Agradecimiento muy cordial para Nati San Martin. A traves de sus recuerdos de infancia, sus poemas y la colaboración de datos aportada por su madre (Justa Monja) podemos hacer un fascinante viaje para conocer la historia de Avellanosa de Rioja. Excelente colaboradora. Gracias Nati.
Esplendido conjunto de arquitectura popular.
Uno de los pueblos mejor conservados arquitectonicamente de la provincia de Burgos. Es un pequeño museo al aire libre con un muestrario extraordinario de viviendas con entramado de madera.
Avellanosa se encuentra en los montes de Ayago en las estribaciones de la sierra de la Demanda por su cara norte. Es uno de los pueblos que forman la comarca llamada la Riojilla burgalesa.
Aunque siempre fue pueblo independiente, al quedarse sin población pasó a ser un barrio de Eterna, que a su vez pertenece al ayuntamiento de Belorado.
Un pueblo aislado (esta en el fondo de un estrecho valle abierto por el río Relachigo), y con malas comunicaciones, en invierno se suele quedar incomunicado frecuentemente con las nevadas y para comunicarse con Eterna tienen que dar un rodeo de casi 30 km. pues el camino natural que los unía se encuentra borrado por la vegetación.
En sus mejores tiempos contó con 40 viviendas, dividido en tres barrios: barrio Encimero, barrio Bajero y barrio de la Fuente. Tenían en la ganadería su mayor fuente de riqueza con abundante ganado vacuno, teniendo la agricultura para trigo y centeno y algo de legumbres además de poseer algunas familias varios colmenares aprovechando el abundante romero y espliego que había por los montes.
La fiesta principal de Avellanosa era la de Gracias. Se hacían en septiembre, duraban tres dias (27,28,29) en honor a San Cosme y San Damián.
Nati San Martin rememora como eran estas fiestas:
´´El primer día se iba a la ermita de la Santisima Trinidad. A esta fiesta acudía muchísima gente de Quintanar de Rioja, ellos no tenían ermita y siempre la hemos compartido. Ellos se encargaban de subir bebidas y dulces, se daba la particularidad de que solo venían los hombres y los niños de Quintanar.
El día 28 era el día grande. Todos de punta en blanco, con sus mejores ropas para ir a la iglesia. Se sacaba a la virgen del Rosario en procesión y en el trayecto se tiraban cohetes.
Después de la misa, fiesta en la taberna y música en la plaza con la dulzaina de Benito y el tambor de Baldomero, músicos que venían desde Fresneda de la Sierra.
Aparte de la gente de Quintanar acudían familiares y allegados de Anguta, Fresneda, Amunartia, Santurde, Eterna, etc.
Aunque nada mejor que leer un poema de Nati San Martin para hacernos una idea de como se veían las fiestas a través de los ojos de una niña :
Por san Cosme y san Damián
¡Hoy es fiesta!
¡Día de romería!
¡Que alboroto, que algarabía!
Después de asearnos, nos podrán “bien pinchos”
Nos vestirá mi madre con el vestido y los zapatos nuevos, y a las niñas con lazos en el pelo.
Los caballos cargados están, con las alforjas llenas de comida, nos mandan los primeros para la ermita.
Vamos alegres.
Vamos cantando.
Hoy tendremos buena comida.
Comeremos dulces, jugaremos y cantaremos a la virgen.
Por el camino de la ermita volvemos satisfechos, cantando y riendo.
Ya llegando al pueblo, las campanas de la torre, nos reciben anunciando que mañana seguirá la fiesta.
Daremos Gracias por la cosecha.
Por la mañana tendremos misa y tirarán cohetes en la procesión, tras el cura iremos portando a la virgen, el Estandarte y el Pendón.
Tendremos música. Tan sólo reinará la alegría.
Benito tocará la dulzaina y Baldomero el tambor.
Se abrirá la taberna.
Beberemos gaseosa y como extra compraremos golosinas.
Tendremos buena comida, servida en vajilla.
Tomaremos café y copa.
Al acaecer el día, cerraremos las gallinas.
A la cama nos iremos, tal vez, con algunos caramelos.
