francisco Montero:
´´ Cuando ya nos marchamos todos se quedaron por un lado María Ares que era viuda y por otro Porfirío Alonso que estaba soltero. Si bien María en los últimos años pasaba un tiempo en Villafáfila y otro en Otero, no estaba de continuo allí y sin embargo Porfirio si vivía todo el año en el pueblo, por lo que se puede decir que Porfirio fue el último de Otero de Sariegos. Era un hombre de más de ochenta años que vivía sin agua en casa y un poco en precario. Se fue de Otero el día 21 de noviembre de 2003. La tarde anterior estuve yo en Otero, hablé un poco con él y ya me lo comunicó- ¨Al día siguiente por la mañana me marcho, no he salido nunca de Otero más que para ir al servicio militar pero con gran pesar me voy y ya no vuelvo nunca más-¨. Palabra que ha cumplido porque Porfirio con casi 95 años vive en la residencia de Benavente.´´
Con su marcha dejó de salir humo en las chimeneas oteranas y el pueblo quedó sumido en el silencio.
Aun así los hijos de Otero y sus descendientes siguen acudiendo al pueblo el día 25 de abril para conmemorar la fiesta de San Marcos y que no se apague del todo la llama de Otero de Sariegos.
Las tierras siguen cultivadas por agricultores de Villarrin y Villafáfila y el pueblo aunque sea de refilón es muy frecuentado porque esta en la zona de paso hacia los observatorios de aves que hay en las lagunas de Villafáfila. De hecho un palomar se ha rehabilitado como observatorio.
Agradecimiento a los hermanos Montero (Francisco y Jacobo). Excelentes y entusiastas informantes de su pueblo, del que no quieren que caiga en el olvido su historia.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Visita realizada en abril de 2014 en compañia de Francisco Montero.
La iglesia parroquial de San Martín de Tours. A la derecha pared que era utilizada por los jóvenes para jugar al frontón y rincón que también utilizaban las mujeres para sentarse a coser.
La última casa que se cerró en Otero de Sariegos. Aquí vivia Porfirio Alonso con dos hermanos y una hermana. Todos solteros. La casa funcionaba como bar pero sin ser bar. Tenían unas cervezas, gaseosas y fantas y algunos chupa chups para niños y servían al que quería echar un trago. Los dos laterales de la casa era el centro de reunión social de las gentes del pueblo. Según viniera el aire o el sol de un lado o de otro se cambiaban de pared. Allí transcurrían las horas comentando las novedades y observando al que llegaba al pueblo.
´´ Unos veinte niños llegó a haber en sus buenos tiempos. Cada niño nos teníamos que llevar para calentarnos en el interior porque no había estufa. Solíamos llevar una especie de lata con brasas. El interior era simple: la mesa de la maestra, una pizarra, dos mapas en las paredes laterales, un armario y los pupitres en el centro.
Doña Demetria fue la maestra que estuvo más años. Era de las de antes, más exigente y estricta. Me acuerdo una vez que en el recreo un niño le trajo unas ramas de mimbreras muy bonitas como obsequio. La maestra tan contenta por el regalo y el niño también por haber agradado. Pero todo se fue al limbo enseguida, a los quince minutos de dar clase le sacudió una buena somanta de cachetes por una trastada que había cometido.
Después ya venían maestras más jóvenes recién terminada la carrera, apenas estaban un año y se iban a otro destino. Guardo muy buen recuerdo de doña Bernarda, tenía 23 años, solo estuvo un año aquí, pero aprendí mucho con ella´´.
EL teleclub. Primero fue sede de la Hermandad Sindical de Labradores y ganaderos. La llegada de la televisión supuso una pequeña revolución por la novedad. Las mujeres se venían por la tarde a ver los programas de entretenimientos de la época. También los jóvenes echaban partidas de cartas.
La última casa que se construyó en el pueblo. De buena presencia, fue construida por la familia Morejón, familia pudiente en la comarca pero que nunca vivió en ella. La vendieron a otros propietarios.
Pozo de agua y pila. Hasta aquí venían a lavar la ropa las mujeres oteranas. Había cinco o seis pilas. Ponían a secar la ropa en la pradera. Este agua era buena para poner en remojo los garbanzos, los ablandaba mejor que el agua de la fuente que era un poco más dura.
Palomar circular con patio interior ya en ruinas. Los palomares eran muy característicos de la Tierra de Campos, se dedicaban a la cría del pichón.
Vistas desde la iglesia. Palomares, la laguna Salina Grande y al fondo el pueblo de Villafáfila.
