No fue fácil la vida en esta aislada pedanía del municipio de Arbolí en la comarca del Baix Camp a la vista de su ubicación en un terreno abrupto y mal comunicado.
A 880 metros de altitud, situada sobre un rellano dando la espalda al cañón por donde se mueve el río Siurana y teniendo de frente al Puig de Gallicant, ocho viviendas situadas en hilera de manera compacta componían la aldea de Gallicant, hoy día agonizantes todas ellas, sin tejado, sin vigas interiores ni tabiques que soporten un poco el peso del abandono y del golpeo de los fenómenos atmosféricos.
La dureza del terreno y la falta de servicios hizo que varias casas se cerraran en los años 30 y 40 aun cuando mantenían en uso la vivienda en la temporada alta de trabajo agrícola.
Se bajaron a vivir a Arbolí y desde allí subían a realizar las faenas del campo.
Trigo, avena, centeno, garbanzos era lo que se cultivaba en sus fincas, teniendo también viñas en las zonas más llanas, de menor altura.
Cal Casat, Cal Manuel, Cal Joanet y Ca l´Anyep eran las viviendas que tenían prensa para elaborar el vino. También fabricaban una variedad de aguardiente que llevaban a vender a Reus, a la misma población bajaban a vender los excedentes de productos agrícolas.
Con pueblos del Priorato (Poboleda o La Vilella) hacían intercambio de patatas por aceite.
A moler el grano acudían al molino Salvat junto al río Siurana en el termino del pueblo del mismo nombre.
De sus montes extraían buenas cargas de leña de pino que llevaban a vender a Arbolí, Alforja o Les Borges del Camp.
La ganadería quedaba en un plano secundario y alguna casa mantenía pequeños rebaños de ovejas.
Cada casa tenía su horno para hacer pan.
Nunca llegó la luz eléctrica a Gallicant. Los candiles de aceite y carburo fueron su fuente de iluminación.
Uno de los problemas principales que tenían era el agua. Hicieron un deposito junto a las casas para canalizar el agua desde una fuente pero en tiempo de sequía escaseaba y tenían que ir a buscarla a 15 minutos de trayecto del pueblo. Cal Casat y Cal Joanet construyeron sendos pozos para recoger el agua de lluvia y paliar así la escasez del preciado liquido.
Para los diversos oficios religiosos tenían que bajar a la iglesia de Arbolí (bodas, bautizos, comuniones, defunciones o escuchar misa dominical).
Asimismo a la cabecera municipal se tenían que desplazar los niños y niñas en edad escolar para recibir enseñanza en la escuela (50 minutos diarios de caminar).
El médico (don Francisco Pàges) venía en contadas ocasiones desde Alforja. Primeramente lo hacía en una mula y luego lo hacía en coche a raiz de que se hizo una pista aceptable para llegar a Gallicant. Se realizó en el año 1950 y fue hecha por los vecinos a pico y pala.
No había servicio de cartero y era cualquier vecino que bajaba a Arbolí el que traía o llevaba la correspondencia.
A Arbolí y Cornudella del Montsant eran a los dos pueblos que con más frecuencia se desplazaban para hacer compras de productos básicos que no tenían en la aldea.
La creación en el año 1950 del campamento militar de Los Castillejos situado a tres km. de Gallicant supuso un leve auge para todos los pueblos del contorno.
Aunque Gallicant ya agonizaba demográficamente, la búsqueda de ocio y de pasar el tiempo libre (sábados tarde y domingos) de los soldados que no bajaban a los lugares más cercanos a la costa hizo que varios de estos grupos visitaran con frecuencia el pueblo. Así encargaban la preparación de comidas en algunas casas a base de conejo o pollo principalmente dejando buenas ganancias a las familias que lo preparaban. Como también alguno de estos soldados encargaban la tarea de lavar la ropa en alguna casa con la que llegaba a un acuerdo.
Todo esto no sirvió para evitar que Gallicant pasara a engrosar la lista de lugares despoblados en Cataluña.
Sin luz, ni agua, ni escuela, ni servicio médico y con un terreno áspero para la agricultura la vida se hacía complicada según avanzaba el tiempo.
Las pocas casas que quedaban abiertas siguieron el camino que ya habían hecho anteriormente las demás. Así se marcharon para Arbolí, Alforja, Reus o Vilaplana.
Joan Juncosa y Dolors Nadal, con tres hijos que había viviendo con ellos fueron los últimos de Gallicant. Cerraron Casa Joanet a principios de los 60 y se bajaron al pueblo de Arbolí.
Agradecimiento a Jordí Pàmies, descendiente de Cal Casat por parte materna. Poseedor de una excelente documentación sobre el pasado de Gallicant.