Había otras fiestas menores durante el año como eran San Esteban, San Marcos, La Trinidad, Santiago y la Virgen de Agosto.
Se llegaban a hacer hasta ocho procesiones durante el año.
Hasta los años 60 había cura residente en el pueblo (don Vicente), cuando este murió a causa de un infarto, ya no hubo más curas viviendo en Avellanosa y a partir de entonces venían desde Redecilla del Camino, para lo cual había que ir a buscarle con un caballo.
De Redecilla también venia el médico, al cual asimismo había que ir a buscarle con un caballo.
Andando venia el cartero desde Fresneda de la Sierra.
Había fragua en el pueblo pero no herrero, por lo que venia Fermin de Fresneda y Pedrin de Castildelgado, con el paso de los años se dejó de usar la fragua e iban a herrar a Castildelgado, en ocasiones a Ezcaray.
A Castildelgado se llevaba a moler el grano.
Para realizar las compras se desplazaban a Ezcaray y a Castildelgado, normalmente se hacían los trayectos en yeguas. Se aprovechaba para traer pescado fresco.
Por Avellanosa venían vendedores ambulantes y componedores, que vendían y arreglaban todo tipo de cacharros para la casa.
De Valgañón venia un señor a comprar lana y cera de abejas.
Algunos vendedores más recientes se le vienen a la memoria a Nati San Martin :
´´ Recuerdo un señor que venia a vender sobretodo ropa para el hogar; le llamaban ¨Justo Peseta¨.
El último que vino a vender, con su pequeño camión, era Celedonio, de Castildelgado. Vendía más que nada comida no perecedera. También vendía fruta y ropa. Venia una vez por semana y en verano dos. A todos, sobretodo a los niños, nos alegraba el día cuando le oíamos tocar la bocina.
El panadero, nos dejaba el pan en Quintanar, una vez a la semana. Cada semana le tocaba bajar a un vecino y ya subía además el vino y el tabaco. Esto fue una vez que se dejó de utilizar el horno del pueblo. Antiguamente se hacia el pan cada dos semanas; cada día le tocaba a una familia, algunos días se juntaban dos familias haciendo pan, tarea que llevaba todo el día´´.
Muy duros eran los inviernos en Avellanosa como bien recuerda Nati San Martin :
´´Caian siempre unas nevadas muy copiosas. De los tejados colgaban unos carámbanos (chuzos) de más de un metro de largo.
Había que hacer camino con las palas para poder salir de casa y atender a los animales, que se mantenían encerrados en las cuadras y los corrales.
Para coger agua del río había que romper el hielo con un picacho. La ropa se lavaba en casa, en calderos.
Los niños nos lo pasábamos en grande haciendo resbaladizos por la nieve, formando placas de hielo que tardaban mucho en deshelarse. Esto enfadaba mucho a las personas mayores, que amenazaban con pegarnos si nos pillaban.
Pasábamos mucho frío, siempre estábamos con los mocos colgando. Muy a menudo nos salían sabañones en los dedos de las manos y de los pies. Los niños solíamos usar zapatos de goma con borreguillo por dentro, pero a veces los zapatos se nos rompían y no teníamos la tienda al lado para poder comprar otros, así que íbamos con los pies mojados, aunque mi madre nos confeccionaba unos gruesos calcetines, y también unos buenos jerséis. Estos solían picar bastante, pues llevaban pura lana de oveja, cardada e hilada por mi madre, que se le daba de maravilla´´.
Con buena nevada se celebraba casi siempre las Navidades. Fiestas donde se hacia comida especial. Además no faltaba el turrón, los polvorones, las castañas cocidas o los higos secos entre otros productos típicos de esas fechas. No faltaba el coñac y el anís en las casas y era costumbre el jugar a las cartas.
A los niños les tocaba ir a coger musgo y montar el belén en el altar de la iglesia.
Además de las Navidades que tan entrañables recuerdos le traía a Nati San Martin había otras fiestas que eran muy esperadas por los niños :
´´ El Jueves de todos (jueves anterior al domingo de Carnaval), íbamos por las casas pidiendo y las mujeres nos solían dar huevos, pan y chorizo, y también caramelos y alguna que otra peseta.