Bonito pueblo ya venido a menos que llegó a contar con unas dieciocho viviendas. Las casas eran construidas de barro y adobe y como este material lleva muy mal el paso del tiempo muchas de los edificios están en el suelo.
El trigo y la cebada eran los productos principales que sembraban en sus campos, mientras que las mulas, vacas y ovejas eran los animales más representativos en la ganadería.
Sus vecinos estaban asociados en la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos para gestionar y defender sus intereses. Tenían la figura del guarda rural que era el encargado de vigilar los posibles hurtos así como cuidar que el ganado no se metiera en las tierras de cultivo además de otros asuntos.
Contaban con una finca excelente para pastos: la pradera de Valdecasas, donde llevaban a pastar el ganado vacuno y mular que no se utilizara en tareas del campo. De ello se encargaban los vaqueros que tocaban un cencerro por la mañana por el pueblo para que los vecinos fueran sacando sus animales.
Miguel de Villarrin de Campos y Julio de Villafáfila ejercieron este oficio de vaqueros durante años en Otero de Sariegos.
Celebraban sus fiestas patronales el día 25 de abril (San Marcos). El lanzamiento de cohetes y petardos anunciaba el comienzo de la fiesta donde tenia gran protagonismo la misa, espectacular con unos cánticos que ponían la piel de gallina. Se sacaba en procesión a la virgen por las calles del pueblo, siendo las mujeres las encargadas de llevar las andas. El baile se realizaba por la tarde y la noche, siempre en el interior de algún edificio como era la planta baja de la casa de los Ojero, en alguna panera o en algún corral bien acondicionado. La música corría a cargo de un organillo que traían los hermanos Santacirila de Villafáfila, en años más recientes se sustituyó por un tocadiscos.
Ese día se hacia una comida especial en las casas pero el plato estrella era el arroz con leche preparado para la ocasión que tenia mucha fama en todos los pueblos del contorno.
De Villafáfila y Villarrin de Campos eran los pueblos de donde acudía más gente a participar de las fiestas.
El día 11 de noviembre para San Martin había fiesta de nuevo, pero en esta ocasión no había procesión.
El cura venía siempre de Villarrin de Campos. Todos los domingos se oficiaba misa. Don Julián, don Abdón, don Arcadio o don Agustín fueron algunos de los párrocos que acudieron a realizar tal acto.
El médico (don Daniel), llegaba desde Villafáfila, había que ir a buscarle con una caballería para que se desplazara a Otero a visitar al enfermo.
Agustin Miñambres el cartero venia dos veces a la semana desde Villarrin de Campos a traer todo tipo de correspondencia e incluso la pensión que cobraban las personas mayores también las llevaba.
Teófilo el barbero acudía desde Villafáfila a cortar el pelo en las casas que se le solicitaba.
Iban a moler el grano a la fabrica de harinas de La Tabla, donde entregaban el trigo y les devolvían el equivalente en harina.
El día de más movimiento en Otero de Sariegos era los jueves que era día de mercado en Benavente (los jueves de Benavente), era costumbre de los oteranos y de todos los pueblos de la comarca ir ese día a Benavente, a vender algún animal, a comprar productos o simplemente a pasar el día aunque no se hiciera nada en especial. Para ello se levantaban a las dos de la mañana para recorrer los doce kilómetros que les separaban de la estación ferroviaria de La Tabla y coger el tren hasta Benavente. Años más tarde había coche de linea que salia de Villanueva del Campo y recogía las gentes de todos los pueblos de la comarca para trasladarlos a Benavente. Los oteranos tenían que madrugar también porque tenían que estar en el cruce de la carretera a las ocho de la mañana que es cuando pasaba el transporte.
En menor medida se acudía también a los mercados de Zamora (los doce de Zamora) por los mismos medios de transporte.
Siempre se compraban productos y enseres de todo tipo el día que se iba a Benavente pero también se desplazaban a Villarrin de Campos y a Villafáfila donde había comercio a realizar compras más simples.
Y además los vendedores ambulantes se encargaban de traer a Otero productos que no había en el pueblo, como eran los Toresanos que con un carro de mulas en reata (una mula delante de la otra, no las dos en paralelo) llevaban pimientos, tomates, cebollas, etc. Con un carro aparecía otro vendedor ambulante de Villalba de la Lampreana que iba vendiendo arroz, aceite, azúcar...
