El bonito pueblo de Maravella es un agregado del municipio de Oliola en las llanuras de la comarca de La Noguera.
Siete viviendas agrupadas de manera compacta y formando parte casi todas ellas de una atractiva plaza es lo que da de si esta población cuyos habitantes no eran propietarios de las viviendas ni de las tierras (salvo una casa). Las tenían arrendadas a payeses acomodados de la comarca.
Pueblo eminentemente agrícola, tenía el trigo, la cebada, las viñas y los olivos como principales fuentes de producción.
Para moler el grano se desplazaban hasta el molino de Ponts y para las olivas lo hacían a este pueblo o a Agramunt indistintamente.
La ganadería quedaba en segundo plano, siendo las ovejas el animal prioritario.
Al mercado de Ponts que se realizaba los miércoles, acudían para vender conejos, pollos, huevos y excedentes de productos agrícolas y de paso compraban productos básicos de alimentación y algunas prendas de ropa.
Al pueblo de Cabanabona se desplazaban a comprar el pan al no haber hornos en el pueblo.
Celebraban su fiesta patronal para la virgen de Agosto (día 15), con gran presencia de gentes venida desde Claret, Oliola, Coscó, Cabanabona y algo menor desde Guardiola.
La juventud de Maravella se desplazaba los domingos por la tarde hasta el pueblo de Cabanabona para participar de los bailes que allí se celebraban.
No había escuela en el pueblo con lo cual los niños y niñas tenían que hacer diariamente cincuenta minutos andando para desplazarse hasta la de Oliola.
De Oliola venía el cura a dar misa en la iglesia de Maravella con una frecuencia aproximada de una vez al mes. Mosén Miguel, Mosén Angel o Mosén Ramón son algunos de los que se recuerdan. Hacían el desplazamiento a pie o en bicicleta.
Al médico le tocaba desplazarse desde el pueblo de Ponts, siendo don Francisco y posteriormente su hijo Josep María los que realizaban tal cometido.
El cartero (Josep Cucurull) venía andando desde Oliola a traer la correspondencia.
Nunca llegó la luz eléctrica al pueblo. Los candiles de petroleo y carburo fueron sus fuentes de iluminación.
Pero el principal problema de Maravella y el que motivó su abandono fue el agua. Muchos problemas con este imprescindible liquido tenían en un lugar donde no había ninguna fuente y donde su principal recurso para obtenerlo era almacenar el agua de lluvia de los tejados mediante aljibes en los bajos de las casas.
En una comarca poco lluviosa, les tocaba estar a expensas de la bonanza del cielo o desplazarse a otros pueblos a conseguir agua.
Esto podía ser un recurso apropiado para épocas anteriores pero no para seguir viviendo en la segunda mitad del siglo XX, por lo que sus habitantes fueron marchando en los años 60 hacía otros lugares donde tuvieran más comodidades, instalándose en Agramunt y en Preixéns entre otras poblaciones.
El pueblo quedó deshabitado pero sus tierras siguieron siendo trabajadas hasta la actualidad. Ya no vivían en Maravella sino que se desplazaban a trabajar las fincas desde sus lugares de residencia.
Visita realizada en julio de 2016.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. El camino es seco y polvoriento, sin sombras. El calor es infernal. El termómetro del coche marcaba los 40º y para colmo es mediodía.
Siempre he sido enemigo de visitar despoblados en los meses calurosos del verano y si tengo que hacerlo por lo menos que sea de buena mañana cuando todavía el calor se puede sobrellevar, pero por una serie de circunstancias llego a este bonito pueblo de Maravella cuando mi reloj marca las dos de la tarde. Todo sea por conocer un lugar que no había visitado nunca.
Sudando a mares llego hasta el núcleo central del pueblo que es una plaza. Muy bonita todo hay que decirlo, se asoman a ella la mitad de las viviendas. Siempre he sentido pasión por las plazas mayores de los pueblos deshabitados. Son lugares donde se puede hacer trabajar con entusiasmo a la imaginación. Mucha vida social. Esta plaza de Maravella tiene mucho encanto. No llega al nivel de la de Muro de Bellós o la de San Vicente de Munilla pero esta a un nivel muy alto.
No hay calles, solo los caminos que salen del pueblo. Todo gira en torno a la plaza.