Por la tarde hacíamos una merienda en la escuela con la maestra.
En carnavales se disfrazaban los jóvenes e iban por las casas asustando a los niños. Asi que yo nunca los vi, porque cuando decían que venían, echaba a correr escaleras arriba.
En Semana Santa, las mujeres iban a rezar varias veces al día a la iglesia.
El Viernes Santo, nos mandaban a los niños a tocar la matraca por el pueblo, para avisar de ir a la iglesia. Se decía si era la primera, la segunda o la tercera. El motivo era que no se podían tocar las campanas, además se les tapaba los cencerros a las vacas. Tampoco se podía cantar. Ni que decir tiene que para los niños tocar la matraca era toda una diversión. También se rezaba el Viacrucis.
Existía en el pueblo una cofradía y el Sábado Santo repartían a todos los cofrades pan y vino.
El día del Corpus se engalanaban las calles con altares y se esparcían por el suelo flores de lavanda (cantigüeso), que el día anterior recogíamos en sacos, todos los niños por el monte´´.
Entre las costumbres del pueblo estaba el ir de vereda. Cada cierto tiempo se convocaba a los hombres y adolescentes a través del llamamiento de la campana de la iglesia. Muy de madrugada se reunían todos en la plaza del pueblo, provistos de suficiente herramienta, para ir a limpiar los caminos por los que había que pasar con los caballos. Caminos vecinales, por los que la gente podía ir a los prados, tierras y montes, y también a otros pueblos.
La matanza tampoco podía faltar como un acontecimiento extra en el quehacer diario del pueblo, Nati San Martin en otro gran poema, vuelve mostrar como se veía este ritual a través de las emociones vividas por una una niña :
La matanza
Con anterioridad se preparan los atavíos.
Mañana, de madrugada, nos levantarán de la cama.
En la escuela tendremos fiesta,
porque estamos de matanza,
¡De matanza! Como suena.
Así lo vivo yo.
Están matando al cochino.
Empezará la función, llamando a Eugenio,
por ser el experto, en clavar el cuchillo, directo al corazón.
Se tomarán la copita de anís primero,
para empezar bien el festejo.
-Niña, se valiente y ven a tirar del rabo al cochino.
-No. Padre, no.
Que sus chillidos me asustan.
-¡Pero niña! Tendremos carne para mucho tiempo.
Podrás comerte el chumarro, las morcillas, los chorizos, el jamón y el lomo.
-¡Padre! ¡Que bien! Pero yo iré, cuando el cochino entre los helechos ardiendo esté.
Los hombres solían ir a la taberna a beber vino y jugar a las cartas. Las mujeres después de arreglar a los animales se juntaban a hablar de sus cosas y hacer labores de costura.
Los jóvenes acostumbraban a ir a diario al Rosario para estar todos juntos: chicas y chicos. Las chicas lo llamaban el Entrenoche. Muchos de los domingos de invierno se metían en el horno y hacían baile. Siempre habia alguno que sabia tocar la guitarra y el acordeón. En el buen tiempo lo hacian en la plaza. Regularmente venian mozos y mozas de otros pueblos, para ver si encontraban novio o novia, esto solía crear alguna desavenencia.
La tradición oral también estaba presente en Avellanosa y así los niños del pueblo temblaban de miedo cuando se les nombraba al Sacamantecas, a Marin que se escondía en el alto, a Galandrin que estaba por todas partes o la misma Guardia Civil.
En los años 50 ya empezó a haber emigración, unas cuantas familias se fueron a la República Dominicana, aunque la mayoría volvieron a los pocos años.
En los años 60 es cuando se empezó a producir el éxodo migratorio hacia Logroño, Burgos, Madrid y el Pais Vasco principalmente. Los jóvenes ya no querían seguir llevando la misma vida que habían llevado sus padres y en cuanto tenían ocasión se iban hacia las ciudades en busca de un progreso de vida. Cuando ya estaban asentados acababan arrastrando con ellos a sus padres.
