Diez casas componían el núcleo urbano, además de un buen número de masías en los alrededores.
Nunca conocieron la luz eléctrica, teas, candiles y velas eran sus fuentes de iluminación, más tarde llegaron las lámparas de carburo.
Recogían leña de pino del monte para calentar la lumbre en las cocinas. También se hacía carbón para cocinar.
"Sobre el año 44 o 45 cayeron unas nevadas de un metro que duraron varios días. Mi padre salía a atender a los animales y a por agua, no se podía hacer nada más" ROSA FIGUERES.
Las casas tenían cisternas para recoger el agua de lluvia. Servía para beber los animales y para la lavar los cacharros.
El agua para consumo iban con botijos y cántaros a un pozo situado a diez minutos del pueblo.
Las mujeres iban a lavar a la balsa de la masía La Moja situada a media hora de Marmellar. Cargaban la ropa en cestos y la traían mojada al pueblo para allí ponerla a secar.
Sus tierras de cultivo estaban sembradas de trigo, avena, cebada y garbanzos principalmente.
Iban a moler el grano a los molinos de Els Monjos, Vilafranca o El Vendrell indistintamente.
Aunque había hornos en las casas del pueblo ya no se hacía el pan en ellos, se llevaba la harina a los panaderos de El Pla y de Aiguaviva y ellos entregaban el equivalente en pan (ochenta panes por cada cien kilos de harina).
Algunas familias tenían rebaños de ovejas y cabras. Cabritos que se llevaban a vender al Pla de Manlleu.
En el monte se cazaban conejos y perdices.
"Tanto los conejos de monte como los caseros los compraba uno de Barcelona o se llevaban al mercado de El Vendrell a vender". MAGÍ MOLINA.
"Los tocinos (cerdos) se vendían a un señor de Torrelles de Foix que venía con un camión a por ellos mientras que los bueyes se vendían a uno de El Vendrell que también venía con un camión". ROSA FIGUERES.
Dos días duraba la festa major de Marmellar, la cual se celebraba el último domingo de octubre.
Pasodoble, fox, vals o polka eran alguno de los ritmos musicales que amenizaban los músicos para hacer bailar a los presentes.
"Después de la misa se hacían cuatro bailes (llamado baile del vermut), por la tarde se hacían ocho bailes y dieciséis por la noche". MAGÍ MOLINA.
La orquesta La Sensació de El Vendrell o la orquesta La Aspiració de Sant Sadurni eran las encargadas de amenizar el baile.
Violín, saxofón, clarinete, trompeta, contrabajo eran algunos de los instrumentos que portaban estos músicos.
"Se contrataba un día una orquesta y al otro día otra distinta, salía más económico debido a que no había que darles alojamiento, pues hay que tener en cuenta que alguna de las orquestas estaban formadas por once músicos. Dichos músicos se repartían por las masías para comer y cenaban en el pueblo.
Un día o dos antes de comenzar las fiestas íbamos todos los jóvenes a reparar los baches del camino y a allanarlo bien todo para que pudiera llegar la furgoneta de la orquesta. Por la cuenta que nos tenía se quedaba todo el camino perfecto. Si el vehículo no podía llegar no había baile". MAGÍ MOLINA.
Era costumbre matar un cordero en las casas en estos días festivos para compartir con familiares y allegados.
No había procesión en esta fiesta (se realizaba durante la Semana Santa).
Acudía en buen número la juventud de Aiguaviva, El Pla y Sant Marc.
Sant Isidre era el patrón de Marmellar y por ello el 15 de mayo se celebraba la fiesta pequeña.
Los domingos se realizaba baile a nivel local entre la juventud de Marmellar y las masías. Se celebraba en el salón de baile de Cal Taberner.
"Se hacía baile los domingos con un manubrio que se traía desde Valls. Había que ir a recogerlo con un carro hasta la estación de L´Arboc. Cuando venían por el camino hacía el pueblo ya lo hacían sonar para que se supiera que estaba llegando". MAGÍ MOLINA.
Hubo cura residente en Marmellar hasta el comienzo de la guerra civil. Posteriormente venía a oficiar los actos religiosos desde Aiguaviva mosén Josep Cucurull y ya en los últimos años era mosén Alejandro el que realizaba tal cometido.
El médico (doctor Mateu) venía desde El Pla de Manlleu primeramente andando y luego a caballo.
Jaume Palau era el cartero que llevaba la correspondencia a Marmellar. Hacía el trayecto andando desde Aiguaviva.
Pocos años hubo escuela en Marmellar. Se habilitó Cal Roc como aula. Después de la guerra ya no se impartía enseñanza en ella por lo que los niños tenían que bajar a la escuela de Aiguaviva.
"Tres niños íbamos a la escuela de Aiguaviva en mis años: Alejandro de Cal Ferrer, la Rosa de Cal Taberner y yo de Cal Manso. Nos llevábamos la comida en una tartera y allí comíamos. Se tardaba tres cuartos de hora en llegar. Si llovía mucho o nevaba no acudíamos". MONTSERRAT GALOFRE.