Me introduzco en el interior de una casa y allí asomado al balcón que da a la plaza contemplo a los músicos situados bajo el balcón de Cal Freixes haciendo bailar a los presentes, veo gente salir y entrar en Cal Miró donde estaba instalada la taberna, veo las parejas que bailan, los que miran, los chiquillos que corretean inquietos y excitados de un lado para otro, veo en otros balcones de las casas contiguas gentes que como yo miran lo que acontece en la plaza desde estos palcos privilegiados, veo jóvenes que llegan de otros pueblos para participar de la fiesta, veo..., toca despertar de este precioso ensimismamiento y observar la realidad. La música que se oye es el silencio, no hay arbolado por lo tanto no hay pájaros, no hay carretera por lo tanto no hay ruido de coches, no hay lugares habitados cercanos por lo tanto no se oyen voces humanas, no hay río ni fuente por lo tanto no se oye el rumor del agua.
En el zaguán de la casa doy cuenta de mi frugal comida y sobre todo de la poca agua que aun conservaba. Aquí se esta fresco. Pintorescos lugares estos zaguanes o vestíbulos de entrada a las casas.
Salgo otra vez al infierno solar que acontece fuera y sigo visitando y contemplando estas buenas viviendas de piedra caliza en sillería. Me llama la atención que todas tienen balcones y destaca también la presencia de los canalones y las bajantes de agua para almacenar el agua de lluvia proveniente de los tejados. En todas las casas esta presente. En otros lugares ya los habrían destrozado.
Los fenómenos meteorológicos no son muy agresivos en esta zona por lo que las fachadas se mantienen en relativo buen estado porque además tienen buena piedra. Alguna ya no tiene cubierta.
El expolio exterior parece que tampoco ha llegado mucho por aquí.
En un costado de la plaza y junto al camino que lleva a Coscó esta la sencilla iglesia, aquí al contrario que en muchos lugares no destaca en volumen ni en presencia sobre las viviendas. Aunque sin tejado, aguanta todavía la fachada, otra cosa es el interior, no se puede entrar, aunque tampoco hay nada llamativo para apreciar.
Son casi las cuatro de la tarde cuando doy por terminada mi visita a Maravella, ni imaginar cuanto puede hacer, cuando veo el del coche son 43º. Tremendo. Pero doy por bien empleado haber pasado un día de calor acuciante por haber conocido este pintoresco despoblado catalán.
Llegando por el camino de Coscó. A la izquierda la fachada sur de la parroquial. Al fondo Cal Lluc.
Santa Magdalena de Maravella. Del siglo XVIII. Sencilla nave de planta rectangular con sacristía adosada. Sin tejado. Acceso en arco de medio punto con las dovelas centrales a punto de desprenderse. Ventanuco junto a la puerta. La parte superior de la fachada bordeada en alero de piedra con sendos pináculos en sus extremos. En el centro una espadaña en arco de medio punto coronada por una cruz latina de piedra ya desaparecida.
Plaza mayor de Maravella vista desde la puerta de la iglesia. Rectangular. Preciosa. Cuatro viviendas dan ella: Lluc, Climens, Miró y Freixes. Debajo del balcón de la casa situada más a la derecha se ponían los músicos el día de la fiesta.
Cal Lluc. Buen porte. Puerta de la cuadra y puerta de la vivienda. Balcones en planta superior. Terraza lateral bajo la cual se ubicaba el aljibe al que iba a parar el agua de lluvia.
Cal Miró. En esta casa se habilitaba una especie de taberna el día de la fiesta para la venta de bebidas.
Cal Freixes. Alargado balcón que daba uso a dos habitaciones de la vivienda. Tejado casi desaparecido. En el lateral de la casa, puerta de la bodega donde estaba situado el aljibe que recogía el agua de lluvia por medio de la tubería bajante que se aprecia en la fachada.
Cal Cornudella. Una de las escasas viviendas que no tenía contacto con la plaza. De buen tamaño. Vanos de las ventanas de la segunda planta alineados en horizontal. Conserva la tuberia bajante pero no el canalón que recogía el agua del tejado.
Paso elevado sobre la calle que comunicaba una estancia de Cal Cornudella con una edificación auxiliar.
Unos metros separada del núcleo central, en el camino de Coscó, se encuentra Cal Bandolé. Balcón alargado cubriendo toda la fachada de la casa. Muy visibles las dos bajantes provenientes de sendos canalones laterales que se juntan en su tramo final para llevar el agua hasta el aljibe interior de la casa.
Balsa de agua para beber los animales que se llenaba con el agua de lluvia.