Lo que acabó de rematar a los que se quedaron fue la repoblación forestal que hizo Icona, que acabo con los pastos, imprescindibles para el mantenimiento del ganado.
A partir de entonces el pueblo entro en un letargo, donde Juan y Eugenio se quedaron como los únicos habitantes del pueblo, aumentando la población en 1981 con la llegada de Fray Ramón, una persona que fue clave en el resurgir de Avellanosa de Rioja como reseña Nati San Martin :
´´Ramón Alexandre (fray Ramón). Llegó al pueblo en el 81 y murió en el 99. Sus cenizas reposan en el cementerio de Avellanosa. Era natural de Bergüenda (Alava). Estuvo tres años en un monasterio (La Camándula) perteneciente a Haro. Iba buscando un lugar lejos del mundanal ruido, y después de buscar en algún otro pueblo, eligió quedarse en Avellanosa. El mejor acierto para todos los que de allí procedemos, pues solo podemos estar agradecidos por su generosidad y buen hacer.
Tenia amistades con personajes importantes dentro de la vida publica. Dentro de su sencillez, tenia mucho magnetismo y era muy cautivador.
Personaje peculiar, de gran carácter. Gracias a él, hoy tenemos agua corriente, teléfono y un nuevo tendido de luz eléctrica. Como el no quiso carretera seguimos sin carretera. Y creo que su decisión fue acertada, porque gracias a eso Avellanosa sigue teniendo la magia de un pueblo desconocido, inexplorado, escondido en el bosque. Y todos los que allí llegan quedan fascinados.
También se preocupó de que la iglesia no se cayera e hizo algún arreglo por su cuenta.
Era muy buena persona, yo lo recuerdo con mucho cariño.
Fray Ramón forma y formará parte de la bonita historia de Avellanosa´´.
En el año 2000 el pueblo se quedó sin población estable con la muerte de Eugenio y de Fray Ramón y con la marcha de Juan a Belorado. Aunque solo duró un año tal circunstancia porque se asentaron nuevamente en el pueblo gentes venidas de fuera que recuperaron el calor humano en Avellanosa. En la actualidad son tres los habitantes permanentes que tiene Avellanosa de Rioja, aumentando considerablemente su población en temporada veraniega. Los vecinos siguen tratando de mantener viva la memoria de Avellanosa, desarrollando y manteniendo con buen acierto las mejoras de las viviendas y siguen realizando la fiesta en agosto en la que realizan la procesión con la virgen del Rosario.
Foto cedida por Nati San Martin
Fray Ramón, persona clave en el renacer de Avellanosa de Rioja
Fray Ramón, persona clave en el renacer de Avellanosa de Rioja
Entrada al pueblo por el camino de Quintanar. Calle de la Paz
Entrada al pueblo por el camino de Anguta. Calle de la Salud
La iglesia parroquial de San Esteban
Foto cedida por Nati San Martin
Vecinos de Avellanosa delante de la puerta de la iglesia. Hacia 1951
Vecinos de Avellanosa delante de la puerta de la iglesia. Hacia 1951
Foto cedida por Nati San Martin
Sacando a San Esteban en procesión. Año 1965. Portando las
andas : Lucilo a la derecha, Juan a la izquierda e Ignacio detrás.
Fachada trasera de la iglesia, con el cementerio adosado
Foto cedida por Begoña San Martin
Pila bautismal
Pila bautismal
Plaza de Avellanosa. De frente la taberna. Cada mes la regentaba una familia. Se suministraba vino y tabaco, en verano también gaseosas y cerveza. En la planta de arriba estaba la casa de la Villa, que hacia las veces de ayuntamiento y demás funciones. Había un pequeño habitáculo que servia de morada para el pastor comunal.
Foto cedida por Nati San Martin
Plaza de Avellanosa. Danzadores en las fiestas de 1946
Plaza de Avellanosa. Danzadores en las fiestas de 1946
Calle de la Salud
Escuela de Avellanosa. El aula se componía de una pizarra grande en la pared, una foto de Franco y otra de José Antonio, un crucifijo, un armario de libros de lectura, la mesa de la maestra, dos filas de pupitres con dos asientos cada uno, con sus tinteros con tinta (solo la utilizaban los mayores) y en el medio de la escuela una estufa de leña que se encendía todo el invierno (leña que era llevada por los niños). En las paredes había unos cuantos mapas geográficos.