Para hacer compras se desplazaban hasta Aiguaviva donde había un comercio o al Pla de Manlleu donde eran dos los establecimientos de venta de todo tipo de productos que había.
Para compras de mayor envergadura acudían a El Vendrell donde había un animado mercado todos los viernes. Llevaban a vender huevos, conejos o pollos. Había gente que cogía caracoles en el campo y los llevaba al mercado para su venta.
Se aprovechaba para comprar arengadas (sardinas), bacalao, fideos, azúcar, arroz....
Con menos intensidad iban al mercado de Vilafranca del Penedès que se celebraba los sábados.
Algunos vendedores ambulantes aparecían por Marmellar como era Josep de El Pla que venía primero andando y luego con una moto vendiendo ropa.
Un pescadero de Can Ferrer venía vendiendo pescado fresco el cual transportaba en un cubo.
También pescado vendía uno que venía desde Calafell con una camioneta, llegaba hasta la carretera y allí acudía el que estuviera interesado en comprar.
El terreno era escabroso, los camino eran deficientes, no había servicios básicos por lo que la gente fue marchando del pueblo en la década de los 50.
Las gentes en muchos casos se fueron de masoveros a pueblos del llano como Sant Jaume del Domenys, La Munia, Llorenç del Penedès o Vilafranca del Penedès.
"Mis padres decidieron bajarse de masoveros a Sant Jaume. Aunque trabajabas unas tierras que no eran tuyas y había que repartir con los dueños era más rentable que quedarse en Marmellar. En Sant Jaume eran tierras de mejor calidad al estar en llano y había más servicios en las casas y en el pueblo". MAGÍ MOLINA.
"No había luz en las casas, el médico se fue y no sabíamos si iba a venir otro, así que mis padres ya tomaron la determinación de marcharnos de Marmellar" .
ROSA FIGUERES.
Cal Joan y cal Manso fueron las últimas casas que se cerraron en Marmellar. Lo hicieron en el año 1958.
En los años 60 y parte de los 70 nuevos inquilinos habitaron las casas de Marmellar pero eso ya es otra historia.
Informantes:
- Magí Molina de Las Ventosas.
- Montserrat Galofre de Cal Manso.
- Rosa Figueres de Cal Taberner.
- Albert Güell de Sant Marc.
Visita realizada en julio de 2017.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Si hay un pueblo que ha sido injustamente tratado en internet y en diversos medios de comunicación es Marmellar. No hay más que poner el nombre del pueblo en el buscador de google y salen cientos de páginas mencionando al lugar como pueblo maldito.
Asesinatos, ritos satánicos, apariciones. etc todo un conglomerado de suposiciones con poco fundamento han maltratado sobremanera la memoria de Marmellar.
Nadie se ha preocupado de dejar de lado todos estos fenómenos paranormales de contenido incierto y sacar a relucir la historia del pueblo. Pueblo donde la vida cotidiana era como en cualquier otro lugar, con las dificultades conocidas y que se quedó vacío por la misma causa que se quedaron centenares de pueblos: el progreso no llegaba.
Un día veraniego del mes de julio cojo de buena mañana el camino que me llevará hasta Marmellar después de pasar por la masía de La Moja, en buen estado y habitada.
En el cielo se presentan negros nubarrones, puede caer una buena tormenta (aunque no se dará el caso y el cielo terminará por abrirse).
Voy expectante por ver que me voy a encontrar en Marmellar. El camino entre pinos es suave, no tiene mucho desnivel. Al cabo de media hora o poco más aparece ante mis ojos la silueta de Marmellar. Deliciosa la primera visión. La iglesia con su altivo campanario sobre una loma y las casas desparramándose por la ladera. Me quedo unos minutos contemplando la panorámica. ¡Qué bonita imagen! Después de sacar las fotos de rigor me acerco hasta el pueblo, una vez llegado a la entrada, el camino se bifurca en dos: a la derecha sube a la iglesia y a la izquierda va hacía las casas del barrio de abajo. Me decido por este último para ver primero. Dos gigantescas viviendas son las primeras que aparecen ante mis ojos. Unidas como si fueran siamesas forman un armonioso encuadre. Me encanta. Lo que bien empezó con mi primera visión del pueblo continua ahora cuando me adentro por su entramado urbano. Bajo hasta una vivienda que tiene la era de trillar delante. Desde aquí se ve mirando hacía arriba algunas casas y la torre de la iglesia.
Subo para arriba por una estrecha calle y algunas viviendas se van quedando a la izquierda adaptándose al desnivel del terreno.
Me asomo con precaución al interior de alguna de ellas. Chimeneas, hornos de pan, repisas, alacenas... restos de lo que un día fueron los hogares.
Al exterior se ven diversos huecos por el suelo, eran aljibes subterráneos debajo de las casas donde almacenaban agua de lluvia.