Ya cuando había carretera acudía un vendedor de Villafáfila con vehículos de la época vendiendo utensilios y menajes como los famosos platos Duralex tan de moda aquellos años. La primera vez que los trajo vendió todos en un santiamén por ser la novedad pero Francisco Montero recuerda una anécdota muy graciosa acontecida aquel día:
´´Como era una novedad el hombre venia presumiendo de los platos y de que eran irrompibles, los dejaba caer levemente al suelo y no se rompían, el hombre ya crecido con su demostración, cogió un plato y lo elevó hacia el cielo por encima de las cabezas, al caer el plato al suelo se quedó hecho añicos. El buen hombre no sabía donde meterse ante las carcajadas y burlas de las mujeres que estaban allí comprando´´.
Por lo general cada casa solía tener su horno, donde aparte del pan se elaboraban unas deliciosas pastas y magdalenas. Años más tarde ya se dejó de cocer el pan y lo traía el panadero de Villafáfila.
La juventud se desplazaba los domingos a Villarrin de Campos o a Villafáfila donde había baile y cine en ambos pueblos. ´´ Íbamos a uno o a otro según los intereses amorosos o de amistad que tuviéramos en el momento´´ apostilla Francisco Montero.
A principios de los 60 hubo un resurgir en la vida del pueblo con dos hechos que hicieron la vida más fácil a los oteranos: la llegada de la carretera y de la luz eléctrica.
Estas comodidades llegaron siendo alcalde de Otero de Sariegos don Ignacio Montero.
La luz fue una gran novedad y sustituyó a los candiles de carburo con el que se alumbraban los oteranos por las noches.
´´ Se trajo desde una central eléctrica que había en Aspariegos propiedad de Aquilino Gato, costó 25 mil pesetas la traída, fue en octubre del 61´´. recuerda Francisco Montero.
El otro gran adelanto como era la carretera, era algo muy necesario porque antes era un sendero y en invierno se ponía impracticable de barro y agua debido a que había muchos humedales, a veces ni se podía pasar.
´´ Sobre el año 60 se inició la construcción de la carretera por medio de un contratista de Salamanca, Ramiro Gullón, era de una longitud de un kilómetro setecientos metros y se hizo a golpe de pico y pala. Costó 63.000 pesetas. La obra estuvo parada durante dos años. Ya se había construido más de un kilómetro, pero unos cuatrocientos metros antes de llegar al pueblo la carretera iba a ocupar parte de una finca próxima, a lo que la propietaria se opuso. La carretera quedó estancada aquí. Hubo un juicio y el ayuntamiento lo perdió, por lo que para pagar las costas y demoras hubo que parcelar en partes la pradera Valdecasas y que cada vecino arrendara una parcela para llevar allí el ganado y así poder sufragar los gastos del juicio.
Al cabo de un tiempo la buena señora, posiblemente con remordimiento de conciencia del perjuicio que causaba al pueblo con su negativa, dio autorización para que la carretera pudiera pasar por sus tierras y se diera por finalizada la obra´´ explica Francisco Montero.
Aunque los primeros años 60 fueron buenos años para el pueblo, que incluso llegaron a conocer el teléfono cuando ya solo quedaban dos casas abiertas, no ocurrió lo mismo con los 70, en esta década se produjo una salida importante de vecinos buscando una mejor calidad de vida.
Villarrin de Campos y Villafáfila absorbieron casi a partes iguales a los oteranos que salieron del pueblo.
La disolución del ayuntamiento de Otero de Sariegos debido a que el pueblo fue mermando mucho de población fue el principio del fin para Otero. Los vecinos que quedaban optaron por votación incorporarse al municipio de Villafáfila. La Hermandad de Labradores se integró en la de Villafáfila, se hizo la concentración parcelaria, así que los vecinos que quedaron optaron por marcharse a los dos pueblos cercanos, donde había más comodidades y mejores servicios y desde allí podían seguir acudiendo a trabajar las tierras a Otero. Si a esto se le añade la falta de agua en las casas y el cierre de la escuela se comprenderá el ocaso de Otero de Sariegos.
Aun así dos personas mantuvieron un soplo de vida en el pueblo hasta no hace muchos años.