Y del día a día escolar queda el recuerdo imborrable de Nati San Martin :
´´Yo hasta los nueve años aprendí más bien poco. Leer, escribir, la tabla de multiplicar,las cuatro reglas y algo de geografía.
Los más mayores llevaban una enciclopedia que era un compendio de todas las asignaturas.
Yo recuerdo que en primero, llevaba la cartilla, un cuaderno de dos rayas, un cuaderno de caligrafía y un cuaderno para hacer cuentas y resolver pequeños problemas. Y para escribir, una pizarra y un pizarrín y después cuando aprendías a escribir, medianamente bien, te dejaban usar el bolígrafo. A medida que ibas aprendiendo a leer, la profesora, mandaba leer en voz alta y yo era muy torpe, así que lo pasaba mal cuando me tocaba.
Cuando la maestra castigaba, era: de cara a la pared, con los brazos en cruz, de rodillas y de vez en cuando pegaba con la regla. Quiero recordar que no eran demasiado severas.
Por las mañanas al entrar a clase, pasaba revista y si alguno le parecía que no se había lavado la cara, le mandaba a lavarse al río.
A las doce, rezábamos el Ángelus y salíamos al recreo y, nos gustaba jugar, sobretodo a pillar. Lo llamábamos: el Pilladito, y al Esconderite. Pero... nuestra madre nos tenía mandado que a la hora del recreo teníamos que ir a casa a echar la patata al puchero, para que se cocieran con las alubias que ya llevaban tiempo arrimadas al fuego, y así estarían listas para la hora de comer, que era sobre las dos. Por cierto, aunque había un reloj en la torre, que el bueno de Eugenio, se encargaba de darle cuerda todos los días, nos solíamos guiar por el Sol. Mis padres nos decían la hora que era, según por donde iban las sombras.
Recuerdo que algún invierno, el gobierno repartía leche en polvo en las escuelas, supongo yo, que era, para que todos los niños de España, tomaran leche, aunque nosotros teníamos leche en abundancia, este acontecimiento lo vivimos con alegría, pues nos mandaban llevar de casa un tanque (que era, un vaso con asa de lata, bañado de porcelana) con azúcar o Cola Cao. Ponían una olla grande de agua a calentar en la estufa y nos tomábamos la leche, tan contentos´´.
La planta de arriba era la vivienda de la maestra, aunque prácticamente ninguna la usaba, solían ser chicas jóvenes recién terminada la carrera y preferían estar de patrona en alguna casa para no estar solas.
De ellas hay una que se la quedó grabada en la memoria a Nati San Martin :
´´ María Isabel de Pablo. Es de la que más tengo un grato y cariñoso recuerdo. Con ella empecé, primero y con ella hice la primera comunión (me regaló unos lapices de colores y unos calcetines blancos)´´.
La escuela se cerró en el año 1970, pero mejor que sea Nati San Martin en un magnifico poema quien relate este hecho y posterior traslado... nada menos que a Villadiego, a más de 100 kms. de distancia:
Tomando las de Villadiego
Verano de 1970.
A mi casa ha llegado una carta del Estado.
Educación y Ciencia ordena: que, el próximo curso, sus hijos deberán ser escolarizados en la escuela hogar de Villadiego.
La escuela del pueblo se cierra por falta de clientela.
A cada uno, le hará la maleta con la lista completa.
A cada uno le pondrá enseres de aseo y ropa nueva. Ropa para diario y el uniforme para el paseo del domingo.
Todo debe ir bien marcado, desde los calcetines hasta el gorro; con el nombre, el apellido y el número.
A mí, me toca el 28.
Es octubre y hacia el camino de Castildelgado vamos con la yegua y las maletas.
Vamos a lo desconocido.
Vamos entusiasmados, vamos con miedo.
En Castildelgado se queda la yegua; tardaremos a verla.
A Burgos vamos en autobús, donde nos esperan otros niños de otros pueblos.