Llego hasta la parte alta y me dirijo hasta la iglesia. De frente a ella llama la atención por su estructura. Un panel explicativo da detalles de lo que un día fue. Preciosas sus ruinas a tono con las casas del pueblo. Se puede entrar a su interior, sin nada de valor. El altar mayor llama la atención por su estructura y su construcción. Vegetación al interior. Salgo para fuera. El cementerio formado por nichos está adosado a un costado del templo.
Tres casas forman este barrio de arriba situado junto a la iglesia. Es difícil acceder a ellas. La vegetación no lo pone fácil. Puedo entrar a una de ellas que tiene estructura medieval, diferente a las demás.
Ya he visto Marmellar al completo, pero no me quiero marchar. Estoy muy a gusto disfrutando con lo que veo y empapándome de la tranquilidad que allí se respira. Soledad y silencio a raudales. Me siento unos minutos en un poyete lateral de la iglesia. Nadie aparece por allí durante las tres horas que dura mi visita.
Toca marchar del pueblo pero en vez de buscar por aquí el camino de salida decido hacer el camino a la inversa y volver a transitar por las calles por donde antes lo había hecho a mi llegada. Saboreo las ruinas con deleite, imagino un día cualquiera en la vida cotidiana: la gente saliendo de misa, los hombres yendo a la taberna, cerrando el ganado en los corrales, con los aperos de labranza dirigiéndose a los huertos, las mujeres se las siente cazolear en las cocinas, los abuelos sentados en el poyo de la puerta, los niños correteando.... ¡que delicia!
MARMELLAR: ¡que injusticia han cometido contigo, como te han vapuleado! Un despoblado tan bonito y las gentes no han venido a disfrutar de tus ruinas, solo te han venido a ver por cosas inciertas que no se ven.
Llegando a Marmellar. A la izquierda hacía el barrio de abajo, a la derecha hacía la iglesia.
El barrio de abajo de Marmellar.
Preciosa estampa la que forman Cal Joan (izquierda) y Cal Roc (derecha). Está última fue la escuela de Marmellar.
Cal Joan. Fue de las últimas casas en cerrarse en Marmellar. Se marcharon a La Múnia (Barcelona).
Cal Jamoso. Tenía la era de trillar delante de la casa. Vivieron en ella el matrimonio formado por Jepet e Isabel. Tuvieron cuatro hijos (Josep, Engracia, Rosalía y María). Se marcharon a La Munia (Barcelona).
Tiempo después la casa se volvió a abrir y la habitaron María (nacida en la masía La Moja) y su marido Salvador. Tuvieron una hija: Maribel. Emigraron a Vilafranca del Penedès.
Vista parcial del pueblo desde la era de Cal Jamoso. Cal Joan y Cal Roc. Al fondo la torre de la iglesia.
Cal Gavillas.
Cal Esquerra (izquierda) y cal Manso (derecha). Los de Esquerra fueron los primeros en marchar de Marmellar. Lo hicieron a El Vendrell. La de Manso la habitó el matrimonio formado por Josep y Ángels. Tuvieron cuatro hijos: Montserrat, Josep, María y Mª Ángels. Emigraron a La Torregassa.
Gavillas, Esquerra, Manso, el pico el Montclar al fondo...
Cal Taberner y la iglesia de fondo.
Cal Taberner. Aquí estaba el salón de baile (planta baja) y la taberna (planta de arriba).
La habitó el matrimonio formado por Josep y Dolors. Tuvieron cuatro hijos (Esperanza, Josep, María y Rosa). Se fueron a Cornudella (barrio de Sant Jaume dels Domenys).
"Venían los hombres los domingos por la tarde a jugar a las cartas (la manilla, la brisca). Tomaban un café, una copa de moscatel o una copa de anís.
En el salón de abajo se hacía baile con manubrio los domingos. Había bancos corridos en los laterales para el que se quisiera sentar a mirar. La sala se iluminaba con lámparas de carburo. Para el baile de la festa major se utilizaban lámparas de petromax". ROSA FIGUERES.
Cal Manso Vell. Se marcharon a Sant Martí Sarroca (Barcelona).
De camino hacia la iglesia.
Iglesia de Sant Miquel de Marmellar. Del siglo XVII. Tenía cinco altares. A un costado de la nave queda la torre- campanario de veintidós metros de altura. La campana se la llevó el cura de Sant Jaume dels Domenys para la iglesia de aquel pueblo. A la derecha el cementerio.
Portada de acceso al templo.
Altar mayor de la iglesia dedicado a la Mare de Déu del Roser. De estilo renacentista.
"Las mozas cuando se casaban ofrecían el ramo de novia a la Virgen de la Mare de Déu". MONTSERRAT GALOFRE.
Vista de la parte baja del pueblo desde la iglesia.
Cal Jan Pau y ca L´Enrica. Los de Jan Pau se fueron a El Vendrell y los de L´Erica a Castellví de la Marca (Barcelona).
Cal Jan Pau. De aire medieval.
Cal Casanovas. Se fueron a Barcelona.