Así lo cuenta Francisco Montero:
´´ Cuando ya nos marchamos todos se quedaron por un lado María Ares que era viuda y por otro Porfirío Alonso que estaba soltero. Si bien María en los últimos años pasaba un tiempo en Villafáfila y otro en Otero, no estaba de continuo allí y sin embargo Porfirio si vivía todo el año en el pueblo, por lo que se puede decir que Porfirio fue el último de Otero de Sariegos. Era un hombre de más de ochenta años que vivía sin agua en casa y un poco en precario. Se fue de Otero el día 21 de noviembre de 2003. La tarde anterior estuve yo en Otero, hablé un poco con él y ya me lo comunicó- ¨Al día siguiente por la mañana me marcho, no he salido nunca de Otero más que para ir al servicio militar pero con gran pesar me voy y ya no vuelvo nunca más-¨. Palabra que ha cumplido porque Porfirio con casi 95 años vive en la residencia de Benavente.´´
Con su marcha dejó de salir humo en las chimeneas oteranas y el pueblo quedó sumido en el silencio.
Aun así los hijos de Otero y sus descendientes siguen acudiendo al pueblo el día 25 de abril para conmemorar la fiesta de San Marcos y que no se apague del todo la llama de Otero de Sariegos.
Las tierras siguen cultivadas por agricultores de Villarrin y Villafáfila y el pueblo aunque sea de refilón es muy frecuentado porque esta en la zona de paso hacia los observatorios de aves que hay en las lagunas de Villafáfila. De hecho un palomar se ha rehabilitado como observatorio.
Agradecimiento a los hermanos Montero (Francisco y Jacobo). Excelentes y entusiastas informantes de su pueblo, del que no quieren que caiga en el olvido su historia.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Visita realizada en abril de 2014 en compañia de Francisco Montero.
Llegando a Otero de Sariegos.
Entrando por el camino de Toro.
Calle de Otero de Sariegos. Llegando a la plaza.
La iglesia parroquial de San Martín de Tours. A la derecha pared que era utilizada por los jóvenes para jugar al frontón y rincón que también utilizaban las mujeres para sentarse a coser.
La iglesia vista por su lado noroeste. Cementerio adosado.
La última casa que se cerró en Otero de Sariegos. Aquí vivia Porfirio Alonso con dos hermanos y una hermana. Todos solteros. La casa funcionaba como bar pero sin ser bar. Tenían unas cervezas, gaseosas y fantas y algunos chupa chups para niños y servían al que quería echar un trago. Los dos laterales de la casa era el centro de reunión social de las gentes del pueblo. Según viniera el aire o el sol de un lado o de otro se cambiaban de pared. Allí transcurrían las horas comentando las novedades y observando al que llegaba al pueblo.
Calle de Otero de Sariegos.
La escuela.
Recuerdos de Francisco Montero:´´ Unos veinte niños llegó a haber en sus buenos tiempos. Cada niño nos teníamos que llevar para calentarnos en el interior porque no había estufa. Solíamos llevar una especie de lata con brasas. El interior era simple: la mesa de la maestra, una pizarra, dos mapas en las paredes laterales, un armario y los pupitres en el centro.
Doña Demetria fue la maestra que estuvo más años. Era de las de antes, más exigente y estricta. Me acuerdo una vez que en el recreo un niño le trajo unas ramas de mimbreras muy bonitas como obsequio. La maestra tan contenta por el regalo y el niño también por haber agradado. Pero todo se fue al limbo enseguida, a los quince minutos de dar clase le sacudió una buena somanta de cachetes por una trastada que había cometido.
Después ya venían maestras más jóvenes recién terminada la carrera, apenas estaban un año y se iban a otro destino. Guardo muy buen recuerdo de doña Bernarda, tenía 23 años, solo estuvo un año aquí, pero aprendí mucho con ella´´.
Calle de Otero de Sariegos.
EL teleclub. Primero fue sede de la Hermandad Sindical de Labradores y ganaderos. La llegada de la televisión supuso una pequeña revolución por la novedad. Las mujeres se venían por la tarde a ver los programas de entretenimientos de la época. También los jóvenes echaban partidas de cartas.
La última casa que se construyó en el pueblo. De buena presencia, fue construida por la familia Morejón, familia pudiente en la comarca pero que nunca vivió en ella. La vendieron a otros propietarios.
La fuente y pilón. Sufrió una transformación porque era cuadrado.
Pozo de agua y pila. Hasta aquí venían a lavar la ropa las mujeres oteranas. Había cinco o seis pilas. Ponían a secar la ropa en la pradera. Este agua era buena para poner en remojo los garbanzos, los ablandaba mejor que el agua de la fuente que era un poco más dura.
Palomar circular con patio interior ya en ruinas. Los palomares eran muy característicos de la Tierra de Campos, se dedicaban a la cría del pichón.
Vistas desde la iglesia. Palomares, la laguna Salina Grande y al fondo el pueblo de Villafáfila.