Adiós decimos a mi madre, porque nos mandan con las maletas en autobús para Villadiego.
En Villadiego nos recibe una señora muy seria que da órdenes.
-¡Niños! Formen en fila. ¡Los niños para un lado, las niñas para otro!
Nos han engañado, esto no es un hogar, esto es un cuartel.
-¡Formen fila!, ¡guarden silencio!
Nos ordenan que vayamos a la ducha para desparasitarnos. Para mí, ¡que vergüenza!, yo que siempre me había lavado en el río o en el caldero.
Nos mandan a la peluquería a cortarnos el pelo, niños y niñas, todos por igual.
El domingo ha llegado, un abrigo azul marino nos dan que huele a alcanfor que tira para atrás.
A la escuela pública vamos a aprender. A mí me toca 4º curso que aprobaré, no sé cómo, porque no me acuerdo.
Foto cedida por Nati San Martin
Alumnos y maestra de Avellanosa en la puerta de la iglesia. Hacia 1965
Alumnos y maestra de Avellanosa en la puerta de la iglesia. Hacia 1965
Foto cedida por Nati San Martin
Para 1969 solo quedaban cuatro niños en el pueblo: por un lado los hermanos Pedro y Carlos y por otro, las hermanas Begoña y Natividad San Martin
Calle de la Paz. Extraordinaria belleza.
La misma calle en sentido inverso. Excelente muestrario de entramado de madera con ladrillo de tejar
La casa de la ¨seña¨ Alejandra a la izquierda y a la derecha la casa de la ¨seña¨ Rosa
Foto cedida por Begoña San Martin
La casa de la Justa. Ella y su marido (Lucilo) se marcharon en 1985 a Logroño, donde pasaban los inviernos, retornando durante el verano a Avellanosa.
Las viviendas se rehabilitan procurando respetar el modelo tradicional
La casa de la ¨seña¨ Maria y del ¨seño¨ Gapitin. Tuvieron cinco hijas. Se marcharon a Oyón (Alava)
La casa del ¨seño¨ Vicente
La casa del ¨seño¨ Claudio y de la ¨seña¨ Florencia. Calle de la Umbria. Barrio de la Fuente
Puente sobre el rio Relachigo y casa de la ¨seña¨ Estéfana¨
Foto cedida por Nati San Martin
Lucilo San Martin, trillando en la era. Hacia 1965. Como no podía ser menos, la trilla también tiene su correspondiente y merecido poema de Nati San Martin :
LA TRILLA
Ha llegado Agosto para la trilla.
Atrás queda la hierba con toda su retahíla.
Segaremos el centeno, la avena, la cebada y el trigo.
Con el trigo, haremos un pan bien rico.
Se prepara la era.
Se extiende la parva.
Se saca la veldadora,
maquinaria muy necesaria.
Mi madre, de la paja del centeno, mascones haciendo está,
para el año que viene para la remesa.
El trillo enganchado está, a la Rojilla y a la Romera.
La Rojilla por dentro, la Romera por fuera.
Mi padre se monta en el trillo,
firme, seguro, tranquilo.
Da la orden.
¡Vamos Rojilla! A romper la paja para que el grano se suelte,
y la tralla no suene.
Los chiquillos, entre trabajo y diversión,
corren, corren detrás del trillo,
darle alcance no pueden,
pues las yeguas veloces corren.
Mi padre de la mano nos coge.
¡Vamos, corre, sube al trillo,
que es muy divertido!
Divertido el trillo es,
como montarse en un carrusel.
Las yeguas ya descansan.
Mañana volverán a la batalla.
Ya se pone en marcha la maquinaria,
por un lado sale el grano por otro la paja.
La paja recogeremos.
El grano en sacos al alto lo subiremos.
La era barreremos.
A las gallinas las sobras les daremos.
Picotean, picotean sin parar.
Y, para cenar una buena tortilla, podremos preparar.
La fuente vieja
Foto cedida por Begoña San Martin
La ermita de la Trinidad, también llamada del Padre Eterno.
La ermita de la Trinidad, también llamada del Padre Eterno.