Visita realizada en julio de 2016.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Después de media hora de caminar y cuando ya estoy a punto de pensar que he cogido el camino equivocado y que tenia que haber tomado otro camino en alguna de las bifurcaciones que aparecen, veo la silueta de Gallicant al fondo de un paisaje enmarcado por los farallones de la sierra del Montsant.
El camino entre pinos es sosegado y la mañana por ser a primera hora se presenta todavía suave, nada que ver con las altas temperaturas que irán subiendo según vaya avanzando el día.
El blanco de las viviendas se divisa entre una maraña de vegetación que lucha por recuperar el terreno que un día le fue arrebatado.
Aunque la ruina es generalizada y avanzada se puede imaginar todavía la formación que tuvieron las casas de Gallicant formadas en una hilera sin fisuras ni separaciones entre ellas. Las fachadas dan a la calle, quedando por detrás las cuadras, corrales y pajares. Apenas se puede entrar al interior de alguna de ellas, vacía ya de todo elemento arquitectónico y de diseño que pudiera haber tenido en sus tiempos. En otras es imposible acercarse a ellas, una muralla de maleza lo impide. Ninguna tiene cubierta por lo que el deterioro va a ser muy acelerado.
El silencio es sepulcral, ni ruido de vehículo, ni canto de pájaro alguno ni rumor de agua, ni el suave batir del viento que seguramente se dará en muchas ocasiones en este lugar. Nada interrumpe a la banda sonora de la despoblación.
Es ruta de senderistas pero no aparece nadie durante mi estancia en Gallicant.
Contorneo el pueblo en busca de algún detalle de interés pero por detrás todavía es más impracticable de transitar. Así que me acerco a una era y desde allí veo las maravillosas vistas que tenían los vecinos. El pantano de Siurana, el bellisimo pueblo medieval del mismo nombre subido en una repisa rocosa y al fondo el pueblo de Cornudella acercándose a las alturas de la sierra del Montsant. Bonita panorámica. Para dedicarla unos minutos.
Vuelvo otra vez a situarme junto al nogal que hay delante de las casas y contemplo por última vez lo poco que queda ya de ellas. Imagino el pueblo cuando estuvieran los 60 habitantes con los que llegó a contar. Todos se veían con todos por estar en la misma calle, mucho trasiego, pero aislados del resto del mundo. Una hora para desplazarse a los sitios más cercanos.
Me marcho de Gallicant por donde he venido. La casualidad hace que por desviar la mirada hacía la izquierda en el momento oportuno vea la fuente semioculta entre la vegetación. Una buena manera de terminar mi visita a este pintoresco lugar. Aun me detengo a contemplar una panorámica del pueblo. Me quedo unos minutos sentado a la sombra de un pino en estado de ensimismamiento con lo que tengo ante mis ojos. ¡Que soledad! Triste pero hermosa.
Gallicant en 1930. Era de Cal Manuel y joven de la misma casa. Gavillas de paja. Se aprecia la formación de las casas en hilera pero sin mantener una altura homogénea.
La misma imagen anterior en 2016. El camino hacía la desintegración total. Esplendor y decadencia de Gallicant en dos instantáneas.
Comienzo de la calle por una de las esquinas. Todas las viviendas salían al paso.
Cal Salvador Manuel y Cal Matillo empiezan la hilera por el lado oeste. La primera se fue el amo de la casa para Vilaplana (su mujer falleció en Gallicant). Los de Matillo se bajaron a Arbolí.
En los años 50 y como quiera que estas dos viviendas ya estaban cerradas se instaló a vivir en ellas un coronel del ejercito destinado en Los Castillejos. Vivía con su familia y diariamente se desplazaba hasta el campamento.
Por el lado este cerraría (o abriría) la hilera de viviendas
Ca l´Estudiant. Se marcharon para Reus.
Cal Casat. Todavía airoso el balcón en la tercera planta. Era una de las casas más pudientes del pueblo. Fueron de los primeros en marchar. Se fueron a Arbolí y desde allí seguían acudiendo a realizar las tareas del campo.
L´Anyep, Bodro, Casat, Manuel... todas camino de la nada en no muchos años.
Por esta parte es más complicado moverse y acercarse a las viviendas. Una muralla de vegetación "capitaneada" por el nogal lo impide.
Interior de una casa. De frente el Puig de Gallicant con sus más de 1010 metros de altura. En su cima hay un vértice geodésico.
Las bonitas vistas que se divisan desde Gallicant. El pantano de Siurana, el precioso pueblo medieval del mismo nombre subido en la roca y al fondo la sierra del Montsant.