Siete viviendas agrupadas de manera compacta y formando parte casi todas ellas de una atractiva plaza es lo que da de si esta población cuyos habitantes no eran propietarios de las viviendas ni de las tierras (salvo una casa). Las tenían arrendadas a payeses acomodados de la comarca.
Pueblo eminentemente agrícola, tenía el trigo, la cebada, las viñas y los olivos como principales fuentes de producción.
Para moler el grano se desplazaban hasta el molino de Ponts y para las olivas lo hacían a este pueblo o a Agramunt indistintamente.
La ganadería quedaba en segundo plano, siendo las ovejas el animal prioritario.
Al mercado de Ponts que se realizaba los miércoles, acudían para vender conejos, pollos, huevos y excedentes de productos agrícolas y de paso compraban productos básicos de alimentación y algunas prendas de ropa.
Al pueblo de Cabanabona se desplazaban a comprar el pan al no haber hornos en el pueblo.
Celebraban su fiesta patronal para la virgen de Agosto (día 15), con gran presencia de gentes venida desde Claret, Oliola, Coscó, Cabanabona y algo menor desde Guardiola.
La juventud de Maravella se desplazaba los domingos por la tarde hasta el pueblo de Cabanabona para participar de los bailes que allí se celebraban.
No había escuela en el pueblo con lo cual los niños y niñas tenían que hacer diariamente cincuenta minutos andando para desplazarse hasta la de Oliola.
De Oliola venía el cura a dar misa en la iglesia de Maravella con una frecuencia aproximada de una vez al mes. Mosén Miguel, Mosén Angel o Mosén Ramón son algunos de los que se recuerdan. Hacían el desplazamiento a pie o en bicicleta.
Al médico le tocaba desplazarse desde el pueblo de Ponts, siendo don Francisco y posteriormente su hijo Josep María los que realizaban tal cometido.
El cartero (Josep Cucurull) venía andando desde Oliola a traer la correspondencia.
Nunca llegó la luz eléctrica al pueblo. Los candiles de petroleo y carburo fueron sus fuentes de iluminación.
Pero el principal problema de Maravella y el que motivó su abandono fue el agua. Muchos problemas con este imprescindible liquido tenían en un lugar donde no había ninguna fuente y donde su principal recurso para obtenerlo era almacenar el agua de lluvia de los tejados mediante aljibes en los bajos de las casas.
En una comarca poco lluviosa, les tocaba estar a expensas de la bonanza del cielo o desplazarse a otros pueblos a conseguir agua.
Esto podía ser un recurso apropiado para épocas anteriores pero no para seguir viviendo en la segunda mitad del siglo XX, por lo que sus habitantes fueron marchando en los años 60 hacía otros lugares donde tuvieran más comodidades, instalándose en Agramunt y en Preixéns entre otras poblaciones.
El pueblo quedó deshabitado pero sus tierras siguieron siendo trabajadas hasta la actualidad. Ya no vivían en Maravella sino que se desplazaban a trabajar las fincas desde sus lugares de residencia.
Visita realizada en julio de 2016.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. El camino es seco y polvoriento, sin sombras. El calor es infernal. El termómetro del coche marcaba los 40º y para colmo es mediodía.
Siempre he sido enemigo de visitar despoblados en los meses calurosos del verano y si tengo que hacerlo por lo menos que sea de buena mañana cuando todavía el calor se puede sobrellevar, pero por una serie de circunstancias llego a este bonito pueblo de Maravella cuando mi reloj marca las dos de la tarde. Todo sea por conocer un lugar que no había visitado nunca.
Sudando a mares llego hasta el núcleo central del pueblo que es una plaza. Muy bonita todo hay que decirlo, se asoman a ella la mitad de las viviendas. Siempre he sentido pasión por las plazas mayores de los pueblos deshabitados. Son lugares donde se puede hacer trabajar con entusiasmo a la imaginación. Mucha vida social. Esta plaza de Maravella tiene mucho encanto. No llega al nivel de la de Muro de Bellós o la de San Vicente de Munilla pero esta a un nivel muy alto.
No hay calles, solo los caminos que salen del pueblo. Todo gira en torno a la plaza.