A 880 metros de altitud, situada sobre un rellano dando la espalda al cañón por donde se mueve el río Siurana y teniendo de frente al Puig de Gallicant, ocho viviendas situadas en hilera de manera compacta componían la aldea de Gallicant, hoy día agonizantes todas ellas, sin tejado, sin vigas interiores ni tabiques que soporten un poco el peso del abandono y del golpeo de los fenómenos atmosféricos.
La dureza del terreno y la falta de servicios hizo que varias casas se cerraran en los años 30 y 40 aun cuando mantenían en uso la vivienda en la temporada alta de trabajo agrícola.
Se bajaron a vivir a Arbolí y desde allí subían a realizar las faenas del campo.
Trigo, avena, centeno, garbanzos era lo que se cultivaba en sus fincas, teniendo también viñas en las zonas más llanas, de menor altura.
Cal Casat, Cal Manuel, Cal Joanet y Ca l´Anyep eran las viviendas que tenían prensa para elaborar el vino. También fabricaban una variedad de aguardiente que llevaban a vender a Reus, a la misma población bajaban a vender los excedentes de productos agrícolas.
Con pueblos del Priorato (Poboleda o La Vilella) hacían intercambio de patatas por aceite.
A moler el grano acudían al molino Salvat junto al río Siurana en el termino del pueblo del mismo nombre.
De sus montes extraían buenas cargas de leña de pino que llevaban a vender a Arbolí, Alforja o Les Borges del Camp.
La ganadería quedaba en un plano secundario y alguna casa mantenía pequeños rebaños de ovejas.
Cada casa tenía su horno para hacer pan.
Nunca llegó la luz eléctrica a Gallicant. Los candiles de aceite y carburo fueron su fuente de iluminación.
Uno de los problemas principales que tenían era el agua. Hicieron un deposito junto a las casas para canalizar el agua desde una fuente pero en tiempo de sequía escaseaba y tenían que ir a buscarla a 15 minutos de trayecto del pueblo. Cal Casat y Cal Joanet construyeron sendos pozos para recoger el agua de lluvia y paliar así la escasez del preciado liquido.
Para los diversos oficios religiosos tenían que bajar a la iglesia de Arbolí (bodas, bautizos, comuniones, defunciones o escuchar misa dominical).
Asimismo a la cabecera municipal se tenían que desplazar los niños y niñas en edad escolar para recibir enseñanza en la escuela (50 minutos diarios de caminar).
El médico (don Francisco Pàges) venía en contadas ocasiones desde Alforja. Primeramente lo hacía en una mula y luego lo hacía en coche a raiz de que se hizo una pista aceptable para llegar a Gallicant. Se realizó en el año 1950 y fue hecha por los vecinos a pico y pala.
No había servicio de cartero y era cualquier vecino que bajaba a Arbolí el que traía o llevaba la correspondencia.
A Arbolí y Cornudella del Montsant eran a los dos pueblos que con más frecuencia se desplazaban para hacer compras de productos básicos que no tenían en la aldea.
La creación en el año 1950 del campamento militar de Los Castillejos situado a tres km. de Gallicant supuso un leve auge para todos los pueblos del contorno.
Aunque Gallicant ya agonizaba demográficamente, la búsqueda de ocio y de pasar el tiempo libre (sábados tarde y domingos) de los soldados que no bajaban a los lugares más cercanos a la costa hizo que varios de estos grupos visitaran con frecuencia el pueblo. Así encargaban la preparación de comidas en algunas casas a base de conejo o pollo principalmente dejando buenas ganancias a las familias que lo preparaban. Como también alguno de estos soldados encargaban la tarea de lavar la ropa en alguna casa con la que llegaba a un acuerdo.
Todo esto no sirvió para evitar que Gallicant pasara a engrosar la lista de lugares despoblados en Cataluña.
Sin luz, ni agua, ni escuela, ni servicio médico y con un terreno áspero para la agricultura la vida se hacía complicada según avanzaba el tiempo.
Las pocas casas que quedaban abiertas siguieron el camino que ya habían hecho anteriormente las demás. Así se marcharon para Arbolí, Alforja, Reus o Vilaplana.
Joan Juncosa y Dolors Nadal, con tres hijos que había viviendo con ellos fueron los últimos de Gallicant. Cerraron Casa Joanet a principios de los 60 y se bajaron al pueblo de Arbolí.
Agradecimiento a Jordí Pàmies, descendiente de Cal Casat por parte materna. Poseedor de una excelente documentación sobre el pasado de Gallicant.
Visita realizada en julio de 2016.
PUBLICADO POR FAUSTINO CALDERÓN.
Punto y aparte. Después de media hora de caminar y cuando ya estoy a punto de pensar que he cogido el camino equivocado y que tenia que haber tomado otro camino en alguna de las bifurcaciones que aparecen, veo la silueta de Gallicant al fondo de un paisaje enmarcado por los farallones de la sierra del Montsant.
El camino entre pinos es sosegado y la mañana por ser a primera hora se presenta todavía suave, nada que ver con las altas temperaturas que irán subiendo según vaya avanzando el día.
El blanco de las viviendas se divisa entre una maraña de vegetación que lucha por recuperar el terreno que un día le fue arrebatado.
Aunque la ruina es generalizada y avanzada se puede imaginar todavía la formación que tuvieron las casas de Gallicant formadas en una hilera sin fisuras ni separaciones entre ellas. Las fachadas dan a la calle, quedando por detrás las cuadras, corrales y pajares. Apenas se puede entrar al interior de alguna de ellas, vacía ya de todo elemento arquitectónico y de diseño que pudiera haber tenido en sus tiempos. En otras es imposible acercarse a ellas, una muralla de maleza lo impide. Ninguna tiene cubierta por lo que el deterioro va a ser muy acelerado.
El silencio es sepulcral, ni ruido de vehículo, ni canto de pájaro alguno ni rumor de agua, ni el suave batir del viento que seguramente se dará en muchas ocasiones en este lugar. Nada interrumpe a la banda sonora de la despoblación.
Es ruta de senderistas pero no aparece nadie durante mi estancia en Gallicant.
Contorneo el pueblo en busca de algún detalle de interés pero por detrás todavía es más impracticable de transitar. Así que me acerco a una era y desde allí veo las maravillosas vistas que tenían los vecinos. El pantano de Siurana, el bellisimo pueblo medieval del mismo nombre subido en una repisa rocosa y al fondo el pueblo de Cornudella acercándose a las alturas de la sierra del Montsant. Bonita panorámica. Para dedicarla unos minutos.
Vuelvo otra vez a situarme junto al nogal que hay delante de las casas y contemplo por última vez lo poco que queda ya de ellas. Imagino el pueblo cuando estuvieran los 60 habitantes con los que llegó a contar. Todos se veían con todos por estar en la misma calle, mucho trasiego, pero aislados del resto del mundo. Una hora para desplazarse a los sitios más cercanos.
Me marcho de Gallicant por donde he venido. La casualidad hace que por desviar la mirada hacía la izquierda en el momento oportuno vea la fuente semioculta entre la vegetación. Una buena manera de terminar mi visita a este pintoresco lugar. Aun me detengo a contemplar una panorámica del pueblo. Me quedo unos minutos sentado a la sombra de un pino en estado de ensimismamiento con lo que tengo ante mis ojos. ¡Que soledad! Triste pero hermosa.
Llegando a Gallicant.
Foto cedida por Jordí Pàmies.
Gallicant en 1930. Era de Cal Manuel y joven de la misma casa. Gavillas de paja. Se aprecia la formación de las casas en hilera pero sin mantener una altura homogénea.
La misma imagen anterior en 2016. El camino hacía la desintegración total. Esplendor y decadencia de Gallicant en dos instantáneas.
Comienzo de la calle por una de las esquinas. Todas las viviendas salían al paso.
Cal Salvador Manuel y Cal Matillo empiezan la hilera por el lado oeste. La primera se fue el amo de la casa para Vilaplana (su mujer falleció en Gallicant). Los de Matillo se bajaron a Arbolí.
En los años 50 y como quiera que estas dos viviendas ya estaban cerradas se instaló a vivir en ellas un coronel del ejercito destinado en Los Castillejos. Vivía con su familia y diariamente se desplazaba hasta el campamento.
Por el lado este cerraría (o abriría) la hilera de viviendas
Ca l´Estudiant. Se marcharon para Reus.
Cal Casat. Todavía airoso el balcón en la tercera planta. Era una de las casas más pudientes del pueblo. Fueron de los primeros en marchar. Se fueron a Arbolí y desde allí seguían acudiendo a realizar las tareas del campo.
L´Anyep, Bodro, Casat, Manuel... todas camino de la nada en no muchos años.
Por esta parte es más complicado moverse y acercarse a las viviendas. Una muralla de vegetación "capitaneada" por el nogal lo impide.
Cal Joanet, la última vivienda que se cerró en Gallicant.
Interior de una casa. De frente el Puig de Gallicant con sus más de 1010 metros de altura. En su cima hay un vértice geodésico.
La vieja fuente de Gallicant.
Las bonitas vistas que se divisan desde Gallicant. El pantano de Siurana, el precioso pueblo medieval del mismo nombre subido en la roca y al fondo la sierra del Montsant.