Me introduzco en el interior de una casa y allí asomado al balcón que da a la plaza contemplo a los músicos situados bajo el balcón de Cal Freixes haciendo bailar a los presentes, veo gente salir y entrar en Cal Miró donde estaba instalada la taberna, veo las parejas que bailan, los que miran, los chiquillos que corretean inquietos y excitados de un lado para otro, veo en otros balcones de las casas contiguas gentes que como yo miran lo que acontece en la plaza desde estos palcos privilegiados, veo jóvenes que llegan de otros pueblos para participar de la fiesta, veo..., toca despertar de este precioso ensimismamiento y observar la realidad. La música que se oye es el silencio, no hay arbolado por lo tanto no hay pájaros, no hay carretera por lo tanto no hay ruido de coches, no hay lugares habitados cercanos por lo tanto no se oyen voces humanas, no hay río ni fuente por lo tanto no se oye el rumor del agua.
En el zaguán de la casa doy cuenta de mi frugal comida y sobre todo de la poca agua que aun conservaba. Aquí se esta fresco. Pintorescos lugares estos zaguanes o vestíbulos de entrada a las casas.
Salgo otra vez al infierno solar que acontece fuera y sigo visitando y contemplando estas buenas viviendas de piedra caliza en sillería. Me llama la atención que todas tienen balcones y destaca también la presencia de los canalones y las bajantes de agua para almacenar el agua de lluvia proveniente de los tejados. En todas las casas esta presente. En otros lugares ya los habrían destrozado.
Los fenómenos meteorológicos no son muy agresivos en esta zona por lo que las fachadas se mantienen en relativo buen estado porque además tienen buena piedra. Alguna ya no tiene cubierta.
El expolio exterior parece que tampoco ha llegado mucho por aquí.
En un costado de la plaza y junto al camino que lleva a Coscó esta la sencilla iglesia, aquí al contrario que en muchos lugares no destaca en volumen ni en presencia sobre las viviendas. Aunque sin tejado, aguanta todavía la fachada, otra cosa es el interior, no se puede entrar, aunque tampoco hay nada llamativo para apreciar.
Son casi las cuatro de la tarde cuando doy por terminada mi visita a Maravella, ni imaginar cuanto puede hacer, cuando veo el del coche son 43º. Tremendo. Pero doy por bien empleado haber pasado un día de calor acuciante por haber conocido este pintoresco despoblado catalán.
Llegando a Maravella.
Entrando al pueblo por el camino de Cabanabona.
Llegando por el camino de Coscó. A la izquierda la fachada sur de la parroquial. Al fondo Cal Lluc.
Santa Magdalena de Maravella. Del siglo XVIII. Sencilla nave de planta rectangular con sacristía adosada. Sin tejado. Acceso en arco de medio punto con las dovelas centrales a punto de desprenderse. Ventanuco junto a la puerta. La parte superior de la fachada bordeada en alero de piedra con sendos pináculos en sus extremos. En el centro una espadaña en arco de medio punto coronada por una cruz latina de piedra ya desaparecida.
Interior del templo. Nada destacable.
Plaza mayor de Maravella vista desde la puerta de la iglesia. Rectangular. Preciosa. Cuatro viviendas dan ella: Lluc, Climens, Miró y Freixes. Debajo del balcón de la casa situada más a la derecha se ponían los músicos el día de la fiesta.
La plaza vista desde otro angulo.
Balcones a la plaza.
Cal Lluc. Buen porte. Puerta de la cuadra y puerta de la vivienda. Balcones en planta superior. Terraza lateral bajo la cual se ubicaba el aljibe al que iba a parar el agua de lluvia.
Cal Miró. En esta casa se habilitaba una especie de taberna el día de la fiesta para la venta de bebidas.
Cal Freixes. Alargado balcón que daba uso a dos habitaciones de la vivienda. Tejado casi desaparecido. En el lateral de la casa, puerta de la bodega donde estaba situado el aljibe que recogía el agua de lluvia por medio de la tubería bajante que se aprecia en la fachada.
Cal Climens.
Cal Cornudella. Una de las escasas viviendas que no tenía contacto con la plaza. De buen tamaño. Vanos de las ventanas de la segunda planta alineados en horizontal. Conserva la tuberia bajante pero no el canalón que recogía el agua del tejado.
Paso elevado sobre la calle que comunicaba una estancia de Cal Cornudella con una edificación auxiliar.
Unos metros separada del núcleo central, en el camino de Coscó, se encuentra Cal Bandolé. Balcón alargado cubriendo toda la fachada de la casa. Muy visibles las dos bajantes provenientes de sendos canalones laterales que se juntan en su tramo final para llevar el agua hasta el aljibe interior de la casa.
Balsa de agua para beber los animales que se llenaba con el agua de lluvia.
Cementerio.